Capitulo 25
— Narra Suga —
Necesitaba una ducha con urgencia, fueron días muy intensos.
Ni siquiera llevé las maletas a mi habitación, me quité la ropa que vestía y fui directo a la ducha.
Por unos largos minutos dejé el agua caer por mi cuerpo para despojarme del cansancio acumulado y aclarar algunos pensamientos, mi mente estaba sobrecargada entre el trabajo y todo lo que estaba viviendo con la Florecita.
Aunque ella nunca me prometió otra cosa y siempre me pidió tiempo y espacio, no puedo negar que esperaba algo más que una simple amistad después de estos últimos días, pero debía respetar su decisión.
Ya imaginaba cuál sería su respuesta, yo tenía claro que ella no se había olvidado de JungKook, y tampoco podía negar mi naturaleza, no iba a detener mi vida para esperar que cambiara de parecer, estaba claro que cada uno seguiría su camino.
Como su amigo iba a estar presente siempre que me necesitara, y, como hombre, esperaría pacientemente mientras disfrutaba de los placeres de la soltería.
Sí, siempre he sido un mujeriego, y nunca he negado mi naturaleza.
— ¡Hola hermosa! ¿Cómo estás? – le marqué a mi masajista de confianza apenas terminé de bañarme, ella me ayudaba a liberar tensiones siempre que la necesitara.
— ¡Es una sorpresa recibir su llamada Sr. Suga! – exclamó Aray con sarcasmo, desde que me reencontré con ________ no había solicitado sus servicios.
— Necesito tus masajes, ¿puedes venir ahora? – confieso que solo pregunté por cortesía, porque ella siempre estaba disponible para mí, digamos que era su cliente favorito – Puedo mandar por ti ya – le propuse.
— ¡Claro que sí! Te envío la dirección en un mensaje – dicho eso finalizamos la llamada.
Aray era una chica muy extrovertida y un poco alocada, pero especialmente comprometida con su trabajo, muy profesional. Siempre ha tenido claro cuál era su lugar, y cuáles eran los límites entre nosotros, sabía perfectamente a lo que venía.
Ella era la chica perfecta para liberar un poco de estrés y tener un poco de diversión.
Cogérmela no era mi plan, un masaje completo y un buen oral serían suficientes, de momento.
Llegó al cabo de media hora, en cuanto escuché el timbre sonar sabía que era ella, así que le abrí de inmediato la puerta y la invité a pasar.
Siempre impecable, Aray era una mujer de estatura promedio, pero exuberante, con cabello lacio a nivel de los hombros y curvas prominentes que derrochaban sensualidad al caminar. Vestía una gabardina roja y unos zapatos de tacón que la hacían lucir más estilizada, y su piel naturalmente morena resaltaba el café de sus ojos.
— Vamos a mi habitación – le indiqué.
— Me gusta, directo a lo que quieres – dijo con una sonrisa coqueta mientras me seguía a la recámara.
Le alcancé los aceites especiales para masajes que tenía listos en la mesita de noche, y me acosté desnudo en la cama luego de quitarme el pijama.
— Puedes comenzar – ordené.
Se despojó lentamente de la gabardina dejando al descubierto un provocador conjunto rojo de encaje que presumió ante mí dando un par de vueltas en el lugar, antes de subirse junto a mí a la cama.
Untó un poco de aceite en sus manos y comenzó a deslizarlas suavemente por mis piernas hasta llegar a mi entrepierna, y sentarse a horcajadas sobre ella, rozando mi miembro con su ropa interior.
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