II

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Después de una semana de mucho pedírselo a papá me ha dejado irme a Italia, pero con una condición claro está, tengo que llamar a mi familia todos los días por lo menos una vez al día, se que a algunos puede resultarle algo agobiante, pero yo ya estoy acostumbrada, y entiendo que mis padres se preocupen tanto por mi, a fin de cuentas su hija se va a casar y mudarse a un país extranjero donde ellos no podrán estar para visitarla cuando quisieran.

Si todavía siento que esto es surrealista, aquí estoy, haciendo las maletas con mi hermana Artemisa mientras escuchamos música a todo volumen. Me queda un día en España para por fin irme a Italia, a según lo que dicen los documentos, pasar dos años en una villa a quince minutos de la playa en Nápoles, que es donde mi futuro marido tiene casa y además está a unos veinte minutos de una de las diez sucursales que hay en Italia de "Bianchi Tessile". Suena alocado esto de casarse con un desconocido, pero lo hago por mi familia y mi futuro como diseñadora, lo único que se es que mi padre les ha tenido que mandar un informe con todos mis datos personales a la familia de mi futuro marido, y también algunas fotos para saber como soy cuando me recojan del aeropuerto de Nápoles. Lo único que se de mi futuro marido, es que se llama Matteo, tiene 24 años, mide 1'90m, se sacó la carrera de economía y empresariales con matricula de honor, sus hobbies son el golf y la equitación.

Al trabajar en "Bianchi Tessile" y ser una marca de vestidos de novia, me han regalado un vestido para mi boda, ya que el año pasado no se vendieron muchas unidades de ese vestido, aunque en mi opinión es fue el más bonito de la temporada pasada.

-Ten mucho cuidado con el vestido Misa, es el que me pondré para la boda- dije estresada mientras Artemisa guardaba el vestido en la tercera maleta que voy a llevarme.

-Relajate Nea, lo estoy haciendo con cuidado, además no es una boda de verdad, solo va a ser con la familia y encima no conoces ni a tu marido-

-Lo sé, pero igualmente quiero ir perfecta, habrán fotógrafos- dije sonriendo.

Terminamos de hacer las maletas y cuando ya no quedaba nada de ropa en mi armario nos miramos la una a la otra con una sonrisa triste.

-Voy a echarte mucho de menos Nea- dijo mi hermana mientras me daba un cálido abrazo.

-Yo también Misa, pero piensa que por lo menos estaréis en mi boda y me veréis con mi vestido blanco como si fuera una princesa- dije correspondiéndole el abrazo sonriendo.

-¿Estás seguro que quieres hacer esto Nea?- preguntó mi hermana con una mirada preocupada. Ella es la única que sabe de mis problemas, es la única que sabe lo que estoy pasando y la única que me ayuda.

-Artemisa, sabes mejor que nadie que quiero hacer un cambio en mi vida, y esto podría ayudarme bastante, vivo un una monotonía constante y no estoy disfrutando mi vida- dije mirándola a sus ojos -Te echaré mucho de menos ya que eras la única que de verdad me escucha y me entiende, pero algo me dice que debo hacer esto-

-Está bien Nea, pero llámame todos los días por favor, necesito hablar contigo- dijo apartando la mirada con lágrimas en los ojos.

-Te lo prometo, te quiero copia- dije abrazándola también con lágrimas en mis ojos.

-Oye la copia eres tu, yo nací primero- dijo riéndose con lágrimas bajándole por las mejillas.

-Solo por dos minutos- dije riéndome pasando mis dedos por sus mejillas limpiando sus lágrimas.

-Sigo siendo la mayor-

......

Es hoy, hoy recibiré la llamada de Matteo para informarme a que hora debo estar en el aeropuerto. Mentiría si dijera que no estoy nerviosa, pero como yo soy muy sincera lo digo, estoy muy nerviosa, y no solo por todo el tema este de conocer a mi futuro marido, estoy muy nerviosa por trabajar en Italia, por ir ganando experiencia y ir a la semana de la moda en Nápoles, que se celebra el 25 de Agosto, es decir, dos meses justo después de la boda que se celebra el 25 de Junio.

Ahora mismo me encuentro en el salón de casa junto a mi hermana mientras papá está en el hospital con mamá.

