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Se supone que era un día como cualquiera, un día en el que su discípulo había venido a entrenar, un día en el que le enseñaría como el mentor que era para el chico.

Se supone que en el entrenamiento no habría ningún fallo, no habría complicaciones para el, al ser un demonio de varios siglos y con una gran habilidad.

Se supone que su capa no debió ser agarrada por Mk en un pequeño descuido mientras entrenaban.

Se supone que no debía tirar de ella.

Se supone que su cuello tendría que tener siempre esa capa alrededor.

Pero no fue así, y cuando menos se quiso dar cuenta, sintió un escalofrío por el cuello y su pelaje se erizo al voltear a ver al de bandana.

Al oír esa simple y espantosa pregunta que salió de los labios de Mk mientras sostenía en una mano su capa.

—¿Eso es una mordida en el cuello? Monkie King—

La marca del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora