Parte 5

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Estaba acostado junto a Jeongin en su cama luego de entre ambos haberse comido las fresas con chocolate. Jeongin le contaba sobre su día al moreno mientras este estaba recostado sobre su pecho, escuchándolo solamente y riendo de algunas pequeñas cosas.

Le gusta el fuerte lazo que logró crear con el menor en muy poco tiempo. La amistad que tienen es fuerte al igual que la confianza mutua.

—¿Y tú? - preguntó. —¿Hablarás con tus padres sobre todo esto?

—SungHo - se sentó en la cama y miró al peli negro con mechas rubias. —Así se llama mí doppelganger - soltó un suspiro. —Quiero restregarle todo en la cara pero no sé cómo, o cuando

—¿Esperas un momento perfecto para eso? Jisung debes hablar con ellos ya, no puedes guardártelo

—Lo sé, solo quiero saber más de SungHo, es todo y luego hablo con mis padres - Jeongin lo miró como si estuviera negando las palabras del moreno, este solo le regaló una pequeña sonrisa y volvió a recostarse sobre su pecho.

Está cansado, no durmió bien la noche anterior por tener su mente llena de preguntas sin respuestas y cuando al fin pudo pegar los ojos la alarma había sonado.

Jeongin continuó hablando de cualquier cosa. El sueño comenzaba a llegarle al moreno cuando su padre entró de un golpe a su habitación haciendo que los dos hombres queden sentados en la cama por el susto que recibieron.

—Jeongin déjanos hablar solos

—¿Qué pasa? - el menor miró a Jisung por última vez antes de levantarse y salir de la habitación, dejándolos a ellos dos solos. —Papá - volvió a llamar al señor.

El Señor Han cerró la puerta y miró al moreno. —No estás matando a nadie - Jisung solo suspiró cansado y se dejó caer en la cama. —¡Han Jisung!

—¡O quieres que mate a un original o quieres que mate a los malditos vampiros! - se levantó de la cama, alzando su voz y levantando sus manos haciendo movimientos bruscos con ellas en el aire. —¡No puedo ser ambas, no cuando es fácil que el maldito original me mate!

—¡Déjate de idioteces y clávale la puta daga!, ¡Para algo la tienes! - Jisung bufó con una pequeña sonrisa en sus labios, se cruzó de brazos y miró al señor.

—¿Me quieres ver muerto?

—¿Qué? - arrugó su entrecejo.

—No te hagas el idiota. - su mejilla sintió un ardor de repente por la cachetada que recibió de parte del señor.

—¡Me respetas mocoso!, ¡Tu haces lo que digo y no me discutas por eso! - alzó su voz.

—¡¿Qué si me quieres ver muerto?! - esta vez gritó. Se acercó al mayor y con su dedo índice golpeaba levemente el pecho del hombre. —Tu sabes la verdad - se apuntó a si mismo. —Yo sé la verdad - apuntó hacia la puerta. —El sabe ma verdad, ¡Sabe que no soy un cazador y que estoy hechizado!

Los ojos abiertos del señor parecían decirlo todo, "¿Cómo se enteró? "¿Quién le dijo?" "¿De dónde sacó esa información?" Miles de cosas, miles de preguntas.

—Soy adoptado. - terminó de decir.

—¿Qu-

—¡¿Sabes lo mierda qué es que alguien más sepa todo esto?! ¡¿Sabes lo mierda qué es saber que en cualquier momento todos se van a enterar y me arrancarán la garganta?! - gritaba con sus ojos cristalizados, lleno de furia, tristeza y decepción. Caminó hacia su tocador y abrió la pequeña gaveta de este, de ahí sacó la daga y se volvió a acercar a su padre. —Mátalo tú. - le entregó la daga.

El Enemigo MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora