Capítulo XVI.

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Acariciaba con dulzura al animal, bastante entretenido al verlo comer con ánimo, se había atrevido a explorar un poco más el lugar, buscando algunas plantas que pudiera comer el conejo. Había reconocido algunas de uno de los libros de hierbas medicinales. Se felicitó por no dejar esos libros de últimos, resultaron muy útil en esos momentos. Al parecer el conejo tenía verdadera hambre, aunque no comió todo, se había adentrado llevando comida a la madriguera, supuso que serían para su compañera, aunque no estaba del todo seguro, pues no sabía si era un conejito o una conejita en su lugar, podrían ser provisiones para después.

—Me sorprende que puedas adentrarte aún conociendo los riesgos —Su cuerpo se tensó y giró su mirada con temor.

Un hombre alto y desconocido lo admiraba desde una distancia segura. Sus mejillas ardieron, era alguien de atractivo innegable, aunque eso no quito el leve temor que le brindó.

—¿Quién es usted? —preguntó con cautela. El pequeño animal se había refugiado en su madriguera, muy seguramente se sintió amenazado.

—¿Qué haces por estos lugares? ¿Si sabes que son los límites neutros? —JiMin arrugó su entrecejo ante eso.

—¿Límites neutros? ¿De qué habla? —cuestionó sin comprender las palabras del contrario. Ese hombre soltó una risa llena de gracia.

-Deberías saber que hay lobos por esta zona -JiMin se removió incómodo, mientras asentía.

—¿Por qué está por esos lugares si sabe de los lobos? —preguntó con cautela, recibiendo una ladina sonrisa. Su mirada se abrió con sorpresa—. ¿Es un cazador? ¡Eso esta prohibido en esta zona! —reprochó al instante, recibiendo una mirada llena de ironía de parte del contrario, algo que no comprendió.

—Por el contrario. Yo cuido está zonas de cazadores -respondió sereno, logrando que JiMin soltará un suspiro de alivio-. ¿Qué hace un chico tan joven como tú por estas zonas? —interrogó el hombre, recibiendo una mirada rápida del menor.

—Seguí a un conejo. Tenía mucha hambre, por lo que le di algo de frutas y unas plantas —contestó con una sonrisa suave—. No sabía que había conejos por esta zona, siempre creí que solo había lobos y que eran los dueños de todo esto —Soltó con una suave risa, mientras buscaba encontrar al conejo con la mirada, podía notar un poco de su pelaje, pero no lo veía por completo.

—Hay muchos animales, los lobos sólo se encargan de que nadie entre en sus territorios —explicó con calma, recibiendo un rápida mirada del chico.

—Conoce bien a los lobos al parecer —comentó con suspicacia, mirando con cierto recelo al adverso.

—Lo hago —Reconoció sin demasiadas trabas. JiMin no supo que más decir y el hombre pareció notarlo—. ¿Piensa quedarse acá? —interrogó con seriedad.

—No, yo debería volver a casa. Pero no quiero dejar a los conejos, pueden ser comido por los lobos —Su tono triste fue bastante notorio.

—Pero es esa la naturaleza —dijo el hombre, acercándose con cuidado, manteniendo siempre una distancia segura.

—Lo sé, pero me da cierta pena con los conejos —Soltó una pequeña sonrisa irónica.

—Si te hace sentir mejor, puedes volver mañana, me aseguraré de que sigan vivos para ese momento —JiMin miró con sorpresa al hombre.

—¿En serio? —dudó.

—Es mi deber cuidar de los animales. Puedes estar tranquilo —JiMin sonrió con más confianza.

—Esta bien, volveré mañana por ellos, convenceré al señor Min de conservarlos —dicho eso entregó al hombre unas frutas antes de empezar a correr rumbo a su hogar.

No debieron notar su ausencia, fue corta y ningún lobo lo amenazó.

Esposo de Min.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora