Parte 34

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En el vasto desierto del continente Begarritto, donde la quietud del viento reinaba sin rival, algo perturbador se manifestaba.

A lo largo de varios kilómetros, una centuria de Caballeros de la Muerte, guerreros esqueléticos, liches, devoradores de almas, sacerdotes de la muerte y toda la caballería de Nazarick se congregaba. Se alineaban en formación disciplinada, como si estuvieran participando en un desfile militar, exhibiendo así el imponente poder de la Gran Tumba de Nazarick.
El sol, inclemente en su brillo, se reflejaba en las armaduras y huesos de los guerreros, dando una apariencia aún más imponente a la escena. No había un solo sonido que rompiera la calma del desierto, excepto el crujir ocasional de la arena bajo los pies de los no-muertos
En una de las primeras filas, la Supervisora de los Guardianes, Albedo, lideraba las tropas en la búsqueda de Momonga, cuyo paradero desconocido generaba inquietud en su corazón. Para ella, él lo era todo, su Señor Supremo cuya ausencia no solo representaba un vacío de autoridad, sino también un dolor personal que resonaba en cada fibra de su ser.

Con su armadura personal ,Hermes Trismegistus , una armadura que proporciona una defensa inexpulgabe.

En una posición de autoridad, Albedo se erguía imponente, con su armadura personal, Sus ojos, normalmente ardientes con la pasión por su Señor Supremo, ahora reflejaban una determinación aún mayor mientras escudriñaba el horizonte en busca de cualquier rastro de Momonga.

Cada paso que daba resonaba con autoridad en la arena, marcando su determinación de encontrar a su amado señor, sin importar los peligros que pudieran acechar en el despiadado desierto. Su mente estaba centrada en una sola cosa: reunirse una vez más con Momonga y asegurar su bienestar, sin importar el costo.

-¡Escuchen, subordinados de Nazarick! ¡Nuestro Señor Momonga ha desaparecido y su seguridad está en juego! No toleraremos ninguna amenaza hacia él, sin importar las consecuencias. La Gran Tumba puede esperar, pero la vida de nuestro Señor es prioritaria. ¡Avancemos sin titubear, con determinación y fuerza! ¡Encontraremos a Momonga y lo protegeremos a toda costa, incluso si debemos enfrentarnos al mismísimo infierno para lograrlo!-

Aunque los soldados solo seguían ordenes y algunos eran inertes de conciencia . Dentro de ellos podría sentir que su líder estaba en peligro y protegerlo era lo fundamental .

La interrupción abrupta del desfile por parte de Demiurge, acompañado por los Señores de los Siete Pecados Capitales, no fue para unirse a la procesión, sino para detener a Albedo por el descontrol que estaba ocasionando.

"¡Albedo!", exclamó Demiurge en un tono serio y desaprobatorio. "¿Qué crees que estás haciendo?"

Albedo se volvió hacia él, su mirada firme y desafiante. . Ya hemos hablado sobre esto. No puedes mover tropas de Nazarick por simple capricho."

"¿Capricho?" replicó Albedo con vehemencia. "¿Acaso llamas capricho el defender a Momonga-sama? No ha respondido a nuestros mensajes y ha estado ausente durante varias semanas. ¿Qué pasa si le ha ocurrido algo? Es el último Ser Supremo que tenemos y debemos protegerlo a toda costa."

"Demiurge ," continuó, "ya te dije que Momonga regresará. Él me lo prometió. Si no lo hace y no envía mensajes, o en caso no se teletransporte, será por una razón mayor de fuerza que él no podrá controlar. Incluso envió hanzos para su cuidado."

Principio del formulario

que En ese momento, dos guardianes más aparecieron ante ellos, interrumpiendo la discusión con su presencia imponente. Cocytus, el guerrero insecto, y Shalltear Bloodfallen, la vampira seductora, se alzaron frente a Albedo y Demiurge con una solemnidad que indicaba la importancia de su llegada.

Overlord y un Nuevo MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora