4

116 11 1
                                    

𝑶𝒔𝒗𝒂𝒍𝒅𝒐

¿Qué le he hecho a la vida? He intentado ser bueno, aunque quizás no tanto como debería. No he mentido, bueno, tal vez un poco. No he robado, salvo algunas galletas de mi abuela y un poco de dinero a mi madre.

No... mejor olvídalo. Ya recuerdo lo que hice.

-Vete, por favor.

Paciencia, ven a mí.

Terminamos hace un año, ¡un año! Y aún parece que no lo asimila. No sé por qué sigue buscándome. No quiero ser cruel con ella, pero ya no sé cómo hacerle entender.

-Pero yo te amo -dice mientras hace un puchero.

Sé que no funcionará, no otra vez.

-Pero yo ya no... Deja de hacerte esto. Eres una chica linda e inteligente; alguien especial llegará a tu vida.

-Pero yo te quiero a ti -insiste.

Respiro hondo.

-No.

Parece enojada y triste; no esperaba esta respuesta. ¡Me ha tirado su refresco!

Y se fue.

[...]

-¿Llovió refresco de mora y me lo perdí? -pregunta Olivia al entrar al edificio.

Su mirada es una mezcla entre burlona y confundida.

-Sí, estuvo buenísima la lluvia. Lástima que te la perdiste.

Ella ríe, una risa encantadora que se ve un poco contenida, ya que se tapa la boca con la mano.

-No lo hagas.

-¿Qué cosa? -pregunta, frunciendo el ceño.

-Taparte la boca cuando ríes.

Ella desvía la mirada y continúa su camino hacia las escaleras. No soy fan de las escaleras, pero esta vez las usaré.

-Mi ex me tiró su refresco -comento, rompiendo el silencio.

-¿Tan mal terminaste? -pregunta con curiosidad.

-Terminamos hace un año y parece que aún no lo asimila. -Hago una mueca y ella asiente en comprensión.

-Quizás te ama mucho.

-Me engañó dos veces y yo la perdoné; tanto no me amaba. - confieso, sintiendo que tal vez no debí haberla perdonado ni la primera ni la segunda vez. Fue mejor dejarlo atrás.

-Qué tonta esa chica -murmura ella, casi para sí misma.

Sonrío ante su comentario.

[...]


Las revistas de la chica que vivía aquí antes deben dejar de llegar a mi casa. Se fue hace un mes, así que debería cambiar la dirección de entrega.

Miro la portada y, un momento, ¡conozco a esa chica!

-No. Puede. Ser. -digo pausadamente, abriendo los ojos como platos.

Salgo corriendo hacia la puerta, sin olvidar las llaves. Bajo rápidamente al piso de abajo y toco la puerta como si me persiguiera alguien.

Ella abre, despeinada y con ojos soñolientos. Uh, no debí tocar su puerta a las dos de la mañana.

-¿Qué quieres, Valdo? -pregunta con voz perezosa.

𝑬𝒔 𝒓𝒂𝒓𝒐 𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓  ||  𝐸𝑙  𝑀𝑎𝑟𝑖𝑎𝑛𝑎 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora