LA LOCURA MÁS GRANDE DE MI VIDA

530 36 15
                                    


POV ______:

Me desperté temprano la mañana siguiente, algo que es raro pues no es usual en mí. Me deshice del abrazo de oso que Alice -alias, la dormilona- me daba, luego dispuse a colocarme una de las mantas que había sobre las otras camas para abrigarme y antes de salir arrope a mi amiga para que no pasara frío.

Baje con paso pesado por las escaleras rumbo a la cocina, pues tenía la esperanza de que mi padre estuviera allí. Pero en vez de eso me encontré con la nana de mi amiga y ama de llaves de la casa, la señora Jerika Kafka.

-Hola Rika -dije pasando a la estancia, ante el anuncio de mi llegada ella sorpresivamente se lanzó a mis brazos, estrujándome.- ¿Qué pasó? - pregunte preocupada.

-Ayer, me enteré de lo que pasó en tu casa, mi niña. -hablo la pequeña y tierna anciana al instante que se separaba de mí y me miraba con unos conservados ojos avellanas.- Lo lamento.

- No. Tú no tienes ninguna culpa, no te preocupes. - dije regalándole una pequeña sonrisa para darle tranquilidad.

- No, yo te considero como una hija y te he fallado, así que como consuelo te consentiré preparando tu desayuno favorito. –Dijo la señora sin reparos consiguiendo sacarme una mirada de ensoñación y una sonrisa idiota.

- ¡¡Ah!! - chille de emoción- Chocolate- dije como palabra en sueños mientras la señora se alejaba volviendo a sus labores y yo me sentaba en la pequeña mesa del cuarto ajustando mi mantita para que no se soltara.- Rika llama al doctor, siento que moriré.- Solté a la broma causando el efecto deseado.

-JAJA... -río suave la señora- ¿Cuándo cambiaras pequeña?

- No lo sé -murmure con lástima recostándome sobre mis brazos apoyándome en la mesa e soltando un bostezo. Es entonces cuando recuerdo el por qué de mi venida.- Rika... ¿Sabes dónde está mi papá?

-Oh... El señor Darrel ya se marchó -al escuchar eso suspiré en derrota- Me encargo dos cosas para ti. -ante ese anuncio me incorpore curiosa sentándome derecha, y me encontré a la mujer canosa por los años entregándome una carta- Toma -me aliento y le hice caso- me dijo que la leyeras con calma.

Cuando vi que la señora se disponía a hacer lo suyo analice meditabunda el pequeño sobre amarillo, pero no lo abrí. No tenía ganas de hacerlo. ¿Cómo demonios mi padre pudo dejarme? ¿Acaso no le dije que yo había provocado esas llamas?, que estas habían salido de mí. Él no se merecía mi atención, no por el momento. Con una ligera culpa lo guarde en el bolsillo de mi pijama, que raramente no se quemó cuando encendí mi habitación.

-¿Cuál fue la otra cosa que te encargo? –Pregunte cuando la mujer se acercó a mí con un vaso de leche en las manos y lo dejaba sobre mi mesa.- ¿Leche? –Dije viendo la sustancia blanca con desgano, mientras doblaba el cobertor con disimulo.

-La leche nos hace resistentes, tómalo o no hay torta. –Dijo y en respuesta solté un suspiro frustrado levantando la odiosa bebida para tomarla, entretanto la veía buscar algo en su mandil. Todo lo que uno tiene que hacer por su pedazo de torta- Aquí esta. –Dijo sacando una tarjeta de crédito. Para entonces ya dejaba el vaso vacío sobre la mesa.- ____ tienes un bigote. –Por el aviso utilice la manga de mi chompa como servilleta.- Toma esto –hablo poniendo énfasis en esto y me tendía la tarjeta- no es para estar malgastando. Es para comprarte ropa, pues al parecer toda se ha quemado en el incendio.

-Bien. –contesté mientras la guardaba haciéndole compañía a la carta. Dentro de mi mente ya maquinaba alguna salida en compañía de Alice rumbo a mi casa e al centro comercial.

-Hablo en serio. –Dijo la señora volviendo a sus tareas llevándose mi vaso consigo.

-Yo también. –Conteste.- Oye ¿Puedo encender la televisión? –Hable cogiendo el control remoto, Rika en respuesta solo asintió.

FUEGO EN EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora