5.♡︎

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Las clases habían terminado, y agradecía al universo que hayan transcurrido con normalidad, por que estuve a nada de pegarme un tiro si llegaba a pasar algo más. Ahora estaba guardando mis cosas, acomodando mi bufanda y los guantes, para poder irme a trabajar. Hacía más frio que por la mañana, y se podía sentir sin siquiera salir a la calle. Aldo se había ido a trabajar también, así que yo fui el ultimo en irse del salón.

¿Qué se supone que haga? no se como decirle a mi mamá y no se como voy a hacer para lavar la maldita sudadera. Me quiero morir, que estupidez me maldecía a mi mismo mientras pensaba en todo y a la vez en nada.

Cuando llegué a la cafetería, dejé mi bufanda en el perchero, y mi mochila la llevé conmigo hacia la parte de atrás, no sin antes saludar a mi madre, que estaba en el mostrador, atendiendo junto a una chica que justo en ese momento cambiaba de turno.

—Hola, ya llegué —dije con un tono tranquilo y algo cansado.

—Hola, corazón ¿cómo te fue? te escucho muy desanimado —mencionó con preocupación, volteando a verme finalmente.

Su expresión cambió muy drásticamente en el momento en que me vio, su mirada se paseó por todo mi rostro y su entrecejo se notó arrugado y preocupado. Llevó sus manos a mi rostro mientras negaba para si misma, queriendo tocar los posibles moratones que llevaba adornando mi rostro.

Odio verla así, me odio por hacerla tener esa expresión de nuevo. De la nada el solo ver su rostro preocupado me hizo volver a cuando tenía doce años, que me la vivía peleando porque me molestaban cuando mi padre falleció, llamándome "huérfano" a pesar de que tenía a mi madre, no me gustaba que hablaran de mi padre así, y por eso me golpeaban cuando me defendía de sus absurdos insultos. Recuerdo la preocupación en su cara, aun tengo el vivo recuerdo de sus expresiones mientras me curaba las heridas y raspones, a veces lloraba, pero hacía lo imposible por no hacerlo, o al menos no frente a mi.

Aquél recuerdo fue roto por el sonido de la puerta que se abrió, a lo que yo solo le sonreí, tomando su mano con la mía para que dejara de tocar mi rostro.

 —Estoy bien —susurré, para tranquilizarla, volteando a ver a la persona que había llegado.

Me quedé paralizado de nuevo, solté la mano de mi madre con rapidez y corrí a la parte trasera, poniéndole una excusa rápida cuando corrí.

 —¡Voy a ponerme el uniforme! —grité casi desde el almacén.

Cerré la puerta de la habitación con rapidez, me recargué en ella y me dejé caer al suelo, jadeando por el repentino choque de emociones.

 —¿Ese idiota no tiene otro lugar mejor a donde ir? ¿Por qué justo a aquí? —pensaba, llevándome las manos a los cabellos y suspirando.

Y justo cuando estaba pensando en irme a mi casa y no regresar hasta mañana, mi madre tocó la puerta, haciendo que guardara mi celular y me levantara del piso.

  —¿Puedo entrar? —preguntaba desde el otro lado de la puerta.

  —Sí claro, adelante —respondí mientras fingía acomodar mi ropa y me quitaba la mochila para dejarla por un lado, junto con a sudadera de Spreen.

Mi mamá entro y me miró de pies a cabeza, cerró la puerta detrás de ella y me miró con preocupación, a punto de preguntar por lo sucedido, se escuchó de nuevo la campanilla de la entrada, evitando que pudiera preguntar.

 —Hoy ayudarás con los libros, tus lentes están en donde los dejaste —dijo antes de irse tan pronto como había entrado.

Sentía que POR FIN algo bueno estaba pasando, o al menos algo a mi favor, no tendría que estar atendiendo hasta tarde con un aroma a café en la ropa.

Coffee with chocolate | SpiderbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora