Capítulo 4. Planes casi falidos.

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Margo Evans

Esperaba acabar bien tomada de alcohol está noche. Luego del mal rato que pase aproveché la salida que teníamos los de último año de pasantía para relajarme y obvio tendría sexo, pero sería en un hotel o en la casa de la otra persona. No quería más interrupciones.

No quería nada, en especial de él me sentía tan impotente. No quería nada conmigo, entonces ¿Que le importaba que hacía o dejaba de hacer? Tenía varios días evitándolo, lo cual era algo fácil, solo debía tomar algunos turnos y cubrir a una que otra persona, mejor el hospital que el apartamento, él tampoco la ponía tan difícil, si insistencia por hablarme no fue ninguna solo tenía una que otra mirada para conmigo, nada fuera de lo común.

Entre en el local Larissa ya se encontraba allí, para beber era la persona indicada. Para la imprudencia también. Pero me había hecho sentir bien en este mundo de tiburones que es la medicina, así que juntas habíamos creado una relación simbiótica.

Un par de compañeros más se encontraban junto a la barra otros pocos los reconocí en la pista de baile.

—¡Margo! —mi amiga me hacía una seña con la mano para que me acercara, se encontraba con un chico lo bastante atractivo.

Cuando me acerque empezó a presentarnos:

—Lucas, está es mi amiga, Margo. Margo este es el nuevo pasante, se transfirió hace poco a nuestro hospital.

Justo cuando iba a estrechar si mano sentí una presencia, en el bar de la pequeña discoteca, justo a mí espalda.

—Doctor Scott. Que extraño verle por aquí. —Menciona la otra rubia a mí lado.

No podía estar aquí. Yo quería sexo. No interrupciones. ¡¿Es tanto pedir?! Ahora la mayor de ellas está detras de mi y me respiraba en la nuca.

—Queria pasar algo de tiempo de caridad con mi unidad. Creo que no tengo más explicación que esa.

Era ridículo.

—Pues si no les molesta, yo quiero bailar —interrumpo las explicaciones —Lucas ¿Me acompañas?

Casi no le doy oportunidad de responder, cuando lo arrastro a la pista de baile.

—Quiero pensar que me has arrastrado aquí por mis propios méritos. Pero sé que no ha sido por ello.

Lo miro a sus ojos marrones que me transmiten amabilidad.

—Pues ayúdame —le regalo una sonrisa.

—Tranquila, fingir ser el ligue de mis amigas es mi pasión.

Coloca sus manos en mis caderas y las balancea. Se acerca a mí oído:

—Cada vez que me acerque vas a sonreír con coquetería, porque él debe ver que la estamos pasando bien y que pronto te llevaré a mi casa.

Cuando se aleja río con picardía, seguimos bailando y no me he fijado en Henry desde que empezamos con esto, eso no significa que no sienta su mirada sobre mí. Nos ponemos a hablar trivialidades, cuando me suelta:

—Ademas de doctor, siento que lo conoces de algo más.

—Nos conocemos desde pequeños.

—Pues no va a reaccionar con un simple baile.

Está vez él sin dejarme pensar me arrastra de donde estamos bailando, agarrados de la mano se acerca a la barra donde se encuentra nuestra compañera que por coincidencia se está cerca del lado de la barra, donde Henry no se ha movido desde que llegó, junto a otros de nuestros compañeros.

Lucas se adelanta y dice:

—La noche ha acabado para nosotros, pediremos un taxi y llegaremos a otro lado.

Ninguno pone reparo, mi amiga me guiña un ojo, pero el lenguaje corporal del doctor ente nosotros no dice lo mismo, parece como si pronto se le quebrará la mandíbula.

Salimos del local y mi nuevo amigo me invita a su apartamento a ver películas. Yo acepto, sabiendo que a Henry no le importará ni en lo mas minimo mi pequeña desaparición. Cuando el pelo castaño saca su celular para pedir un taxi de aplicación escuchamos que alguien sale de la pequeña discoteca.

Henry se acerca a nosotros y cubre todo el aura del lugar.

—Regalame un momento.

No me deja replicar cuando me arrastra a la esquina próxima al local. Un pequeño callejón se dibuja ante nosotros. Pongo distancia y dictó las reglas:

—Rapido y conciso.

—No te irás con él —su mandíbula sigue tensa y el frió de aquel callejón me pone la piel de gallina.

—¿Quien eres? ¿Mi padre?

—Tengo edad.

—Son diez, diez años Henry, no cuarenta los que me llevas.

—Por ende se que te iría mejor si no te vas con él.

—Es mi cuerpo y yo decido a quien me follo y a quien no.

Desorienta mis sentidos cuando en una zancada ya está pegado a mi en la pared de aquel callejón.

—Ese es el problema, que al parecer no sabes que estás a mi cargo. Ahora tienes dos opciones. Uno, nos vamos a casa o dos, te vas con él. Pero cada una tiene su consecuencia. Tú decides.

Estoy tan molesta por sus últimos arrebatos que digo:

—Me voy con él.

—Pues vas a recordarme cada vez que él te bese está noche.












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Aquí llegoooo, sí tenía mucho que no pasaba por esta historia jeje he estado más activa con MPC, peroooo ya estoy acá.

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Muchas gracias por el apoyo. Los quierooooo.

Besitos de fuego. 🔥💋

Bye.✨




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