-¿Crees que mamá podrá venir a la boda?- le pregunté a Artemisa mientras bajaba mis maletas al salón.

-Mañana le dan el alta, y todavía quedan seis días para la boda así que yo creo que si podrá, además papá dijo que ya está muy bien- dijo Artemisa ayudándome a bajar las maletas.

-Espero que pueda venir- dije sentándome en el sofá y de repente mi móvil empezó a sonar con una llamada entrante.

-Coge la llamada, yo me iré a mi habitación a dormir- dijo Artemisa subiendo las escaleras y encerrándose en su habitación.

-¿Diga?- pregunté cogiendo la llamada

-¿Atenea González?- preguntó la otra persona con un acento italiano bien marcado

-La misma, ¿con quién hablo?

-Soy Matteo, dentro de dos horas te espero en el aeropuerto de Barcelona, en la puerta de embarque número 5.

-No tengo billete de avión, ¿en que dirección lo compro?

-No hace falta que lo compres, ya lo tengo yo- dijo cortante -No llegues tarde, odio esperar.

-No llega...- no me dio tiempo cuando ya me había colgado la llamada.

-Vaya amargado- dije dejando mi móvil en la encimera de la cocina.

Preparé el almuerzo rápido y cuando acabé de comer me despedí de mi hermana, que tardamos treinta minutos ya que empezó a llorar como una una magdalena. Cuando por fin salí de casa, pedí un taxi en dirección al aeropuerto de Barcelona.

Al llegar al aeropuerto, bajé mis tres maletas del taxi y mi bolso. Anduve lo más rápido que pude hasta la puerta ya que quedaban 30 minutos para ser las cuatro que era la hora a la que habíamos quedado. Cuando llegué a la puerta de embarque eran las 15:40, así que dejé las maletas a un lado y me senté en unos asientos para esperar.

15:45, todavía no ha aparecido.

15:50, ni rastro de Matteo.

15:55, empiezo a ponerme nerviosa.

15:58, pensaba que se retrasaría pero entonces recibí una llamada de el.

-Estoy a tus espaldas, nos vamos ya- dijo con voz cortante y seria y colgó la llamada.

Me levanté agarrando mis maletas y me giré para ir en su dirección.

Madre mía.

¿Ese es Matteo? Es imposible que un hombre tan atractivo como el busqué una esposa de una manera tan desesperada cuando me apuesto mi biblioteca entera a que el tiene demasiadas mujeres detrás suya. Tiene un cuerpo que parece creado por los mismísimos dioses, su traje parece hecho a medida, no hay ni un poco más, ni un poco menos de tela y se le ciñe a su cuerpo de una manera impresionante. En sus pies lleva unos mocasines negros que no tienen ni una misera mota de polvo, el pantalón que tiene el largo perfecto recubriendo sus largas piernas, lleva la camisa blanca con el primer botón desabrochado dejando a la vista la piel de su cuello bronceada, tiene unos hombros anchos que podría ser sin exagerar igual que tres cabezas mías, se nota que invierte mucho tiempo en trabajar su cuerpo. Su cuerpo es impresionante, pero su cara no se queda atrás, es simétrica y perfecta, su mandíbula está muy marcada y tiene una ligera barba de unos dos o tres días, piel bronceada y firme sin ninguna arruga, tiene una nariz tipo romana pero de una forma muy bonita, y sus ojos son marrones y no muestran nada de sentimientos.

Cuando dejé de observarlo de una manera poco apropiada y ya había llegado a donde el estaba le dediqué una sonrisa a modo de saludo.

-Encantada de conocerte, soy Atenea- dije con una sonrisa y con las manos demasiado ocupadas con las maletas como para estrechar su mano en un saludo.

-Se que eres Atenea, acabamos de hablar por teléfono, yo soy Matteo- dijo serio mirándome de arriba a abajo -Vamos, el avión nos espera- dijo dándose la vuelta no sin antes dirigirle la mirada a unos hombres que habían detrás mía que me quitaron las maletas de las manos mientras andábamos por el aeropuerto hasta llegar a un lugar que nunca había visto en el aeropuerto, estaba lleno de millonarios y ricos.

Dime que me quieresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora