CAPITULO 3

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Estaba tan absorto en sus recuerdos que su mente se desligó de la realidad, permitiéndose ir más allá de lo que recordaba o quizás había imaginado en noches de desvelo y tristeza.

Recordó con detalle cada aspecto de su vida, incluso su mente se atrevió a mostrarle aquello que deseaba y a la vez temía conocer: la muerte de su madre... La vio en tercera persona, pero aunque antes no la recordaba claramente, ahora podía verla de la forma más nítida posible; también vio cosas que tal vez más adelante le ayudarían a comprender mejor a esa persona.

Todo lo vivido con Ron y Hermione lo conmovió; los extrañaba y deseaba abrazarlos.

A lo lejos, la voz de Draco, que sonaba sorprendentemente sorprendido, le hizo abrir los ojos lentamente; el atardecer estaba espléndidamente adornado con tonos naranjas, rojos y rosados, sin duda una vista sin igual.

Ahora su cuerpo se sentía mucho mejor que hace un momento, si es que eso era posible. Revisó algunos de sus moretones y notó que muchos habían perdido su tonalidad verdosa e incluso violeta.

Se levantó radiante y fijó su mirada en el perfil perfecto de Draco, quien miraba en dirección opuesta. Era inevitable no admirar la figura del rubio y cómo los delicados rayos del sol lo hacían lucir etéreo; sin duda, Draco era, y podía afirmar con certeza, un ser celestial en apariencia. Sí, tal vez su comportamiento era algo distorsionado de lo que se esperaría de un ser divino, pero empezaba a creer que su actitud en el castillo era solo una fachada de lo que verdaderamente escondía.

Y sus recuerdos regresaron, la primera vez que Malfoy le habló sin saber quién era, simplemente deseando acercarse y conversar con alguien sobre algo que realmente le emocionaba; era solo un niño, claro que se dejó influenciar por lo que decían los demás antes de observar la realidad de las cosas desde su propia perspectiva.

Se hizo tarde cuando se percató de que, quizás, había elegido un camino que no era el suyo. Sin embargo, en lo más profundo, ansiaba todo lo que poseía; sentía que no lo merecía, pero aún así lo deseaba. ¿Acaso no está permitido ser codicioso al menos una vez en la vida?

Mucho antes de saber del mundo mágico o incluso de su existencia, solo anhelaba ser querido por alguien, tener una familia a la que pertenecer y sentirse amado al menos una vez. Y de alguna manera, ahora lo tiene: amigos que lo aprecian, personas que darían su vida por él, algo que va más allá de ser simplemente el niño que sobrevivió.

Se sintió paralizado al recordar que había rechazado la amistad de Draco; era tan joven que no consideró los sentimientos de rechazo que pudo haber causado.

Su corazón se inundó de tristeza, su pecho se oprimió. Quería remediar algo, pues si no fuera por él, no estaría allí en ese momento. Estaría en lo más profundo de un lago, desintegrándose lentamente por los distintos componentes mágicos que allí residieran.

Al final, si en algún momento dejara de existir, le gustaría al menos llevarse bien con todos, excepto con el señor oscuro, por supuesto. Ese hombre es imperdonable.

...

Los dos días restantes transcurrieron en total calma; Draco se había comportado tan bien que solo pensar en ello le revolvía el estómago, sin mencionar sus feromonas. Narcisa y Draco le enseñaron a controlarlas y le proporcionaron toda clase de pociones para suprimir su olor completamente, gracias a la intervención de Snape.

Nadie estaba de acuerdo en que suprimiera completamente su olor, pero incluso así, Narcisa le habló sobre las ventajas de ser un omega y la gran oportunidad de vida que representaba, de crear y tener una familia como tanto deseaba. Sin embargo, su autoestima se vio violentamente afectada al no saber si sus amigos lo aceptarían tal como es... se sentía muy acomplejado por todo.

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