"━Tu fuiste la primera en tenderme la mano, pero fui yo quien se aferró a tí."
Inefable | En la aldea oculta de la hoja, Konoha, dos niños cruzaron sus destinos de forma casual sin saber que sus hilos se entrelazarían. Sakura provenía de una familia...
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—Y bien, cuéntame cómo te has sentido últimamente —indagó la mujer con un tono profesional, sin desviar la mirada de los documentos que reposaban sobre su escritorio, los cuáles le habían encomendado del departamento de investigación y tortura.
Sakura se dabatio internamente sí contestar aquella pregunta con sinceridad. Se sentía mejor que nunca, incluso si aquellas pesadillas seguían persiguiéndola con insistencia. Cuando estaba despierta podía disfrutar de su vida olvidándolas, gracias a Naruto.
Fue en ese instante de reflexión cuando Sakura se percató de que, si no hubiera sido por la insólita tarea asignada por su psicóloga, jamás habría buscado la compañía de Uzumaki, algo por lo que se sintió un poco agradecida, aunque era consciente que aquello se había dado por sus propias acciones. Estaba convencida de que Amiaba jamás habría anticipado que su sugerencia resultaría en una amistad tan importante.
—Pues… normal —respondió finalmente, aunque su voz delataba una ligera vacilación. La mujer finalmente levantó la vista, observándola a través del cristal de sus voluminosos lentes—. Es algo bueno, considerando que siempre me sentía mal —agregó apresuradamente, esbozando una sonrisa forzada y algo torpe en un intento de proyectar una imagen de inocencia.
Amiaba asintió con un gesto sutil, como si en su mente estuviera marcando un punto a favor en el progreso de Sakura. Parecía que, después de todo, la joven estaba logrando avances, algo que no se había visto desde aquel primer día en que cruzó la puerta de su consultorio.
—Me alegra oírlo. Continuaremos trabajando hasta que te sientas completamente bien —declaró. Dejó los papeles a un lado, se enderezó en su asiento y dirigió toda su atención hacia la figura menuda que tenía enfrente—. Y dime, ¿continúas con la idea de ser una ninja?
Aquella pregunta la tomó por sorpresa, recordando que la única vez que había mencionado aquello frente a la mujer fue en su primera sesión, en la que estuvieron presentes sus padres. Los tres adultos habían intercambiado miradas cargadas de escepticismo ante sus palabras; después de todo, una niña proveniente de un clan civil, con una apariencia tan femenina y dulce distaba mucho del estereotipo de un ninja.
Al inicio había sido una simple idea que pasó por la cabeza de Sakura, cuando en uno de sus tantos escapes de su casa presenció aquella escena. Aquel día había terminado en un árbol cercano a un campo de entrenamiento, donde presenció a dos chunnin que se encontraban luchando. La danza de sus cuerpos, el filo de los kunais cortando el aire, los movimientos precisos y casi artísticos la dejaron embelesada. Claro estaba que al poco rato la descubrieron, bajándola del árbol con movimientos tan rápidos que sus ojos no podían captar.
Después de haber sido regresada a su casa y escuchar los regaños de su madre, nuevamente se escapó, pero esta vez a la biblioteca. Fingiendo querer libros infantiles, se coló entre las grandes estanterías hasta encontrarse con libros de información shinobi, quedándose fascinada ante la cantidad de técnicas y teorías que tenían los ninjas. Era un mundo de infinitas posibilidades que parecían ser sacados de una alocada imaginación, desde técnicas basadas en elementos hasta invocaciones de objetos o criaturas. Era todo un mundo que de inmediato la atrajo.
