Nadie me conozca

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Sabes, muchos aman el día, otros la noche, otros simplemente ni les importa. Yo pertenezco al segundo bando.

Dime, ¿puedes sentir la diferencia entre el día y la noche? Entre el bullicio imparable de cada auto al transportarse, las miradas secas de las personas que transitan por cada lugar observando, juzgando, el calor sofocante, sonrisas falsas…

Ahora, observa la noche, tranquila y silenciosa, sin presencia del molesto pitido que emerge de los autos con conductores furiosos y apresurados. Nadie te mira, la oscuridad te resguarda. Nadie habla, el silencioso brotar del aire se lleva las palabras sin sentido tiradas al viento. Nadie juzga de noche. ¿Sabes por qué? Porque en presencia de la luna las verdades son más obvias. Aunque la noche se confunda con oscuridad (y es cierto), la luz de una mirada agotada de una madre sin alimentarse por alimentar a sus hijos reluce como un par de faroles. Los ojos vidriosos de una adolescente por un desamor brillan por sobre la oscura habitación. Después de fingir durante la presencia del sol, se resguardan en la protección de la luna.

Cuando tú duermes, yo observo. Cuando tú sonríes en el día, yo lo hago en la noche. Cuando tú buscas amistad "verdadera" en personas, yo me preocupo por contar mis secretos a la luna. Aunque yo sí lloro en las noches, es cierto. También me obligo a sonreír en el día y a presentarme como una chica feliz y llena de vida. En eso nos parecemos. Aunque tú prefieres seguir ocultándote, diciendo que tus amigos te conocen del todo.

Yo prefiero llorar sola, sin que nadie me conozca.

Susurros del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora