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El frío se colaba por el abrigo de Sunghoon, había llegado tres horas antes de la hora en la que se abría la cafetería por miedo a llegar tarde nuevamente

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El frío se colaba por el abrigo de Sunghoon, había llegado tres horas antes de la hora en la que se abría la cafetería por miedo a llegar tarde nuevamente.

No quería ser el culpable de que Jay volviera a lastimarse, aún tenía la cicatriz de la quemadura en su mano.

Le dió un trago al café caliente entre sus manos, viendo su respiración congelada.

—Oh, Sunghoon ya estás aquí —. La baja vocecita llamo su atención, alzó la vista para encontrarse con un Jay que llevaba al menos tres abrigos y una bufanda gigantesca que cubría su cuello y parte de su rostro, dejando a la vista solo sus ojos y nariz roja por el frío.

Sunghoon no puede negarlo, se ve adorable.

—Sí, lo estoy, ¿y tú qué haces aquí? —. Pregunta, dándole otro sorbo a su café, sonriendo de manera leve al sentir la calidez bajando por su garganta hasta su estómago.

—Oh, sonreíste Sunghoon, tienes una sonrisa muy bonita —. El nombrado bufó, girando su cabeza hacia un lado, intentando evitar que Jay viera el sonrojo en sus mejillas por el cumplido.

—¿Siempre tienes que darle cumplidos a todos? —. Jay sonríe, Sunghoon no puede ver su rostro por completo pero sus ojos se achican cada vez que lo hace.

—Lo siento, me gusta hacer felices a las personas, mi boca se abre sin darme tiempo para pensar antes de hablar —. Explica, la sinceridad en sus palabras es evidente para Sunghoon.

—Bueno, ¿quieres café? —. Jay se sienta a su lado en las escaleras que dan a la puerta principal de la cafetería.

—Chocolate caliente por favor —. Sunghoon ríe al ver lo pequeño que se ve Jay a su lado, con las manos sobre su regazo y pidiendo chocolate con su nariz rojita.

Sunghoon detuvo sus pensamientos abruptamente, ¿rojita?, ¿desde cuándo usaba diminutivos? Esto no podía estar pasándole a el.

—¿Sunghoon? —. De nuevo esa voz, ahora sonando confundida.

—Lo siento, iré a traerte tu
chocolate —. Se pone de pie,
entrando a la cafetería antes de
que Jay comience a preguntar
acerca de su estado.

En cuestión de minutos sale con un vaso de chocolate caliente entre sus manos, tratando de ignorar la gran sonrisa en el rostro de Jay al recibirlo.

—Muchas gracias Sunghoon —. Agradece, dándole un pequeño soplido al chocolate humeante antes de beber un trago.

Sunghoon observa la expresión serena y alegre en la cara de Jay, se ve tan contento por algo tan simple como un vaso de chocolate caliente.

—No me has dicho qué haces aquí.

Las orejas de Jay comienzan a ponerse rojas. —Oh, bueno, uhm.

Se demora unos segundos, pero no tarda en entender qué ocurre. —Fue Heeseung, ¿verdad? El te pidió que vinieras.

Jay se apresura a negar. —¡Espera Sunghoon, no es lo que crees! No es que no confíe en ti o algo así, sólo quería que estuviera aquí por si tu mamá decidía dejarte descansar otra vez —. Explica, riendo un poco al decir lo último.

—De ahora en adelante voy a poner quince alarmas en mi teléfono —. Sunghoon murmura para sí mismo, pero sabe que Jay lo escuchó cuando su risa llega a sus oídos.

La risa de Jay, otra de las cosas que por alguna extraña razón le molestan, es chillona, no escandalosa, pero tampoco discreta, la detesta y la mayor parte del día le provoca dolor de cabeza.

Es por eso que le extraña que está vez su risa haya salido en un tono bajo y no riera mucho como acostumbra, sólo fue una risa fugaz.

—¿Ocurre algo? —. "¿Y a ti qué te importa?" Su subconsciente pregunta y Sunghoon tampoco entiende porqué le interesa el estado de ánimo de Jay.

—Nada en especial, ¿porqué lo preguntas Sunghoon? —. Si hay algo que Sunghoon aprendió después de aborrecer cualquier mínimo detalle en la personalidad de Jay, es saber a la perfección cuando el mocoso le está mintiendo.

Y ahora mismo eso hace, le miente en la cara, pero Sunghoon no iba a mencionarlo en voz alta, si Jay quería fingir que todo andaba bien, ¿quién era el para desmontar su pequeña mentira?

Asintió y ambos se quedaron en silencio el resto de la mañana, hasta que llegó la hora de abrir.

Después de la incómoda situación que ocurrió en la mañana, Jay se comportaba algo distante, le sonreía a todos y por supuesto que no perdía la oportunidad de halagar a quien sea

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Después de la incómoda situación que ocurrió en la mañana, Jay se comportaba algo distante, le sonreía a todos y por supuesto que no perdía la oportunidad de halagar a quien sea.

Solo era diferente con el, le evitaba y si llegaban a cruzar miradas, Jay le daba una sonrisa algo torcida que parecía más una mueca forzada e incómoda.

Cuando llegó la hora del almuerzo, Jay tomo asiento en una de las mesas y sacó la pequeña libreta azul que ahora estaba cubierta de stickers de gatito y comenzó a anotar algo en ella, Sunghoon no era un chismoso, nunca le interesaba lo que ocurría a su alrededor ni mucho menos quería saber sobre los problemas de los demás, pero algo en su interior picaba, como una espinita de curiosidad clavada en su cabeza que se hundía aún más y más.

Así que tomo una taza de café, un pedazo de pastel de chocolate de la vitrina y camino hacia Jay, colocó la bandeja frente a el, llamando su atención casi de inmediato.

—¿Es para mí? ¡Muchas gracias Sunghoon! —. Apartó la mirada cuando sus ojos encontraron los pequeños ojitos sorprendidos de Jay, le veía como si le hubiera dado un regalo enorme y extremadamente costoso.

Ya ni siquiera le importaba seguir utilizando esos ridículos diminutivos, estaba más concentrado en lo que había logrado ver anotado en la libreta.

Había unas grandes letras cursivas escritas con plumón azul: “Cosas que no debo hacer”.

Y abajo había círculos del mismo color, enumerando algunas cosas.

No sonrías mucho.

• No rías escandalosamente.

• Mantén tu distancia, no te acerques demasiado.

Esas eran las que consiguió leer antes de que Jay cerrará la libreta, pero era una lista bastante larga.

Sunghoon frunció el entrecejo mientras Jay comía su pastel, ¿porqué el chiquillo tenía una lista con cosas tan absurdas?

Sunghoon frunció el entrecejo mientras Jay comía su pastel, ¿porqué el chiquillo tenía una lista con cosas tan absurdas?

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