tarta: problemas

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El viernes llegó rodando junto con un balde de agua fría. Jennie está lúcida, finalmente luego de dos largos y eternos días donde lo único que hizo fue...

En realidad, Jennie no quiere hablar ni pensar en eso. En como clavó su nariz en su ropa una vez se la quitó porque tenía su aroma mezclado con la de cierta omega y que por cierto nunca, jamás, quiso separarse de su camiseta porque estaba impregnada de cerezas y chocolate.

No quiere entrar en esos pensamientos a profundidad, pero se le hace imposible porque no puede ignorar el hecho de que su alfa estuvo desesperada buscando a cierta omega para poder anudarla, ni mucho menos puede ignorar todas aquellas veces en las que terminó en su mano, sobre la almohada y sus juguetes estimulantes, gritando y gruñendo el nombre de cierta omega. Sin mencionar muchas otras cosas.

Su padre, por supuesto, no se detuvo a esperar a que salga de la ducha para preguntar quién era esa bonita y agradable omega que la trajo a su casa junto con aquella beta. Bien, Jennie no pudo decirle a su padre que es una simple omega con la que está jugando porque es parte de una apuesta, claro que no, eso hubiera provocado un gran sermón. Entonces, con mejillas sonrosadas y flashes de lo que fue su celo, le dijo que solo era una nueva amiga.

Aunque por supuesto, su situación actual con la omega no era nada cercano a eso, ni un poco. En realidad solo eran simples conocidas y nada más, se niega a creer en alguna otra mierda supersticiosa de destinadas o algo de eso. Todo lo sucedido fue simple atracción. Después de todo la mismísima omega le dijo eso y se lo había intentado dejar en claro. Por eso mismo cuando hoy en la tarde vaya a visitar a Lisa lo comprobará.

Probará su punto y el de la omega, que solo fue una necesidad biológica porque estaba entrando en celo. Y sí, su padre básicamente la obligó a llevarle una tarta de cerezas en forma de agradecimiento y aunque Jennie podría mentir fácilmente diciendo que fue a lo de la omega e ir a la casa de sus amigas y comerse la tarta, Jennie no lo hará porque la menor realmente la ayudó y la salvó de retrasar su celo e incluso de haber podido pasar un celo en medio del vestidor del colegio. No se imagina cómo hubieran terminado las cosas si esa chica y su amiga beta no hubieran estado ahí.

Así que tal vez, por eso mismo su alfa la está obligando a vestirse apropiadamente y a oler apropiadamente también, está nerviosa y moviendo su colita peluda junto a sus orejas algo bajas y un ceño peludo de concentración. Su alfa a veces exagera mucho, pero nunca antes la había sentido tan atenta a algo o a alguien.

Se pone una blusa color crema y unos jeans de tiro alto, junto a unas vans blancas, y una bandana está en su cabello para sujetar la media cola que se hizo. Baja las escaleras, toma la tarta entre sus manos, besa la frente de su padre y se escapa con el viento por la puerta principal.

***

Cuando toca la puerta y pasan unos largos segundos para poder volver a tocar y nadie le abre, Jennie está lista para irse y comerse la tarta de cerezas en su auto, pero la puerta se abre revelando a un alfa con pijama puesto y un ceño profundamente fruncido, él la está mirando como si quisiera asesinarla y su loba interior muestra sus colmillos aunque en realidad Jennie la siente muy nerviosa.

―¡Tenemos una intrusa aquí! ¡Alguien que marca omegas sin un cortejo, pa Jiun! ―antes de que las últimas palabras dichas por el alfa lleguen a su fin, tiene a otro alfa de ojos color miel y pelo castaño frente suyo.

―No pensé que fueras a dar la cara ―el alfa dice, sus grandes y fuertes brazos están cruzados en su pecho, puede sentir perfectamente cuando la escanea con su mirada―. Por lo menos trajiste comida.

—Yo... Uhm... ―se rasca la nuca con su mano libre, incómoda―. Vine a agradecerle a Lili ―el alfa levanta una ceja ante la mención del apodo.

―No está presente —suelta en un tono grave y amenazador.

Put me in the sky, my love | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora