Capítulo 12: Antigüedades Rotas

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Vegetta tomo una respiración profunda. Estaba algo más cabreado de lo que normalmente estaría, tenía prisas por hacer otras cosas más importantes, más interesantes, con un resultado, que, si funcionaba, podía ser mucho más agradable, para Foolish para él. Pero, ahora, Luzu, Arin, o quien quiera que sea esas líneas de códigos que de la nada había salido, le estaba molestando.

Se centró en el sonido de las hojas, el viento movía los árboles uno contra otro, sonando como cascabeles que indican que ya ha llegado la Navidad. Miró las flores, el césped y el agua danzar, como brillaban a través del Sol del medio día. Colores azules, verdes y amarillos, que no podían ser ni ocultados por los oscuros ladrillos de la casa en construcción.

Sonrió cuando le recordó a Foolish. Su piel dorada como la luz que se reflejaba en el lago, los verdes de sus ojos que eran aún más relucientes que la sana y viva hierba, el azul del mar donde había comenzado a crear ese hermoso dragón de roca profunda y arenisca. El Dios no pudo evitar dejar escapar una estúpida risilla.

Quería verlo otra vez.

Escuchar sus palabras nerviosas.

Tocar más piel con piel.

Estaba sediento por él,

por su cabeza maravillosa.

Vegetta sintió como el calor se le subía a la cara. Él se sintió febril con solo imaginarlo, avergonzado, apartó la vista del lugar como si alguien le estuviera viendo, observando sus pensamientos.

Si tuviera un poco menos de orgullo, él no habría dudado en ponerse de cuclillas, escondiendo su rostro entre sus rodillas. Quizás habría chillado o no, pero, lo que sí tenía ganas, era de dejar caer las lágrimas.

Le dolía el pecho.

Y él corazón.

Volvió a respirar. Exhalo e inspiro, fuerte. Expulsó todo su aliento en una una expiración húmeda, hasta quedarse sin aire, hasta sentir que se ahogaba. Estuvo unos segundos así antes de volver a coger oxígeno, el tórax se le llenó de aire con cada inhalación, rápido, como si le golpeasen entre las costillas.

Lo repitió un par de veces, hasta recomponerse de nuevo.

Quizás, quizás estaba un poco más colgado de Foolish de lo que se esperaba.

El Dios pensó que aquello era una tontería. Se habían visto ¿cuánto? ¿un par de días? El no creía en el destino, había perdido las esperanzas en él hace ya algún tiempo.

Se aferró a su espada mientras daba media vuelta. Era algo bochornoso de escuchar como, por sus temblores, su arma tintineaba. Tintineaba como las campanas de una boda, Gruñó y se aferró más a ella parando por completo, el horroroso sonido.

Podía sentirse atraído por el humano, pero eso no significaba que estuviera de camino a una boda. Una maldita boda, sobre todo.

Volvió a donde debería de haberse centrado antes de irse por las ramas. Tenía suficientes dolores de cabeza ya, con esos sentimientos tan dolorosamente conocidos para que, ahora, Luzu-IA le complicase más la existencia.

Además, Luzu debía estar a su lado como lo había estado las otras veces. ¿Qué haría si su corazón se rompiera otra vez y él no estuviera?

No quería ni pensarlo.

Se acercó a la ventana con tranquilidad. Todo el estrés, la preocupación o ansiedad, se había evaporado como si nunca hubiera estado. Era como si estuviera entumecido. ¿Era el mismo? ¿O era estar cerca de la IA lo que le volvía loco?

Un Dios en la IslaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora