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Seoyeon tenía el 97% de la atención cuando entraba en una habitación. El 3% restante era para los tatuajes en su pierna al menos es lo que no me había permitido ignorar ni una sola vez. Me agradaba pero no era la clase de chica que quisiera interactuar más allá de su entorno, sabía quien era porque estaba en mi clase de historia y se había sentado frente a mí los últimos 2 años en algunas clases extracurrículares sin embargo parecía que la conocía bien después de todo ese tiempo.
Estaba enterado de mucho de ella, por ejemplo los lunes corría casi 3 kilómetros alrededor del campus, siempre usaba calcetines a juego con sus zapatillas y no toleraba las aceitunas.
Sobre todo, estaba enterado de su singular trabajo de medio tiempo no es que fuera algo indebido solo no me parecía algo por lo que la gente debería pagar, es decir siempre pensé que las personas incapaces de superar un corazón roto eran unos fracasados. Hasta que me convertí en uno, y en uno loco. Daba vueltas alrededor del colchón todas las noches, me dolía la cabeza de tanto recordar, sollozaba como un niño cuando comía mi cereal por las mañanas y ni siquiera podía atarme las agujetas porque de un día para otro lo había olvidado era como si Jaesoo se hubiera marchado con mi alma y yo fuera un ser deshabitado. Solía sentarme en el borde de la bañera tratando de recordar como vivir mi vida porque todo se sentía desconocido y muy doloroso.
Era una completa tortura hacer el desayuno en donde alguna vez cociné para ella y mirarme en el espejo que utilizaba para mirarme mientras se vestía me hacía un vacío gigantesco en medio del pecho de nuevo estaba solo, el clóset desocupado y sus obsequios parecían observarme mientras intentaba recuperar algo de aire al llorar. Ya no podía más necesitaba ayuda. Así que tuve que aceptarlo y desistir.
-Estoy segura de que puedes hacerlo mejor Yoongi, vamos-volvió a retroceder.-No... no puedo-gemí-. Estás loca-bufé-, en serio Seo, estás completamente loca-tomé aire.
-He escuchado eso más veces de las que te imaginas-viró los ojos-. Así que no me parece un insulto. Mueve esas piernas débiles...
-No quiero-me tiré al suelo de rodillas y todo lo que conseguí fue raspar mis rodillas con la grava en el camino-. Carajo-me levanté de golpe y terminé golpeando su nariz con mi cabeza cuando intentó ayudarme a ponerme de pie.
-Puta madre, Min-colocó su mano para detener la sangre pero era un completo desastre. Terminó ensuciando su camisa y las zapatillas blancas que llevaba.
-Lo siento, lo siento, lo siento. En serio lo siento mucho-coloqué mi mano en lugar de la suya y la ayudé a sentarse-. Déjame ver-levanté su rostro-, no parece grave pero necesitas limpiarte para que pueda saberlo con exactitud.
Todo el camino fui lamentándome ante el catastrófico resultado de mi primer día fuera de casa. Había vuelto tan pronto como salí, exceptuando que esta vez volvía a tener la compañía de una mujer de nuevo, alguien iba a notar que estaba siendo un total fiasco. No obstante, la castaña no dijo nada respecto a la ropa sucia en el sillón, la nevera vacía o la pila de trastes sucios en el fregadero. Se limitó a sentarse pacientemente entre las bolsas de frituras y la pasta alrededor del sofá mientras le limpiaba la nariz al revisarla, ni siquiera intentó mirar la mesa de centro llena de latas vacías. Incluso cuando se puso de cuclillas frente a mí para curar mis rodillas nunca dejó de mirarme solo a mí. Vi a través de todos esos lunares en su rostro, Seoyeon también estaba triste.
Sabía de lo que hablaba en el momento que dije que no iba a juzgarme, por el momento estaba aliviado así que perdí la noción del tiempo cuando me recosté en el sofá esperando a que se aseara me quedé profundamente dormido después de meses sin dormir. Tal vez la seguridad de otro ser viviente en casa era lo que necesitaba.
Cuando desperté todo estaba igual, pensé que ella tendría algo de compasión por mi alma rota y me ayudaría a limpiar, lo había visto en películas románticas. No fue así, todo lo que encontré fue una soda de naranja sobre la encimera y una fea nota hecha con el sobrante de una servilleta usada:"Los corazones rotos todavía pueden darle la vuelta al mundo. Sayonara"
No había mucho que decir respecto a Jaesoo, exceptuando que pensé que era el amor de mi vida. Nuestra conexión era irrebatible pero al parecer solo lo era físicamente porque cuando hablé de conocer a sus padres o casarnos no estábamos en la misma sintonía. Ella decía amarme pero después de cuatro años no había puesto un pie en donde vivía, no posteaba fotos de nosotros ni le decía al mundo que yo era suyo, que yo estaba loco por ella. Jaesoo no explotaba de amor por mí como yo por ella. Tontamente me mentí creyendo que era normal no amar al otro en la misma medida o tan siquiera un ligero balance entre el amor que parecía teníamos de forma irrevocable.
Había algo en ella que me hacía ignorar todo sentido de decencia humana hacia a mí, la dejaba entrar y salir de mi corazón una y otra vez porque la amaba y no importaba si me hería en el intento por recuperarme, yo siempre quería que volviera a mí. Eso era lo que se suponía que uno hacía cuando amaba, ceder por el otro, dejarlo ser.
Así que ya no sabía qué más hacer, entonces miré a mi alrededor. Me di cuenta de que necesitaba recuperar algo más que la lástima porque la vida no iba a detenerse y yo definitivament quería darle la vuelta al mundo incluso con ese corazón roto. No era que no importara cuanto me dolía, es que ya había tenido suficiente de lamentarme.
Comencé limpiando la habitación, decidí llenar los espacios vacios con algunos de mis trofeos de deletreo del sexto grado quité las fotografías de la nevera y me deshice de todas las prendas que alguna vez me obsequió dentro de una bolsa de basura. No volví a mirar el interior ni siquiera cuando pensé en recuperarla del contenedor de basura.
Mi corazón sintió algo de paz cuando volví a entrar en la casa. Ya no olía más a su perfume de moras que tanto detestaba y su cara no estaba más en todos lados. En ese caso, sí, sayonara.
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Broken hearts club
FanfictionSeoyeon dedica su vida a reparar corazones rotos, exceptuando el suyo.