Capítulo 3 : La Última Cena

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. La noche había caído sobre Jerusalén, y la incertidumbre se cernía sobre ellos como una pesada nube. María, aunque angustiada por lo que había presenciado, se mantuvo cerca de los seguidores de Jesús, ofreciendo consuelo y apoyo.

Esa noche, en una habitación secreta en Jerusalén, Jesús y sus discípulos se reunieron para lo que sería su última cena juntos. La atmósfera estaba cargada de una mezcla de tristeza y esperanza, mientras Jesús compartía sus últimas enseñanzas y advertencias.

"Os he deseado profundamente celebrar esta Pascua con vosotros antes de mi sufrimiento," dijo Jesús, rompiendo el pan y repartiéndolo entre sus discípulos. "Este pan es mi cuerpo, que por vosotros es dado. Haced esto en memoria de mí."

María observaba desde un rincón de la sala, su corazón lleno de admiración y amor por Jesús. Sabía que cada palabra que pronunciaba estaba impregnada de un profundo significado y que este momento sería recordado por generaciones.

Luego, Jesús tomó una copa de vino y, después de dar gracias, la pasó a sus discípulos. "Bebed todos de ella," dijo. "Porque esta es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados."

Los discípulos bebieron en silencio, sus corazones pesados con la comprensión de que algo monumental estaba a punto de suceder. Jesús continuó hablando, ofreciendo palabras de consuelo y esperanza para los días oscuros que se avecinaban.

"Os doy un nuevo mandamiento: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros."

María sintió una ola de emoción al escuchar esas palabras. Sabía que el amor era el mensaje central de la misión de Jesús y que, a pesar de las dificultades que enfrentarían, el amor los sostendría.

Al final de la cena, Jesús se levantó y lavó los pies de sus discípulos, un acto de humildad y servicio que dejó a todos en asombro. "Si yo, el Señor y Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis."

María, con lágrimas en los ojos, comprendió la profundidad de la enseñanza de Jesús. No se trataba solo de palabras, sino de acciones concretas de amor y servicio hacia los demás.

Después de la cena, mientras los discípulos se dispersaban para prepararse para lo que vendría, Jesús tomó a María aparte. En un rincón apartado, la atrajo hacia él y susurró: "María, esta noche puede ser nuestra última oportunidad de estar juntos. No sabemos lo que nos depara el futuro, pero quiero que sepas cuánto significas para mí."

María se acercó a Jesús, sus cuerpos encontrándose en un abrazo que hablaba de un amor profundo y desesperado. Sus labios se encontraron en un beso cargado de pasión y tristeza, sabiendo que su tiempo juntos era limitado. Sus caricias se volvieron más intensas, y en la intimidad de la noche, se entregaron el uno al otro, sellando su amor en un acto de unión física y espiritual.

La noche aún no había terminado y que enfrentarían pruebas más duras. Pero con el recuerdo de la última cena y las enseñanzas de Jesús en sus corazones, se sintieron fortalecidos para lo que vendría. María, con la certeza de llevar una parte de Jesús en su interior, se unió al grupo, caminando junto a ellos en la oscuridad. Sabía que su amor y fe serían su guía en los días venideros y que, pase lo que pase, el mensaje de Jesús prevalecería.

María y Jesús se amanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora