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ESTA VEZ fue Vegeta quien despertó y no encontró a Bulma a su lado, se incorporó a medias e inspeccionó con la mirada el dormitorio: divisó un abundante desayuno sobre la mesa, y ropa limpia sobre una de las sillas. La ropa que el sayan llevaba la noche anterior no estaba tirada por el piso como él pensó, creyó que talvez la chica terrícola lo había llevado a la lavar, como solía hacerlo, pero la verdad era que esas prendas de dudosa procedencia ya estaban en el bote de la basura.

Bulma se había encargado de todo eso antes de encerrarse en su laboratorio para trabajar. Por ella, por él, por el hijo que esperaban, y por el bien de todos, sabía que no podía detenerse a disfrutar de su reciente romance.

Aunque tampoco estaba segura de que el sayan, por su carácter, estuviera dispuesto a hacer lo que era normal en una pareja.

Avanzar en eso tomaría mucho tiempo, si es que era posible semejante cambio en él.

Por el momento se conformaba con disminuir en algo la vida salvaje que llevaba este, y con el buen humor que ella se cargaba después de esa noche, le preparó con gusto el desayuno. Estaba segura de que era algo que él extrañaba.

Vegeta paseó su cuerpo desnudo desde la cama hasta las prendas preparadas para su uso, y se las puso. Por fortuna para él, los modelos y los colores estaban más acorde con su carácter. Luego observó los alimentos, hace tiempo que no disfrutaba de un desayuno hecho en casa; tuvo el impulso de marcharse a conseguir su propia comida, como ya estaba acostumbrado, pero se quedó.

No es que despreciara el gesto, o los alimentos, pero es que su relación con la terrícola se estaba transformando a un modo de vida que él jamás soñó, ni quiso.

Definitivamente ella la distraía de sus objetivos.

Mientras reflexionaba recordó el cuerpo de la mujer y se le calentaron las mejillas, no entendía por qué reaccionaba de esa forma, si a lo largo de su vida había visto un número considerable de hembras desnudas. Ni el género femenino, ni el sexo fueron antes importantes en su escala de prioridades, pero ahora deseaba más de lo que esa terrícola le había hecho probar.

Pensó en buscarla, pero descartó la idea de inmediato, no podía permitir que esos deseos banales lo distrajeran de su entrenamiento.

Después de todo, ya tendría tiempo por la noche para tratar con la insecta, como la llamaba él. Terminó de comer y emprendió el vuelo.

Mientras tanto, Bulma ya se encontraba trabajando junto a su padre, el Dr. Brief estaba tan emocionado como ella en ese proyecto, no solo porque contribuiría a la salvación de la Tierra y al progreso de su casi yerno, sino también porque representaba un nuevo nivel en los logros de toda su vida. Nadie amaba su trabajo más que él.

-Debemos tener mucho cuidado, papá. Un solo error podría ocasionarnos problemas muy serios.

-Lo sé, querida. Hija esto supera todo lo que hemos hecho hasta hoy.

-No vayas a encariñarte con él, recuerda que su destino es ser destruido por Vegeta.

-¿El joven está al tanto?

-Todavía no, no se lo diré hasta que este terminado.

-Si continuamos a este ritmo eso será en poco tiempo.

-Creo que tienes razón.

-¡El desayuno esta listo! -los llamó Panchy desde la puerta.

-¡Ya vamos, mamá!

-Será mejor comer primero -aseguró el científico.

Dejaron sus herramientas, y fueron a acumular energía. La necesitarían.

Fue así que tanto Vegeta como Bulma, se esforzaron en su propio campo de batalla durante todo el día. Él tenía la fuerza física, y ella la inteligencia para apoyarlo.

