ONE SHOTS-JUJUTSU KAISEN

Yuta Okkotsu

La noche caía lentamente sobre Tokio, pintando el cielo de tonos anaranjados y rosados. Las luces de la ciudad empezaban a encenderse, creando un brillo que contrastaba con la tranquilidad del parque donde tú y Yuta habían decidido encontrarse. Era uno de esos lugares escondidos que casi nadie conocía, un pequeño santuario de paz en medio del caos urbano.

Yuta te esperaba en un banco de madera, jugueteando con sus dedos mientras su mente estaba en otro lugar. Cuando te vio llegar, una sonrisa tímida se dibujó en su rostro, esa sonrisa que siempre hacía que tu corazón diera un vuelco. Te acercaste a él, sintiendo cómo la brisa suave acariciaba tu rostro y despeinaba tu cabello.

—Llegaste justo a tiempo —dijo Yuta, levantándose para recibirte.

—No podía hacerte esperar mucho —respondiste con una sonrisa.

Se sentaron juntos, uno al lado del otro, mientras el silencio cómodo se asentaba entre ustedes. No era necesario hablar siempre; la simple presencia del otro era suficiente. A lo lejos, se escuchaba el murmullo del agua corriendo por un pequeño arroyo, acompañando la melodía de las hojas susurrando en los árboles.

Yuta, nervioso como siempre cuando estaba contigo, sacó algo de su bolsillo. Era una pequeña caja, envuelta con un lazo azul que contrastaba con el blanco de su uniforme. Te la extendió con una ligera inclinación de la cabeza, evitando tu mirada por un momento.

—Quería darte esto... —murmuró, su voz apenas audible sobre el sonido del viento.

Tomaste la caja entre tus manos, sintiendo el peso ligero y la textura suave del lazo. Lo desataste con cuidado, revelando un delicado colgante en forma de estrella, brillante y sencillo, pero lleno de significado. Te recordó al primer día que se cocieron, cuando Yuta te dijo que siempre había creído en las estrellas como portadoras de deseos.

—Es hermoso, Yuta... —susurraste, incapaz de contener la emoción que se reflejaba en tus ojos.

—No es gran cosa, pero... —Yuta se detuvo, tomando aire antes de continuar—, quiero que lo lleves como un recordatorio. Un recordatorio de que, no importa lo que pase, siempre estaré aquí para ti. Como las estrellas en el cielo.

Tus ojos se encontraron con los de él, y por un momento, una cálida sonrisa se extendio por ti rostro. Todo el ruido se volvió distante, era solo tú y Yuta, dos almas unidas por algo más profundo que las palabras.

—Gracias, Yuta. Es perfecto —dijiste, abrazándolo con fuerza.

Él te devolvió el abrazo sintiendo que su corazón daba un gran vuelco, sus brazos envolviéndote con una calidez que hacía desaparecer cualquier duda o miedo. En ese momento, bajo el cielo apunto de oscurecer y con el colgante brillando en tu pecho, supiste que no importaba lo que el futuro trajera. Siempre estarías junto a el,  enfrentando cualquier cosa.

Yuta se apartó ligeramente, solo para mirarte a los ojos una vez más. Su mano temblorosa se levantó, acariciando tu mejilla con una ternura infinita. Y luego, en un gesto que había esperado tanto tiempo para hacer, se inclinó hacia ti y presionó sus labios contra los tuyos, sellando su promesa en un beso que llevaba todo el amor que había guardado para ti.

Tu cabeza dió vueltas, te había tomado por sorpresa su audacia poco común, pero no te resististe y simplemente le devolviste el beso dejándote perder el momento.

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Sis...hace tiempo que no vengo por acá, espero que no se hayan olvidado de esta historia, tal ves estoy de regreso...creo.

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