|| Fa#, Sim, Mim, La ||

8 0 0
                                    

En Cada Suspiro Voy A Estar
En Todo Ese Frío En El Desván...



Marzo, abril, mayo, junio, julio, agosto, y finalmente septiembre. El cumpleaños número cuarenta y uno de Pepe, el primer abrazo que recibió fue el tuyo, por la mañana.

Sonrió cuando por las siete de la mañana tú ya lo habías rodeado por la espalda con tus brazos.

- Buenos días. - Se volteó al decir eso.

- Feliz cumpleaños, mi vida. - Diste un beso en su espalda, sobre su camisa.

- ¿Apoco es mi cumpleaños?

- Claro que sí. Ya cuarenta y un años, anciano... - Negó con la cabeza.

- Cállate, a ti te faltan unos años para los cuarenta.

- Sí, sigo joven. - Te estrechó contra él, frotando un poco tu espalda.

- He estado pensando... Ya estoy un poco viejo. - Lo miraste, un poco más seria. - ¿Cuánto me quedará?

- ¿Realmente piensas en eso?

- ____, he sido un malcriado la mayor parte de mi carrera... Creo que todos los medios me veían como un tipo arrogante y que hacía lo que sus huevos le decían... Era un grosero. - Su tono tenía tintes divertidos.

- Eso fue hace bastante. Ya pasaron bastantes años.

- Es que si me pongo a hacer eso me van a decir que ya estoy ruco para andar haciendo eso. - reíste un poco. - Ahora soy arrogante y también el mamón, mamonsisimo.

En eso tenía razón, incluso si solo recordabas cierto 26 de abril de hacia años, podías asumir que habían más cosas por las cual lo habían... Juzgado severamente. Los chicos le decían 'funa'.

- Y eso me ha hecho pensar... Cuando tú y yo tengamos hijos, ¿todo eso los afectará? ¿O te afectará a ti? - Parecía un tema bastante serio para él, parecía pensar mucho al respecto.

- No lo sé... José, vamos a criarlos para que sepan que tu esencia la definiras tú  y no lo que el resto del mundo diga.

- Pero aún así, que legado dejaré. - Ambos se quedaron un par de segundos en completo silencio.

- Has tenido muchas crisis existenciales. - Asintió.

- ¿Crisis de los cuarenta?

- Creo que no es lo mismo. - Dejó un beso largo en tu mejilla.

- No nos vamos a poner a discutir por términos de nuevo, cariño. - Dijo, cambiando posiciones para quedar sobre ti, moviendo las sabanas hasta dejarlas a un lado.

- ¿Ahora qué quieres? - Bromeaste, sosteniendote de él.

- Quiero mi regalo de cumpleaños. - Supiste enseguida lo que significaba.

- Entonces tómalo. - Esa invitación fue suficiente, sonrió antes de comenzar a atacar tus labios.

Desde ese beso, supiste que no tendría piedad, extrañaba tu cuerpo y te lo haría sentir en cada maldita célula de tu cuerpo. Para cuando te diste cuenta, su cuerpo ya te estaba asfixiando y te estaba robando el aliento en cada movimiento y en cada caricia.

El Cielo Fue Conocerte - José Madero Vizcaíno Y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora