Elegante pero delicioso

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El señor Jeon dejó la tienda de Yuqi bastante satisfecho y con una
ligera sonrisa en sus labios perfectos. Subimos al coche y ladeó el rostro
mientras me miraba. Yo ya tenía el móvil en las manos y repasaba los
últimos mensajes, pensando en que debería responder a unos cuantos
antes de cenar.

—El Departamento de Contabilidad y la señora Lee quieren empezar a
reunirse con usted para valorar el año que ha tenido la empresa —le dije
tras leer un correo de ella—. Les he
hecho un hueco dos semanas antes de que se marche usted en navidad con su familia.

—Las últimas semanas del año siempre son muy duras —respondió.
Cuando llegamos a casa el señor Jeon quiso seguir trabajando un poco,
hice un par de llamadas y después le avisé de que la cena ya había
llegado. Tuvimos una conversación muy extraña sobre si la niebla podía
llegar a ser tóxica; no recuerdo cómo llegamos a eso, pero sí que cada vez
que yo decía algo sobre el cambio climático o la contaminación, Jungkook
ponía los ojos en blanco y negaba con la cabeza.
Por suerte para él, nos interrumpió la prometida llamada de su hermana,
porque yo me estaba empezando a enfadar un poco con las respuestas
airadas del señor Jeon sobre el tema. Yo iba a responder, pero él me hizo
una señal para que le diera el móvil.

— Dayhun—respondió con tono serio mientras me miraba—. Sí, ya me dijo
Jimin que habías llamado —pausa—. Si, iremos —otra pausa más corta—. Los dos —aquel último silencio fue más largo, pero el señor Jeon entrecerró un poco los ojos y puso una leve mueca de enfado—: Nos encargaremos nosotros del regalo —y colgó.Dejó el móvil sobre la mesa y continuó cenando lo poco que ya quedaba en su plato. Yo mastiqué con detenimiento mi último bocado, valorando la idea de preguntar o no sobre lo que había pasado.

—¿Todo bien? —terminé preguntando.
El levantó los ojos hacia mí y siguió masticando un par de segundos antes de responder:

—No mucho.

—¿Quieres hablarlo?

—No.
Asentí y dejé el tenedor a un lado, esperando a que el terminara con lo poco que le quedaba, después subió a ducharse y yo recogí todo antes de hacer lo mismo en el baño de invitados. Subí solo con mis bóxer azules puestos, sin tener muy claro qué ropa íbamos a llevar a aquella fiesta «elegante pero deliciosa». El me llamó desde el final del pasillo y me ordenó que fuera hasta su habitación. Cuando entré ya se había ido hacia el vestidor y lo encontré frente al espejo de cuerpo entero, solo con los pantalones de traje puestos y un cinturón gris mientras se anudaba la corbata al cuello sobre su pecho desnudo.

—Ponte solo un pantalón negro y los tirantes —ordenó, dedicándome una
mirada a través del reflejo.

—¿Solo? —tuve que preguntar con una leve inclinación de cabeza.

—Solo —repitió.
Así que volví a mi habitación, me quité la ropa interior y me puse uno de
mis pantalones de pinza negros antes de volver junto el señor Jeon

—¿Los tirantes? —le pregunté desde la puerta.
Jungkook todavía estaba frente al espejo e hizo una señal hacia la bolsa que
había a un lado, la que Yuqi le había dado, de un tono violáceo y satinado; sin logo ni marca y relleno con una especie de papel maché negro. Se podía ver que era algo caro, algo que te darían en cualquier
tienda de lujo, pero echaba en falta algún tipo de logo como: «Yuqi’s Secret. Tu tienda BDSM».
Saqué los tirantes blancos y un poco anchos y me los puse sobre la piel.

—Ven —ordenó el señor Jeon.
Me acerqué y él me miró de arriba abajo, empezando a ponerse duro un poco, pero era lo habitual cuando me veía sin un poco de ropa, así que no le di demasiada importancia. Metió los dedos índices bajo las tiras y las centró un poco sobre mis hombros, siguiendo su recorrido por encima de mis pectorales hasta la cintura. Cuando estuvo contento con el resultado se puso a mi lado y nos miró a ambos en el reflejo. Debió gustarle lo que vio, porque el bulto de su entrepierna se hizo todavía más grande, aunque nada en su expresión seria cambió.

El asistente del jefe (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora