Me desperté con la sensación de que alguien me observaba. Al abrir los ojos, me encontré con Klaus a mi lado, sonriendo de oreja a oreja.—Buenos días, Katie —saludó mientras se incorporaba y dejaba al descubierto su torso desnudo. Mi mirada se posó sin querer en su abdomen marcado, llamando toda mi atención.
Cuando volví a alzar la vista, él tenía las cejas levantadas y una expresión pícara que me hizo sentir aún más nerviosa.
—Buenos días —respondí, jugueteando con las manos para distraerme.
—Te debo unas vacaciones —afirmó de pronto, y yo asentí. Claro que me debía unas, especialmente después de todo lo ocurrido con Stefan.
—Sí, y también me debes mucha pizza —añadí, intentando bromear.
—Por eso mismo, hoy almorzaremos pizza y descansaremos —respondió con tranquilidad, aunque no del todo convencido.
—Se suponía que sería una semana completa de vacaciones —me quejé con un ligero tono de reproche.
—Lo sé, amor. Pero después de todo lo que ha pasado, apenas puedo concederte dos días —dijo mientras se ponía la camisa. No pude evitar rodar los ojos, entendiendo que su obsesión por crear un ejército de híbridos siempre estaría por encima de todo.
—Está bien... Hoy me meteré a la piscina y comeré pizza como si no hubiera un mañana —dije resignada, levantándome de la cama y dirigiéndome al baño.
—Te espero en el comedor para desayunar —respondió antes de cerrar la puerta detrás de él.
Una vez sola, me deshice de mi ropa y me metí bajo el agua caliente de la ducha. Sin embargo, los pensamientos volvieron como una tormenta. Mi familia, mis amigos, mi vida antes de conocer a Klaus... ¿Cómo estaría mamá? ¿Qué habrá sido de Caroline? ¿Y Josh?
Sacudí esos pensamientos mientras salía de la ducha y me vestía rápidamente. Me puse el traje de baño que Rebekah había insistido en que comprara el día anterior, un short de mezclilla y una camisa abierta para cubrirme un poco el pecho. Para completar, me coloqué mis Converse negros.
Al bajar al comedor, vi a lo lejos a Stefan, Klaus y Rebekah sentados alrededor de una mesa. Me acerqué, y aunque intenté no darle importancia, el hecho de sentarme junto a Stefan provocó un evidente gesto de desagrado por parte de los hermanos Mikaelson. Afortunadamente, el mesero apareció justo a tiempo.
—¿Qué desean ordenar? —preguntó con amabilidad.
Mientras ellos pedían cócteles o whisky, revisé rápidamente la carta.
—Yo quiero waffles con miel, por favor —dije con una sonrisa. El mesero asintió y se retiró.
—¿Dónde dormiste anoche, Klaus? —preguntó Stefan de repente, con tono retador —. Estuve toda la noche afuera de mi habitación y no te vi llegar a la tuya.
Mi cuerpo se tensó al instante. Klaus respondió con una calma que casi me molestó:
—Estuve haciéndole compañía a Katie.
Lo miré horrorizada, negando con la cabeza, pero ya era tarde. Stefan me lanzó una mirada fulminante.
—¿Y se puede saber qué estaban haciendo? —preguntó con un tono cargado de reproche.
—Eso no es de tu incumbencia —contestó Klaus, sin siquiera molestarse en mirarlo.
—Claro que lo es. Katarina es mi mejor amiga, y además, ¡es solo una niña de quince años! —exclamó Stefan, claramente enfadado.
Rebekah me miró con los ojos abiertos de par en par.
—¿Tienes quince?
—No, acabo de cumplir dieciséis —aclaré, tratando de no sonar avergonzada—. Y, Stefan, no soy una niña. Sabes todo lo que he pasado y lo mucho que he madurado gracias a eso.
—Eso no cambia nada —replicó él con firmeza. Por suerte, en ese momento llegó mi desayuno y las bebidas de los demás, poniendo fin a la incómoda conversación.
Después del tenso desayuno, decidí pasar la tarde en la piscina. Stefan y Rebekah se fueron poco después, pero Klaus permaneció en el hotel, aparentemente ocupado con sus propios asuntos. Dejándome a mi totalmente sola.
La tarde transcurrió tranquila. Klaus pasó de vez en cuando para asegurarse de que estuviera bien y, por supuesto, llevarme pizza. Ya entrada la noche, salí de la piscina, me sequé lo mejor que pude con una toalla y me puse el short encima del bikini. Fue entonces cuando sentí una presencia detrás de mí.
Me giré y, entre los arbustos oscuros, distinguí una silueta.
—Corre —murmuró una voz ronca que reconocí al instante. Jared.
Sin pensarlo dos veces, obedecí. Eché a correr, pero al mirar hacia atrás, vi cómo me seguía. Crucé un pasillo y corrí hasta que choqué contra una pared. Estaba atrapada.
—Siempre soñé con algo clavarte algo , Katarina —dijo Jared, con una sonrisa maniática en su rostro.
Su mirada y tono no dejaban lugar a dudas de sus intenciones, y mi cuerpo se llenó de asco y furia al entender su comentario.
—Jódete —espeté con fuerza, levantándome del suelo.
Él se lanzó hacia mí, pero reuní todo mi coraje y lo enfrenté con la misma fuerza, logrando empujarlo al suelo.
—Lo último que verás en tu miserable vida será mi linda cara —le dije, con una furia que no sabía que tenía dentro.
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𝐒𝐞𝐫𝐞𝐧𝐝𝐢𝐩𝐢𝐭𝐲 | 𝐊𝐥𝐚𝐮𝐬 𝐌𝐢𝐤𝐚𝐞𝐥𝐬𝐨𝐧
FanfictionKatarina, una adolescente que ha superado un pasado doloroso, se encuentra envuelta en una serie de eventos sobrenaturales debido a la llegada de los hermanos Salvatore. Su corazón late ahora al ritmo de su pasado y los peligros que enfrenta. Sin em...