09.

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Llevaba rato observando la ventana de la habitación y cómo el sol se iba colando por ella, pensaba en lo sucedido la noche anterior y todos los colores adornaban mi rostro de eso estaba segura. Me regañaba mentalmente por haber accedido a eso, pero digamos el el alcohol también tuvo un poco de culpa.

O eso quería creer.

Voltee a ver a Mariana, quien dormía boca abajo mientras pasaba su brazo por mi cintura, solo la cubría la sábana al igual que a mí, podía ver su espalda morena perfectamente. Aproveché de mirar el reloj de la mesita de noche y suspiré, era casi medio día, debía volver a casa pues Abby ni siquiera sabía de mí. Con cuidado intenté levantarme, apartando su brazo con suma delicadeza pues no quería despertarla, aunque al parecer su sueño era muy ligero.

Pa' dónde vas? — preguntó adormilada mientras reforzaba su brazo sobre mi cintura y me apegaba a ella.

Yo por poco me derrito entre sus brazos al escucharla hablar, sentí un tirón en mi vientre que me hacía querer comérmela.

Quédate — susurró acomodándose ahora de lado y dejando un beso en mi hombro desnudo, aún no abría los ojos.

Solo... déjame avisarle... uhm, mi amiga no sabe nada de mí desde anoche — confesé preocupada mientras acariciaba un poco su brazo. Mi piel se erizó un poco al recordar de nuevo la noche anterior.

Dale mami, estaré esperándote aquí — dijo y aflojó su agarre para que pudiera salir. — hay ropa en el armario, usa lo que quieras — ofreció sin preocupación y siguió durmiendo como si nada.

Yo me levanté con cuidado y fui a esculcar entre sus cosas para elegir un short y una camiseta grande, seguido tomé mi celular y salí de la habitación con mucho cuidado para no despertar a los demás. Bajé las escaleras y camine a través de la sala para llegar al pequeño balcón de la casa, donde estuve hablando con Abby por teléfono unos cuantos minutos.

Definitivamente tendría que darle lujo y detalles de todo.

Buenos días, chula — murmuró una voz ronca a mis espaldas, haciendo que saltara en mi puesto asustada.

Victoria rió.

Que bien te queda la ropa de Mari, mejor que a ella — halagó con cierta burla en su voz y una sonrisa de lado, yo relamí mis labios nerviosa, no quería que pensara mal de mí.

Y- yo... no es lo que parece — murmuré torpemente mientras me acercaba a ella, aunque me reprendí mentalmente por sonar desesperada en darle una explicación.

Ella frunció un poco el ceño.

¿Qué no lo es? — preguntó colocando una cara pensativa, falsa por supuesto. — Traes su ropa, ha sido buena amiga en prestártela pa' que te quedes — mencionó dándole un giro total al tema, entre mis nervios no captaba su sarcasmo pero solo asentí.

Estaba m-muy borracha para llegar así a casa — me excusé aún más, aún sin comprender el sarcasmo en su voz.

Ella rió, el aire que salió de entre su boca y nariz llenó la mía, el perfecto olor a café se colaba por mis orificios nasales.

Te quería preguntar por qué no habías respondido mi mensaje, pero no importa mucho ahora — murmuró encogiéndose de hombros. —

N-no pude, yo-ya habían llegado todos — dije rápidamente, aunque en parte lo había olvidado por estar discutiendo con Mariana.

Iban a volverme loca.

Dale banda — se rió de nuevo y se alejó, yo fruncí un poco el ceño intentando entender su dialecto, aún no me acostumbraba. Sin más que decir, me hizo una seña de "adiós" con su mano y un pequeño guiño en el ojo, luego desapareció del balcón perdiéndose por las escaleras.

between themDonde viven las historias. Descúbrelo ahora