Al anochecer, la peli azul repitió su rutina de belleza nocturna, y se colocó un nuevo camisón antes de acostarse: se sentía más motivada a verse bonita. Entonces se cubrió con las sábanas y esperó, a pesar de ya haber intimado tanto sabía que entre ellos faltaba aun la confianza natural de una pareja, así que tenía nuevamente la mirada clavada en el muro para evitar incomodarlo.

Cuando el sayan aterrizó en el balcón el corazón de la joven científica se aceleró, sin embargo, no volteó ni cuando el hombre se recostó a su lado. Pasaron unos segundos, y cuando pensó que él solo la ignoraría, sintió ese cuerpo trabajado apegarse a ella.

Bulma contuvo la respiración, los nervios se habían apoderado de ella. Vegeta siendo aun inexperto en el arte del romanticismo, se limitó a hacer lo que ella le había enseñado: le subió el camisón, le bajó las bragas, y comenzó a frotar su vagina, sobre todo en esa parte que a ella tanto le gustaba.

-Vegeta...

Los gemidos de la mujer endurecieron el miembro del guerrero, Bulma pudo sentir el bulto en su trasero, y buscó por primera vez la boca de su amante.

Vegeta no sabía lo que era un beso, abrió grandes los ojos cuando ella lo atrapó con su boca, sin embargo, le tomó el gusto de inmediato. Se sentía muy bien para él. Y claro, mucho más para ella, que lo había soñado durante mucho tiempo.

Bulma se volteó por completo para subirse sobre el hombre, le abrió el pantalón, e hizo con su boca lo que tanto le gustaba a su príncipe saiyajin. Vegeta dejó descansar su cabeza sobre la almohada y lo disfrutó, había ansiado ese momento durante todo su entrenamiento.

La mujer chupaba y masajeaba, nunca antes había tenido el deseo de hacer algo así, creía que era algo desagradable, y ahora lo hacía con verdadero gusto.

Duró hasta que Vegeta se vino, pero ella sabía que no se decepcionaría, el falo seguía dispuesto para ahora hacerla disfrutar a ella.

Se montó y haciendo círculos con sus caderas buscó que la punta del pene de su amante encontrará su entrada, cuando ya estuvo bien posesionada bajó las nalgas despacio, y sintió con mayor placer como el sayan entraba; subió y bajó a ese ritmo otras 10 veces hasta que su mismo cuerpo le pidió aumentar la velocidad de los sentones. Él la tenía sujeta de la cintura y gemía tanto como ella, en esa posición podía relajarse porque no había peligro de lastimarla; su insecta embestía con la velocidad y fuerza que ella podía resistir, y no estaba mal para ser una delicada terrícola.

Cuando llegaron al orgasmo ella se recostó sobre él, y se quedaron dormidos.

Pocas horas después, Vegeta volvió a sentir deseo, la insecta estaba rendida sobre su cuerpo, claramente no tenía la misma resistencia, pero pensó que sería cosa de estimularla para volverlo a hacer.

Sujetó una de las nalgas de la chica y lo masajeó, en el momento en que ella despertó, él ya estaba acariciando su entrada, Bulma empezó a mojarse nuevamente, él ya sabía que eso era señal de aceptación, siguió haciéndolo hasta que por instinto metió un dedo en aquella húmeda hendidura, y ella jadeo excitada, eso se sentía placentero para ambos, sacó y metió su dedo hasta que ella misma le pidió ser penetrada por algo mucho más grande, Vegeta tomó su falo y cumplió su deseo, se la metió y comenzó a moverse desde abajo. Bulma casí gritaba de placer, era una fortuna que aquella casa tuviera los muros lo suficientemente gruesos, para no dejar salir de ese cuarto aquellos momentos de intimidad.

Ahora que Vegeta había probado de ese dulce, sería difícil que no quisiera repetirlo seguido. Talvez ella necesitaría dormir un poco durante el día.

ᑌᑎᗩ IᑎSEᑕTᗩ ᑭᗩᖇᗩ ᑌᑎ ᑭᖇÍᑎᑕIᑭEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora