Me follé a la madre de mi amiga tras la graduación

93 1 0
                                    

La madre de una amiga con la que salí asistió a la graduación del Master siendo el único de los padres que llegó sin pareja. Tras pasar todo el día con el grupo, me ofrecí a ser su acompañante en Madrid al día siguiente, trabajándomela sin prisas hasta que se rindió y acabamos follando

Después de dos años de intenso esfuerzo, por fin esa mañana recibíamos el grado de Máster de MBA en el Instituto de Empresa de Madrid. En mi caso, había estudiado Económicas en la Complutense, y mi padre insistió en continuar mis estudios con este Máster.
Después de la ceremonia de entrega de diplomas, el grupo de amigos que habíamos compartido las tareas de trabajos en equipo y muchas salidas, presentamos a los padres respectivos. La única persona que estuvo sin pareja, porque estaba separada era Pino, la madre de Maya que estuvo saliendo conmigo a principio del Máster y después acabó con Luis, un rico venezolano del grupo y cuyos padres que residían en Miami, no habían podido venir.
Aunque los padres se marcharon, Maya nos pidió que su madre se apuntara a venir con nosotros, ya que estaba sola en Madrid. Me pidió que le prestara atención dado que la conocía porque en el primer trimestre cuando aún salía con su hija, coincidí con ella cuando vino a Madrid. Había sido Miss Las Palmas a los diecisiete años y ello le valió casarse con el hijo de una de las familias más ricas de la isla, un matrimonio que había terminado hacia un año. 
Fue madre muy joven, lo que le valía que pudiera mantener ahora el tipo y aspecto de joven, y haciendo honor a la leyenda de la belleza de las chicas canarias, seguía siendo una mujer bellísima en su madurez. Aunque era más baja que su hija, le ganaba en volumen de tetas y en dureza de culo, con cincuenta años, el más alto que yo había visto nunca.
Después de haber tomado varios chupitos, ya se había quitado la máscara de mamá y mostró la de una chica con ganas de divertirse, liberada de un matrimonio que la había atrapado a los dieciocho años. Casi se quejó cuando a las diez fueron marchándose cada uno a sus casas, agotados de tanto beber.
Se despidió de Maya que se fue al piso que compartía con Luis. Ya no se verían porque al día siguiente se iban los dos a Miami.
Como yo era el único del grupo sin pareja, quedé en acompañar a Pino hasta su hotel.
—Gracias Sergio, me voy tranquila de que la acompañes —se despidió Maya abrazándome, con un cariño que no había desaparecido cuando dejamos de salir.
Le propuse a Pino ir caminando para que se nos pasara un poco el efecto alcohol y disfrutar de una preciosa noche de junio de Madrid.
—Me gusta mucho venir a Madrid, no hago estas salidas en Las Palmas.
—Perdiste a Maya y te has quedado con el premio de consolación
—No tenemos nada de que consolarnos, los dos estamos bien. Y en cuanto a ti, eres un Premio con mayúscula y sin adjetivos.
Sin habernos dado cuenta, habíamos llegado a la puerta de su hotel.
—Gracias por la comida, por la tarde y por acompañarme. Has sido muy amable.
—Me encantaría pero es para ir acompañada o en grupo.
—Entonces, ¿qué más tienes que pensar?
—Eres una visitante VIP de Madrid y no podemos dejar que te sientas sola —remarqué—. ¡Verás cómo lo pasamos bien!
Yo también le di vueltas y se me pasó por la cabeza la idea de follarme a la madre de Maya. Era una fantasía poder follarme a hija y madre pero no estaba seguro de que ella estuviera por la labor pero si había aceptado salir, quería decir que había partido, solo debía jugar bien mis cartas.
El buen ambiente que creamos durante la comida de la entrega de diplomas seguía intacto al saludarla, lo que hizo aumentar mi idea de poder llevarme a esa hembra a la cama.
—Me parece extraño la salida pero en el fondo me alegro, ya imaginaba un día a solas —exclamó—. ¿Qué plan hay?
—De momento irnos a pasear por la zona centro, el ambiente allí será genial. Y entrar en el sitio que te apetezca.
—Espero que con lo grande que es Madrid, no nos tropecemos con amigos que conozcan a Maya —dejó bien claro.
—¿Me llevas de turista? —sonrió.
—Pues un poco sí...
—Eres una estrella fugaz que has pasado por aquí y no sé cuando volverás a pasar.
—A mí me parece que tu edad está volando a Miami con tu hija. Aquí se ha quedado su hermana.
Se quedó parada. Parecía que debía dejar claro la situación entre ambos.
—No quisiera defraudarte Sergio. Me pareces un chico genial. Pero no creo que yo sea capaz de lo que creo que tú esperas. Es normal a tu edad enrollarse y pasarlo bien. Pero yo no podría....
—No te voy a negar que me gustaría que sucediera algo pero no es obligatorio. ¡Solo quiero que te encuentres bien!
Me dio un abrazo en el que dejó la huella de su espléndido pecho marcado en mi pecho.
—¿Solo un abrazo?
Me besó ligeramente, para no dar una idea ni de liberal ni de conservadora. Me guiñó un ojo que confirmó que aunque había dejado las cosas claras, no por eso iba a renunciar a pasar un día divertido.
—Lo cortés no quita lo valiente.
Todo el mundo bebía y picaba en plena borrachera de alegría compartida en la que se había convertido las comidas de Madrid desde la pandemia. El ambiente era casi desmadrado. Me acerqué a la barra a por un vermut y los llevé eufórico a la mesa, mientras ella bromeaba con dos chicos que debieron pensar que estaba sola.
—El único riesgo es que te pidan el carnet de identidad. Esto es para mayores.
La risa que provoqué en ella fue estruendosa.
Su risa confirmó que estaba predispuesta a seguir un guión loco y divertido. Miró a su alrededor sumergida de lleno en el ambiente.
—¡Como me alegro de haber venido!
—Madrid no son solo museos o parques.
—Madrid es genial... con buena compañía —guiñó un ojo.
La agarré de sus manos y comencé a girarla al ritmo de la salsa que sonaba, marcándole los pasos. La notaba cómoda y desenfadada, le gastaba bromas picantes y permitía mis acercamientos de una forma natural. Ante un apretón bailando, con dulzura me separó.
—No te animes demasiado, no me gustaría que esperaras algo que no puede ser. ¿Lo entiendes?
—Por supuesto. Hoy preocúpate solo de disfrutar.
—¡Carpe diem!
Yo me sentía inseguro ante la estrategia que debería desplegar para poder follármela. Ella no parecía en absoluto conservadora, solo tenía que quitarle de su cabeza la manía de la edad...y de que había sido el amigo de Maya.
Pasado un rato, se sintió cansada y algo mareada y quiso retirarse a descansar. De camino a su hotel, el ambiente en la calle no podía ser más festivo, la gente celebraba cada vez más el tardeo que la propia noche.
Ya en el hotel, quiso hacer una siesta para poder recuperarse, iba pasadita de cervezas y vinos y no estaba preparada para ese ritmo de marcha y bebida. Cuando suspiraba que me invitaría a subir, con tacto me despidió.
No podía dejar que se escapara sin al menos intentarlo. Le quedaba una noche antes de que volara a Las Palmas.
—¿A qué hora te recojo luego?
Se rió de mi comentario

Lidia, la ninfa pelirrojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora