El prometido

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Me levanté bien temprano a revisar los correos y veo que los dos caballeros quieren hablar en persona, así que los invito a desayunar en un par de horas, voy a levantar a mi mujer, levántate mujer que debes tener todo preparado para recibir a los hombres que contacte para casar a tu hija quiero todo perfecto.

—Me levanto apurada a preparar todo como quiere mi esposo, hoy por fin volverá la paz a esta casa, subo a levantar a Fernanda, hija levántate y ponte hermosa.

— mamá, ¿puedes dejarme dormir?

— ¡No! Tus pretendientes vienen para acá, así que quiero que te comportes como te eduque, ¡qué horrible tienes esa cara! Ponte hielo.

— ¿Cómo quieres que este? ¡Sí, mi padre pretende venderme al mejor postor! Pase toda la noche llorando arrepentida de haber vuelto por su enfermedad.

Porque si están sanos para hacerme, esto están sanos para vivir solos, ¡te juro madre que se va a arrepentir por el resto de su vida! Y ¿Cuáles pretendientes? Si esto no es más que un negocio.

¿Dime acaso mi papá pensó en lo mejor para mí o para su negocio? ¡Responde! ¿No te cansas de ser su marioneta? ¡Me da vergüenza ser tu hija! ¿No te cansas de ser la sombra de un hombre? ¡Yo quiero algo mejor en mi vida! Joel tenía razón en cada palabra que dijo, no te imaginas lo arrepentida que estoy por haber dañado nuestra amistad, me levanto y voy al baño, lo odio, le digo antes de tirar fuerte la puerta.

Entro en la ducha y vuelvo a llorar tardo, un buen rato duchándome, luego salgo y me coloco un conjunto deportivo, me dejo mi cabello mojado y suelto, no me maquillo porque así esta sea la última pelea que de ¡no le voy a dar el gusto de verme arreglada como tanto les gusta! No me coloco zapatos, ya que a mí me encanta estar descalza y es algo que a ellos les molesta mucho.


— Me dolieron mucho las palabras de mi hija, ella y mi marido son lo único que tengo, pero yo fui criada así, ella debe entender que así es el mundo, los hombres son los que tienen la última palabra siempre. Colocamos los alimentos en la mesa del jardín, tocan el timbre y me imagino que son los invitados y mi hija aún no baja.


—Voy a recibir a los hombres que cite.

— hola, ¿cómo está, señor Michel?

— ¡Muy bien! Abraham.

— hola, señor Michel, ¿no soy el único interesado?

— ¡Buenos días, Justin! En realidad, les hice la propuesta a los dos como comprenderán tengo una hija, ya estoy viejo y necesito dejar un hombre que la cuide y se encargue de las editoriales.

—¿Y ella que piensa de eso?

— ja, ja, ja, Abraham, ella debe acatar mis órdenes, las mujeres de mi casa son obedientes.

— escuchar las palabras de este señor, no me agradan para nada. No soy un hombre machista, tengo unas hermanas y una hija pequeña, no me gustaría que las trataran como objetos, así que yo paso quiero una mujer independiente realizada que sea un ejemplo para mi hija y nuestros futuros hijos, recién cumplí cuarenta años y quiero una pareja para disfrutar no otra hija a quien cuidar.

— vamos al jardín, les presento a mi esposa.

— ¡mucho gusto! Caballeros, tomen asiento, ¿qué desean servirse? — mucho gusto, ¡señora Michel, soy Abraham! Tome asiento, yo me puedo servir.

—Yo soy Justin, señora Michel, deseo un café y tostadas a mí si me gusta que me atiendan.

— ya le sirvo, caballero.

La Novia FugitivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora