Caída

276 40 0
                                    

Fue Lucifer quién primero mandó a volar los cristales de la torre, fue Alastor quien en su cólera lo orilló al borde y fue el pie del soberano el que trastabilló antes que su cuerpo comenzara a caer al vacío.

Sin embargo nadie tuvo la culpa, nadie previó que el rostro de Lucifer se llenara de horror, que su mirada se tornara ausente como si en vez de estar viendo a Alastor fuera alguien más en su lugar.

Ni siquiera pudo sacar sus alas, en cambio sus brazos rodearon su propio pecho como si estuviera sosteniendo algo.

Y tampoco nadie ocasionó que más allá de la sorpresa, el ver al rey tan ido le hiciera olvidar al demonio radio que una caída de esa altura no le haría ni un rasguño.

- ¡Lucifer!

Esa fue la primera vez que lo llamó por su nombre, la primera vez que corrió tras él, que deseó que mientras ambos caían esos ojos rojos lo reconocieran.

No sucedió.

Las garras se extendieron hacia el rey desesperadas por alcanzarlo mientras éste temblaba de impotencia.

Todo se sintió tan lento y vacío, como un interminable martirio que transcurrió en cámara lenta hasta una contundente conclusión.

El impacto llegó terrible, la estática explotó un momento junto al humo que se levantó ocultando la escena, poniendo sumamente nerviosos a los espectadores que habían estado presentes desde que escucharon el ruido de la pelea.

Despacio, casi tortuoso, la imagen de ambos demonios se fue revelando.

Estaba en sus brazos.

Lucifer yacía en los brazos de Alastor mientras éste había recibido de lleno el impacto, pues quizá contagiado por el ensimismamiento del rey, no utilizó nada de por medio para detener la espantosa caída.

Seguramente en su interior más de un hueso estaría roto, pero realmente lo único que le mantenía atento era el temblar mórbido del ser en sus brazos.

El silencio que precedió se sintió eterno, cayó sepulcral, nadie se atrevió a decir nada.

Pareció una eternidad antes que la suave y débil voz del rey se escuchara.

- ... Tenía lanzas incrustadas en las alas - fue casi un susurro, uno lleno de pánico y dolor que de no ser por su cercanía el demonio radio no hubiese escuchado- cuando caí la tenía a ella en brazos y yo no podía volar ... estaba herido, además de las inservibles alas que no podía usar... no hice nada, me resigné ante la caída

Aunque fuese de forma inconsciente, la presión en torno al rey se volvió más fuerte, los brazos del ciervo lo rodearon con más ahínco mientras éste observaba el "cielo" en lo alto.

Tan lejano, tan incomparablemente lejos con la torre desde donde cayeron.

- El impacto no fue suficiente para que me desmayara, me dejó sentir claramente cómo se quebraron los huesos, atravesaron la carne, sentí el sabor de la sangre en la boca, comencé a ahogarme y aún con eso.... l-las cadenas surgieron del suelo mientras éste se convertía en hielo... pasé más de un siglo así...

El dolor llenó de golpe al ciervo, como si pudiera sentir el frío en sus huesos rotos todo el sentimiento físico se incrementó.

Lentamente los sollozos desesperados del rey llegaron a sus oídos, la estática se fue calmando a la par que su agarre se volvió más suave.

Muy despacio su mirar bajó observando el cabello rubio, aquellos hilos de oro que le cosquillearon los labios.

- Lo sostuve

Sus palabras atravesaron el momento, el pánico y la confusión en la que ambos se encerraron. Fue tan simple, tan suave, tan bajo, sin embargo también fue lo único que necesitó el Rey.

Su cuerpo tembló con un espasmo antes de quedarse quieto.

- Majestad, puede mirar.... Está bien

Las palabras del ciervo no llegaron del todo a él, en cambio su calor lo hizo. Despacio, cauteloso, su cuerpo se fue acoplando al del contrario.

Sus manos aferradas al pecho del demonio radio sintieron lo cálido de éste, el corazón latiendo acelerado bajo ellas: Su torso se impregnó lentamente del calor ajeno; sus piernas sintieron las ajenas; los brazos del ciervo se volvieron conscientes para la piel en su espalda.

Todo su ser se sintió cálido en un momento.

Finalmente su rostro, aquel que hace un momento había estado hundido en el pecho ajeno, se alzó despacio mientras sus ojos a través de las lágrimas observaban al ser que lo sostenía.

- Deje el pasado detrás

Aquella voz tan apacible, repleta de confianza, sin ningún filtro de por medio hizo cosquillas en su corazón, el alivio inundó su mirada, se derramó a borbotones mientras él se permitía soltar sus manos del traje ajeno, solo para aún temblando rodear al ciervo por los hombros y aferrarse a él.

- Me sostuviste

- Sí

- Aunque me odias

- ugh... no lo odio

- ¿¡No?!

Como niño pequeño a quien le prometen el más hermoso juguete, Lucifer se apartó de Alastor para observarlo con un mirar tan brilloso como el mismo sol.

El corazón del ciervo dio un vuelco que no comprendió, de hecho no quiso hacerlo. En cambio solo permitió que un pequeño gesto escapara guiado por ese órgano traicionero en su pecho, al momento que acomodó un mechón de aquellas hebras rubias tras el oído del rey.

- No, aunque mucho agradecería que se bajara de mí, me duele todo

Notando por fin la espeluznante altura de la que cayeron, Lucifer se apartó alarmado, observando al ciervo suspirar de alivio.

- A-Al

- No diga nada, no necesita decir nada más

Al final de todo las acciones dijeron mucho más que cualquier palabra que pudieran emitir.

Recostándose nuevamente en el suelo, Alastor suspiró mientras sentía la mano de Lucifer posarse sobre la suya a la altura de su pecho.

En completo silencio, el soberano volteó a ver el cielo en lo alto.

Por un momento pensó que ya no le daría tanto miedo volver a caer.


🦌 ~ Fin ~ 🍎

OneShots RadioApple by LinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora