4.♡︎

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Mis pensamientos aun no se organizaban, aun no me permitían procesar lo que estaba pasando o lo que había pasado.

Ahora estaba encerrado en un baño, huyendo de lo que pudo haber sido una pelea, o...una discusión que se nos fue de las manos. No sabía el por que exactamente, pero los latidos de mi corazón eran más rápidos de lo habitual. Quizás la adrenalina, quizás el enojo, o...¿su risa y su mirada? pff, que idea tan idiota.

Suspiré, tratando de tranquilizarme y calmar mi respiración, una vez me sentí más tranquilo, salí del cubículo, lavé mi cara y me miré en el espejo, mirando mi cabello desordenado y mi ropa manchada y sucia.

 —Y ahora tengo que pasar frío y saltarme el desayuno, perfecto, que bien va mi día —pensaba mientras me quitaba la sudadera blanca, que ahora tenía grandes manchas cafés.

Me quedé con la playera manga larga que llevaba debajo, sintiendo el cambio de temperatura de mi cuerpo al no estar bien abrigado. Al mirar hacia el espejo, ahora se reflejaba Aldo, parado detrás de mi, mirándome con los brazos cruzados y con expresión seria, quizás molesto por lo sucedido.

 —¿Qué? —pregunté molesto, acomodando mis ropas y mi cabello.

 —"¿Qué?" —repitió mi pregunta con un tono que a mi parecer fue voz de retrasado —¿Todavía preguntas? ¿Se puede saber que mierda fue eso, Roier? —se acercó a mi —¿Quieres que nos expulsen, o que?

 —Cállate si no quieres que el putazo te lo dé a ti —respondí molesto, mirando en el espejo el par de marcas que me dejaron los golpes.

 —Eres un pendejo Roier, neta yo no sé qué mierda te pasa ¿por qué chingados le contestaste? Te hubieras callado el hocico mamón —me reprochó con desespero, tratando de quizás no plantarme un golpe.

 —No es mi culpa que tu plan pendejo no resultara por qué el iba con sus amigos —le volteé a ver con cierto enojo.

Cuando me iba a reprochar algo más, el timbre que finalizaba el receso, sonó, por lo que tuvimos que regresar al salón, obligados a evitar pelear en el pasillo. Estuvimos callados todo el camino, ninguno dijo nada, ni una sola palabra sobre el tema o fuera de el. Yo estaba que me moría de frío y de vergüenza, todos me volteaban a ver tanto a mi como a Aldo. Cuando llegamos al aula, nos sentamos sin decir nada, al menos hasta que él suspiró, recargando su cabeza en la banca y cerrando los ojos.

 —Perdón por meterte en ese problema, y tienes razón, fue mi culpa por no pensar mejor en lo que podría pasar, perdón —dijo, sonando realmente arrepentido.

 —Supongo que no pasa nada, realmente no importa mucho, no pasó a mayores, así que no creo que haya problema —le resté importancia. —Además, conseguiste la excusa perfecta, ya le puedes escribir para pedirle disculpas, porque creo que le manche hasta los tenis con el café.

Él volteó, manteniendo una sonrisa divertida y soltando una leve risa, a lo que yo también le sonreí. No tuvieron que pasar ni 10 minutos de regresar, cuando ya estaban todos en el salón, hablando y murmurado cosas hacia mi y mi compañero de al lado. Y pensando que el día no podía ir a peor, fue precisamente a peor. La bocina que conectaba con la dirección, sonó, haciendo que todos quedaran en silencio.

«Buen día jóvenes, espero que estén teniendo una buena mañana. Solicito a los siguientes jóvenes en dirección, por favor. Rogelio y Aldo de la carrera de literatura, eh Iván y Osvaldo de la carrera de arte y diseño musical, por favor preséntense en 5 minutos. Que tengan un excelente día»

¿Podía ser peor el día? ¿Por qué justo hoy?

Todo el salón se quedó en silencio, mirándonos con incredulidad. Bufé del enojo, por las miradas y por la petición del director. Me levante de mi asiento, tomando el brazo de Aldo y jalándole para salir del salón. Aldo, que nunca se había metido en problemas mayores más que en discusiones que nunca llegaron a peleas, ni fuera ni dentro de la universidad, ahora temía por su carrera completa.

Coffee with chocolate | SpiderbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora