Las estrellas no cambian de lugar

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Cuando llegue a mi casa encendí la tele y en las noticias contaban lo que nos acababa de pasar, mire un rato hasta que dejaron de decir algo interesante y entonces me dirigí a mi cuarto para cambiarme de ropa, en pijama me dirigí a mi cama pero en ella, en un lugar donde no recordaba haberlo dejado estaba el diario, que de una forma tétrica parecía observarme asi que decidí agarrarlo y empezar a leer

La letra había cambiado bastante, parecía algo nerviosa e incluso diría que estaba escribiendo obligado

<<Hace tiempo que no escribo pero las cosas no han cambiado mucho, la relación con Aled está llena de altibajos pero seguimos teniendo cosas y estoy coincidiendo con un chico todos los días, creo que será alguien especial



- ¿A donde vas Eze?

- A ver las estrellas Aled, como todas las noches

- No entiendo porque vas si siempre están igual

Ignorando el comentario subí  y ahí estaba otra vez, llevaba encontrándome con ese chico casi dos meses, todas las noches en la azotea, no había tenido la valentía para hablarle y el tampoco había mostrado más interés que mirarme de vez en cuando, la única interacción que había sido una carta, hará como un mes

Me senté, como siempre, lejos del él, al otro lado de la azotea para poder pensar en mis cosas, a lo lejos la parte rica, con su inconfundible luz y brillo que atravesaba la cordillera que separaba esta zona del resto del mundo, me quedé mirando la ciudad, infinita ante mis ojos y puede notar la tristeza de toda esa gente, deseando no vivir en este mundo. Volviendo a la realidad puede notar el movimiento sorpresivo de una sombra, muy rápido para poder reaccionar, al girarme lo vi a mi lado

- Por fin me he atrevido ha hablarte - la otra persona estaba muy nerviosa a mí lado

Era una persona de piel blanca y pálida, con el pelo negro hacia atrás, que caía por los lados de la frente y vestido de cuero negro, sus ojos eran de un color negro rojizo como un carmín oscuro o apagado, después de un par de segundos miró hacia donde yo estaba mirando

- Bonito paisaje ¿Verdad? Soy Ezequiel Dhar

- Ya, es muy bonito, como tú

- Que amable de tu parte - le mire fijamente - ¿Como te llamas?

- Markus, Mark o derivados, como prefieras

- ¿No tienes apellido?

Se hizo un silencio, no era incómodo, era un silencio reflexivo, que dejaba claro que no sabía que decir

- Perdón si te he incomodado, no hace falta que contestes

- No te preocupes, simplemente hice algo con lo que tengo que vivir y el hecho de rehuir de mi apellido es una forma de redención

- Y ¿Cuando sientas que ya has tenido tu redención receptarás tu apellido?

- Correcto

Hablamos un poco sobre mi y como había llegado hasta ese bloque de apartamentos, también sobre Aled e Isaías. Mucho tiempo después, cuando el sueño ganaba a mis fuerzas de mantener los ojos abiertos nos despedimos, yo como siempre me fui antes que él, nunca le vi irse de la azotea, como si viviera en ella. Al llegar a mi piso pase por la puerta de mi cuarto, desordenado, demasiado para poder dormir en él, así que me decante por ir al sofá a dormir

La historia entre las sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora