#TuAmo

97 11 0
                                    

Me quedé helado y sin habla. Aparté la mano de la entrepierna de Jungkook y la subí hasta su pecho abultado y duro. Miré a Taehyung y después al señor Mingyu, sonriente y eufórico por aquel momento y pensando, quizá, en las muchas guarradas que podríamos hacer los tres para divertir a sus amigos.

—Vaya… así que al final sí eras otra de sus putas —me dijo Taehyun, estirando su sonrisa cruel.
Lo volví a mirar en silencio. Se había teñido el pelo y ahora lo tenía de color azul claro.
Sin embargo, parecía algo desmejorado, un poco ojeroso y un poco más delgado que antes. Taehyun siguió sonriendo antes de inclinarse sobre la mesa, coger una de las pizarras negras y aspirar una raya de cocaína con sorprendente facilidad. Posiblemente porque ya lo había hecho cientos de veces antes.

—¡Es todo un puto cerdo! —se rio Mingyu, como si fuera un halago y no un insulto, mientras la deba una palmada en la espalda a Taehyun—. ¡Les encanta a todos! ¡Les dije: este es uno de los chicos de Jungkook! ¡Va a ser genial!
El señor Mingyu fue hacia su sitio en el sofá y se dejó caer, como si se preparara para ver un espectáculo emocionante y muy esperado. Taehyun se pasó el brazo por la nariz y aspiró un par de veces sin dejar de sonreír, se acercó a nosotros y se sentó en el borde de la mesa. Colocó las manos un poco atrás para poder recostarse un poco, seguramente para resaltar su musculatura más definida y el nuevo tatuaje con dos aspas militares
invertidas que se había hecho en mitad del pecho. Una marca de sumiso.

—Buenas noches, Taehyun —lo saludé con un tono neutro, algo educado que
desentonó mucho en ese momento. El soltó un bufido y una carcajada. Abrió más las piernas, resaltando el bulto nada sutil que producía su polla contra el jockstrap rojo y blanco que llevaba. El seguía siendo un hombre muy atractivo, sórdido y llamativo; lo que, al parecer, al señor Jeon  tanto le gustaba.
—Qué sorpresa encontrarte aquí —añadí, rompiendo aquel breve e incómodo silencio.
Pero Taehyun ya no me estaba prestando atención. Miraba directamente a Jungkook, quien lo miraba de vuelta con expresión seria y completamente indiferente. Al contrario que yo, él no había apartado su mano de mi culo y seguía rozándome el ano con la punta de los dedos bajo el bóxer rojo. Algo que en ese momento me resultó profundamente incómodo.
Taehyun ladeó el rostro con aquella fina sonrisa en los labios. Parecía estar tratando de descubrir algo, quizá saber si todavía ponía cachondo a Jungkook, si él deslizaba su mirada para recorrer su cuerpo y su entrepierna con deseo. Algo que no sucedió.

—Me hice bastante famoso en la última orgía —respondió entonces—, ahora no paran de llamarme para estas fiestas.

—Qué bien —asentí, porque supuse que hablaba conmigo.
Sinceramente, me sentía muy expuesto y perturbado por la presencia de Taehyun. Hubo un tiempo en el que me había jurado a mí mismo que no terminaría como él, enamorado del señor Jeon y dejándome manosear en fiestas asquerosas y depravadas; y, sin embargo, ahí estaba yo. Casi desnudo en mitad de una orgía de San Valentín y con los dedos de Jungkook metidos por el culo. Quizá Taehyun estuviera pensando lo mismo y riéndose de mí por ello.

—Hay hombres que saben apreciar muy bien lo que yo hago —continuó él, volviendo a ignorarme por completo—. Me dan regalos, me invitan a sitios, me dicen que me quieren —se encogió de hombros antes de ladear la cabeza hacia el otro lado sin dejar de mirar fijamente al señor Jeon—. Saben que soy demasiado bueno para dejarme escapar…
Sus palabras dejaron uno de eses silencios tan típicos de Jungkook, quien no parecía en nada sorprendido ni preocupado por lo que el le decía. Solo acercó el rostro a mi oído para susurrarme:

—No dejes de tocarme, Jimin.
Giré un momento el rostro hacia él, tratando de descifrar qué pretendía
hacer con todo aquello; aun así, obedecí y le acaricié el pecho con más intensidad, desde su clavícula hacia el comienzo de los abdominales para volver a subir. Taehyun miró aquello y tensó la mandíbula perdiendo parte de su actitud despreocupada y sonriente.

—Aunque creo que tú también has estado ocupado, ¿verdad, Jungkook?
Al señor Jeon no le gustó que dijera su nombre, así que dejó de mirarme tranquilamente para dedicarle una expresión seria y peligrosa.

—Vuelve a decir mi nombre y te cerraré la boca de una bofetada que recordarás el resto de tu puta vida —le advirtió con una voz profunda, fría y distante, su voz de Amo.
Pero Taehyun no retrocedió, más sonriente después de haber conseguido una respuesta de el , aunque fuera una mala. Soltó otro bufido y sonrió un poco más.

—¿Dónde está esa chica?, esa con la que sales tanto en las fotos. ¿No es tu novia? —se rio un poco en voz baja, como si aquella palabra le resultara muy graciosa—. ¿Sabe ella que estás aquí con la mano metida por el culo de tu asistente?

—¿No tienes ningún sitio al que ir, Taehyun? —intervine yo.

—Tú cállate, pedazo de puta —me dijo con voz cortante y desagradable, perdiendo por completo la sonrisa para dedicarme la mirada más fría y asqueada posible—. Ahora no eres mejor que yo, solo otro de sus sumisos.
Noté la reacción de Jungkook apretando un poco los dedos contra mi pierna con enfado; sin embargo, nada en su rostro dejó traslucir lo mucho que aquello le había molestado.

El asistente del jefe (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora