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𝐁ack to 505
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El británico lo miró fijamente, pensando en qué responder.

─ No creo que sea una buena idea. ─ Soltó, desviando la mirada. ─ Ni siquiera sabes a dónde voy.

─ Vas a algún bar cercano donde haya fiestas y alcohol. ─ Respondió, levantando la mirada con firmeza. El morocho lo miró rápidamente. Vaya que el castaño lo conocía muy bien.

─ Está bien, puedes ir. ─ Cedió al ver como el castaño sí sabía a donde iba, cosa que le dio cierta alegría. ─ Cámbiate, te espero en el auto, y avísale a Andrea. ─ Indicó antes de cerrar la puerta.

El menor se apresuró a cambiarse, se vistió casual, perfecto para una fiesta. Mientras caminaba hacia la puerta escribía el mensaje.

Salí con Lando a pasar el rato, volveremos un poco tarde, pero no te preocupes, estaremos bien. Adiós. x


Salió del hotel y se encontró con un auto deportivo de color azul metálico frente al lugar. Se acercó dudoso y se agachó para ver por la ventana polarizada. Entrecerraba los ojos tratando de distinguir el interior, pero el polarizado era tan fuerte que no podía, hasta que de pronto la ventana comenzó a bajar, abriéndose.

─ ¿Esperas una invitación? ─ Preguntó, irónico.

Oscar bufó y luego se subió al auto.

Lando manejaba, concentrado en el camino, sin voltear a ver al castaño ni una sola vez. Oscar, por su lado, miraba hacia la ventana, admirándose por las bellas luces de las calles, ocasionalmente volteaba a ver al británico, sólo para encontrarse con un rostro serio y sereno. Cosa que le extrañaba, conocía poco al morocho; pero verlo tan serio le resultaba raro.
Él no es así. Pensó mientras lo miraba, pero no se atrevió a preguntar qué le pasaba.


El auto se detuvo frente a un bar, iluminado por luces amarillas y un letrero brillante. Oscar miró el lugar y luego al chico.

─ Esto no es una fiesta. ─ Soltó el castaño, confundido.

─ No, no lo es. ─ Respondió, mientras apagaba el vehículo, luego abrió la puerta y salió sin decir una palabra. Oscar lo imitó.

─ Creí que. . . ─ Susurró, pero se detuvo a sí mismo y simplemente siguió al morocho hasta dentro.

No era nada parecido a lo que Oscar había imaginado, era todo lo contrario, era un lugar tranquilo y de fondo tenía un poco de jazz para ambientar el lugar.

─ Toni. ─ Saludó el británico, haciendo un gesto un poco extraño. El hombre detrás de la barra salió de inmediato con unas llaves en la mano y con un gesto les indicó que lo siguieran.

Oscar estaba más que confundido, pero se limitó a hacer lo mismo que el ojiverde. Lo siguieron por un corto pasillo, al final de este había una puerta de la cual salían luces moradas y rosas, y se alcanzaba a escuchar gritos y música alta.

El hombre se detuvo frente a la puerta mientras la intentaba abrir, Lando le dedicó una mirada a su acompañante ─quien estaba más que pérdido─, le sonrió y luego regresó su mirada a la puerta. Luego de que el hombre la abriera les indicó que ya podían pasar, cosa que los chicos hicieron.

Música alta, luces intermitentes de neón, un par de personas bailando, mesas ocupadas por jóvenes.

Oscar se sorprendió al ver todo aquello, hacía mucho que no iba a un antro, desde la última vez que fue con Lando, no fue ni una más.

𝗖𝗈𝗇𝖿𝗎𝗌𝗂𝗇𝗀 𝗦𝖾𝖼𝗋𝖾𝗍𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora