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BULMA DESPERTÓ CON EL SAYAN AUN PEGADO A SU CUERPO DESNUDO, alzo un poco la cabeza para mirar el reloj, y vio que se le haría tarde para ir a trabajar, entonces intentó levantarse y dejarlo dormido como el día anterior, pero esta vez los brazos de saiyano evitaron que se alejara.

—Vegeta, debo ir a trabajar.

—Quédate un poco más —pidió él con voz serena.

Ella se quedó quieta, estaba sorprendida. Al principio creyó que el sayan solo quería más sexo, pero Vegeta nada más la tenía pegada a su piel, y parecía relajado, con una paz interior que no había visto antes en él. Era tan extraño ver ese lado del sanguinario y cruel príncipe de los saiyajins, en ese mismo instante parecía tan vulnerable. Talvez él era más humano de lo que ella pensaba.

—Vegeta..., ¿te gustaría bañarte, conmigo? —preguntó también con voz serena.

No podía quedarse en la cama, pero al menos quería incentivar esas nuevas actitudes del guerrero.

El sayan abrió los ojos y se separó un poco, miró alrededor, y como si apenas estuviera reaccionando de un trance, soltó a la mujer.

—Debo irme —dijo.

—Espera un poco, voy a prepararte el desayuno, pero démonos una ducha primero —Bulma se puso de pie completamente desnuda, y sin pudor alguno bajó de la cama para dirigirse al cuarto de baño—. Te estaré esperando; supongo que no querrás ser descortés conmigo, y que luego yo me negara a repetir lo de anoche.

Vegeta la siguió con la mirada, se negaba a ser dominado por esa mujer tan vulgar, se repetía una y otra vez que solo él podía poner las reglas en cualquier situación, y que esa terrícola no iba a ser una excepción.

"No, señor, el príncipe de una raza guerrera, el sanguinario sayan Vegeta, no va dejarse dar ordenes y condiciones con una insignificante insecta".

Sin embargo, cuando el agua de la ducha comenzó a caer, él ya estaba detrás de la terrícola, que le sonreía y lo espiaba por encima de su hombro.

—Se siente bien el agua caliente, ¿no es así?

—Tonterías —dijo el príncipe, con los ojos cerrados y los brazos cruzados.

—Quita esa cara, Vegeta, admite que te gusta —Bulma dibujó en su rostro una sonrisa pícara—. Ya que estás siendo un caballero, ¿podrías ayudarme a jabonar mi espalda?

Bulma se acomodó el cabello hacia adelante para que el sayan la sobara; las mejillas de Vegeta se pusieron rojas de inmediato cuando éste presto mayor atención a ese panorama tan curvilíneo y totalmente mojado.

—¿Qué pasa, Vegeta? Ahí esta el jabón.

Vegeta tomó la barra de jabón, y comenzó a pasarlo por la piel de la mujer.

La sensación se sentía muy rica para la peli azul y no dudó en demostrarlo: gimoteaba y se movía con gracia, como si hubiese música.

Siguió en ese baile seductor, luego comenzó un movimiento de cuello, hasta que finalmente se agachó y entregó en una pose bastante excitante su trasero.

El sayan, que, hasta ese momento había dominado bastante bien sus instintos, soltó el bajón y tomó su pene para frotar con él, esa parte que tan abiertamente le ofrecía la chica. No podía soportarlo más, era demasiada tentación, aun para un guerrero de sangre fría como él.

Y claro que Bulma se sentía victoriosa por ello.

—Vegeta, me siento tan bien contigo.

Al sayan le encantaba esa posición, le hacía sentir que recuperaba el control, y le daba el poder de hacer con esa hembra lo que le viniera en gana.

ᑌᑎᗩ IᑎSEᑕTᗩ ᑭᗩᖇᗩ ᑌᑎ ᑭᖇÍᑎᑕIᑭEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora