Cap. 2

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Nos encontramos rumbo al sur del país, son 6 horas de viaje por carretera y no hay tiendas de autoservicio, aún es de noche, ni siquiera pude dormir porque la noticia llegó y me sacaron a la cama a la fuerza. Vino mi familia; mis padres, mis hermanos mayores y yo. Es raro ver a mi hermano menor, el normalmente siempre está trabajando y no viene muy seguido a casa, aunque no tengo ganas de hablar, estoy muy adormilado...

Más tarde, el sol me dio directo en la cara, provocando mi despertar, por llegar a la casa de mis abuelos, la gente se arremolinaba alrededor, sobre todo la gente mayor que se acercaba al petate de mi abuelo donde estaba su cuerpo tapado por una sábana blanca, flores alrededor de su silueta y una máscara de lobo en el pecho de mi abuelo.

Mi madre lloraba abrazando a mi abuela, pero mi abuela se miraba tan estoica sin mediar palabra... Parecía enojada.
— Ay madre ¿que es lo que pasó?— preguntó en brazos de mi abuela quien no contestaba.
— ¿Será hora?— pregunto mi padre a los ancianos quienes solo asintieron con una cara sería.

— ¿Que es lo que están hablando?— me pregunté a mi mismo, este día era solo de dudas para mí y para mí hermana mayor quien se veía igual de confundida que yo pues no era un velorio común, no había nada de las representaciones de otras religiones, no había ninguna representación a decir verdad...

La noche y comida llegaron, no podía sentirme triste por mi abuelo, no lo conocía lo suficiente pues casi no visitábamos a mis abuelos.
— ¿Que es lo que haremos mamá?— pregunto mi madre a mi abuela detrás de la puerta durante la cena ¿de que hablarán?
Pegue mi oreja a la puerta para oír más.
— Aún es muy pronto para que hagamos su ritual má— dijo mi madre pero mi abuela negó.
— No hija, desde los 15 pueden hacer su ritual mis niños, pero no habían venido para defenderse ellos mismos— comento mi abuela con una voz claramente molesta.

— Pero má, sabes que a Raúl no le di permiso, el quiso hacerlo por si solo— hablaba de mi hermano, pero que hizo por si solo?
— Sabes que no es una opción mi niña, y en estos tiempos de crisis deberíamos hacerlo ya mismo— replicó mi abuela aún con molestia en su tono.

— Está bien madre, solo porque no quisiera que mis hijos estén indefensos ante esos locos— menciono mi mamá antes de que escuchará pasos hacia la puerta.
— Después de la cena hija, tenemos que ir a la plaza y llevar a los que cumplieron 15— dijo mi abuela antes de que mi madre abriera la puerta de golpe y se me callera mi plato de arroz.

— Ay James, ¿que paso hijo?— pregunto mi mamá mirándome con una cara de disgusto.
— Ay má, te estaba buscando porque queria más carne, pero mejor me pido otro plato— estaba nervioso pero apenas pude responder aún mirando mi plato tirado.

— Pues le hubieras pedido a tu hermana, ella está en la cocina con tus tío ya las señoras— replicó mi madre y me agaché.
— Bueno má, ya voy pa'ya. Pero necesito mi plato— dije pero mi mamá me usho.

— No James, ve que te den otro plato por allá, yo termino de recoger esto, que bueno que no son de vidrio como los de la casa— replicó mi madre recogiendo el plato de madera y el arroz que estaba regado por el suelo.

Simplemente seguí adelante a la cocina, pensativo sobre lo que hablaron mi madre y mi abuela ¿a que ritual se referían?... ¿Era magia? ¿voy a ser un mago?

Esa idea me emocionaba, realmente quería ser como ese chico de las novelas mágicas que tiene a su fantasma patrón. ¿Que haré si es así?

Corrí con ansias agitando mis brazos en el aire con una sonrisa, realmente estaba emocionado por esa idea. Hasta que salí de la casa, a lo lejos, pude ver qué prendían un fuego en medio del pueblo, en la plaza que menciono mi abuela.
— ¿Que están haciendo?— me pregunté sin apartar la mirada hasta que pusieron otro plato en la mesa.

— ¿Que miras hijo?— pregunto mi padre luego mirando a la hoguera y sin dejarme contestar — Apúrate a cenar, que tenemos que ir para allá— me dijo con una cara sería, algo que me me dejó confundido y abandone la idea de la magia para pensar en algo más pesado...

—¿Que vamos a hacer pá?— le pregunté pero solo negó con la cabeza y se fue dentro de casa — No pues gracias— dije sin apartar la mirada de la hoguera que sus llamas se avivan con el tiempo.

— Ahora estoy preocupado...

Nahual JaguarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora