Prólogo.

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Llegué a su casa, y lo vi ahí. Jamás podré explicar el terror, angustia, y la tristeza que sentí en esos momentos.

Me acerqué de manera lenta, con la respiración pesada. El ambiente era igual, no era en definitiva cómodo; mis manos temblaban, y por momentos sentía mis piernas doblegar, amanenazandome con caer.

Escuchaba los grillos y la tranquilidad de la noche, como siempre, pero la escena frente a mis ojos para nada lo era. Se movía de un lado a otro, levemente. El banco en el piso ahora estaba tirado, y sus pies colgaban.

Escuchaba los latidos en mi corazón, las pisadas, y cualquier otro ruido, esperando que fuera alguna broma, que Miguel saliera de su escondite y se burlara de mí como era su costumbre.

¿Por qué?

Le di vuelta al cuerpo, no pude evitar que lágrimas salieran de mis ojos sin permiso. Me subí al banco que estaba tirado una vez que lo acomodé, y deshice el nudo en la cuerda. Con sumo cuidado cargué a Miguel y lo recosté en el sucio sillón, casi no pesaba, se notaba que no había estado comiendo bien.

Observé su pálido cuerpo, por un largo rato, ido. Incluso me acerqué a su rostro para verificar que aún respire.

Nada.

Tomé sus brazos, los analice y vi las marcas en estos. ¿Se las habrá hecho él, o la loca de su madre?, había algunas viejas quemaduras de cigarro en estas también. Mi corazón se hizo aún más pequeño.

Dirigí sus brazos a mis labios y besé sus cicatrices. Todavía creo que es un ser hermoso, y no quiero perder a mi amigo, a mi mejor amigo, a mi compañero, la persona que se robó mi corazón desde el primer instante.

Lloré aún más, no pude evitarlo. Entonces me llegaron un montón de recuerdos.

Dios, tráelo de vuelta, o llévame con él.

Fuck it - PapuFresco [CONCLUIDA] [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora