Baile

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Lucifer se encontraba ciertamente desconcertado, pero al igual tan maravillado que sus ojos no paraban de brillar mientras se mecía al ritmo del jazz entre los brazos del demonio radio, quien completamente enfocado en el baile aún con los ojos cerrados lo guiaba con tal maestría que no paraba de fascinarle al soberano.

Le costaba admitir que en realidad este simple botones era el único ser en todo el universo con el que por fin se había acoplado a bailar, es decir, ni siquiera con su amada esposa alguna vez sintió esta facilidad al danzar, esta gracia sin esfuerzo, la fluidez en su máximo esplendor.

Debido a sus diferencias de altura y que él siendo el caballero era quien guiaba el baile, al momento de realizar alguna danza o algo similar con su reina siempre e inevitablemente se sentirían los movimientos rígidos o terminarían chocando sin querer, les costó mucho tiempo encontrar la forma adecuada para poder bailar tan maravillosamente como antes lo hacían, eso por supuesto con el rey manteniéndose tan atento como si estuviera haciendo la proeza más difícil por lo que en pocas ocasiones disfrutaba bailar como justo ahora lo estaba haciendo.

Derivado de un ejercicio de confianza que la princesa les impuso donde armó parejas entre los huéspedes con mayor asperezas entre ellos, no fue raro que Alastor y él terminaran emparejados teniendo que elegir una actividad para realizar juntos.

En realidad el soberano descubrió que tenían muchas opciones, entre las cuales estaba tocar alguna pieza de piano acompañada con violín, cocinar, crear algún objeto, hacer jardinería, realizar una transmisión de radio o lo que terminaron eligiendo, bailar. Se sorprendió al ver los muchos intereses que compartían en común.

Quizá se debía a que ambos permanecían amanerados a la antigua, es decir, el rey además de su celular no disfrutaba mucho de las nuevas tecnologías y de Alastor está demás decir su repelús a éstas.

Así que, finalmente cuando llegó su turno, Charlie complementó la actividad diciendo que los dejarían solos, pues parte de la confianza y compromiso era que pudiesen llevarla a cabo sin presiones.

Por supuesto, estuvieron parados algunos minutos a mitad de salón sin voltearse a ver, luchando contra ello.

-Bien, cuanto antes empecemos mejor

Al final fue el soberano quien por fin declaró su intención de iniciar, llamando la atención del demonio radio quien estuvo de acuerdo.

-Entonces si me permite majestad, elegiré la música

-No decepciones botones

Con una simple sonrisa de por medio, el micrófono del ciervo apareció entre sus manos, siendo colocado con cuidado a un lado a la par que una bella tonada al ritmo de jazz empezaba a ser emitida.

Sin embargo, el tono tranquilo, seductor de la música hizo que el soberano se pusiera rígido, aún más cuando la estancia se sumió en tenues sombras que hicieron resaltar más la presencia del ciervo frente a él.

Al momento que aquel mirar rojizo se posó sobre su figura, Lucifer se sintió estremecer, más aún cuando el demonio radio se acercó, ofreciendo su mano en una elegante reverencia.

-¿Me concede esta pieza, majestad?

Involuntariamente el rey pasó saliva, un momento después aquel cetro que apretaba entre sus manos desapareció permitiéndole corresponder con un simple "Claro".

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