[19] Dar vodii Malikai Mun

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•~ Dar vodii Malikai Mun •~

La luna llena daba paso a la luz entre los árboles, bailando por la negrura de la noche, zigzageaba por las ramas y las hojas, dejando en el olvido la oscuridad y las estrellas.

Conejos comían pasto en la tranquilidad del silencio, aves nocturnas cantaban para no tener miedo, los ciervos dormían plácidamente y los zorros corrían por la orilla del lago en busca de algo que comer.

Los aullidos de los lobos irrumpían de vez en cuando la serenidad del momento, mientras que las aves emprendían vuelo y los conejos huían, los ciervos se alteraban y los zorros se escondían en sus madrigueras.

Para ellos era como el fin, como el grito de la muerte en un aviso de que iba a por ellos.

—¡Traigan la carga! —gritaban los viejos vampiros, apurados por lo que sea que harían.

La ya reina Selen se encaminaba por los angostos caminos que el valle le proporcionaba, mientras que sus caballeros hacían lo posible por despejar el lugar para ella.

Al llegar al punto indicado por la reina, todos hicieron un círculo enorme para poder dejar las cargas en el suelo, en dónde se encontraba una bella flor blanca del invierno que se iba yendo.

—¿Los sirvientes prisioneros están cómodos? —preguntó Selen.

La joven princesa Nankahelle se estremeció ante el frío que la noche daba. Aún atada de manos y pies, no bajo la mirada ante el enemigo para ese entonces.

—No se si por sirvientes te refieres a mí o a tus pálidos —escupió con molestia.

—O quizás a tus perros —murmuró la reina, solo para ambas.

La princesa gruñó y sacó sus filosos colmillos en un segundo.

La luna llena la respaldaba.

Más la situación no.

—Dime, ¿de qué te sirve gruñir si no podrás hacerme ni un rasguño? Solo sirves para rascarte tras las orejas y perseguir tu cola.

Los vampiros rieron.

—¿Y a ti de que te sirve ser reina? Si ese puesto es para gente con cerebro y corazón y ni uno de los dos tienes.

Los lobos refunfuñaron.

—¿¡Cómo osas blasfemarme!?

—¿Blasfemarte? Se nota que allí arriba está desolado desde hace mucho —dijo amargamente.

—¡Malnacida! —Bufó con zarna—. Por eso los dioses me eligieron por sobre a ti —escupió.

Presente.

Me desperté en medio de la nada, cubierta por una chaqueta de cuero que reconocí como la de Najak. Me incorporo sin mis cuatro sentidos aún al máximo y...

Me caigo.

Si, me caí, de un árbol.

Aparentemente, estaba dormida sobre un árbol.

Solo azoté (caí) y gracias al cielo no hubo ninguna raíz en el suelo, sino, me hubiera partido en dos.

—¿¡Ayari!? —reconozco la voz de Tahel desde arriba.

—Aayy —me quejé—. Pues no morí pero, ¿por qué me pusieron allá arriba?

Oigo una sexy risa nasal y se que es Enzy parado tras de mi. Yo sigo en el suelo.

DARK MOON - &TEAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora