00 | Sol

70 17 2
                                    

CAPÍTULO 00:
Sol

Un quinto suspiro, la señorita Amiaba dejaba escapar el aire por quinta vez en la sesión, un acto que Sakura había notado debido a que no tenía nada más interesante a lo cuál prestarle atención

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un quinto suspiro, la señorita Amiaba dejaba escapar el aire por quinta vez en la sesión, un acto que Sakura había notado debido a que no tenía nada más interesante a lo cuál prestarle atención.

—¿Por qué no intentas simplemente olvidarlos? —indagó, con una voz teñida de una mezcla de frustración y compasión. No era una psicóloga infantil; su entrenamiento había sido en el arte de desentrañar los secretos más oscuros de criminales de guerra. Sin embargo, allí estaba, forzada por las circunstancias económicas a intentar sumergirse en la cabezita de aquella niña adorable pero perturbada.

La pereza se apoderó de Sakura al oír aquellas palabras, y con un suspiro, se hundió en la profundidad de su asiento. Para ella, dejar atrás sus pesadillas y vivir como cualquier otra niña era un anhelo, pero lo fácil era únicamente decirlo.

Las sesiones le parecían un laberinto sin salida, y aunque carecía de ambición para solicitar un cambio de terapeuta, la idea danzaba en su mente ante la inutilidad y pérdida de tiempo que le resultaban.

—Quedan cuatro minutos —rompió el silencio la psicóloga, al parecer le había surgido una idea—. Te dejaré una tarea. Toma estas hojas y dibuja a tus amigos.

La pregunta se colgó en el aire, Sakura frunció el ceño; aquello era una broma cruel para alguien que tenía como únicas personas cercanas a sus progenitores.

—Pero si yo...

—El primer paso es hacer amigos —dijo la mujer con una sonrisa, levantándose de su silla y acariciando suavemente el cabello rosa. Abrió la puerta, señalando que era hora de partir—. Espero que para nuestra próxima sesión hayas avanzado con la tarea.

Con una sonrisa forzada, Sakura asintió. En su interior se retorcían sus ganas de gritar y desahogar su frustración ante la tonta tarea, pero se contuvo para que su expediente psicológico no empeorara. Al salir, se encontró con la silueta de su padre.

—¿Cómo te fue? —. La pregunta de Kizashi era meramente protocolaria. A él le parecía absurdo que su hija asistiera al "loquero", o como despectivamente llamaba al psicólogo. Sin embargo, no se atrevía a cuestionar las decisiones de su esposa, incluso si él consideraba a su hija perfectamente normal.

—Aburrido —respondió con una simplicidad que escondía su irritación hacía Amiaba, intercambiando una sonrisa cómplice con su padre. —¿Puedo ir al parque?

La petición lo tomó por sorpresa, pero Kizashi accedió, complacido por la repentina iniciativa de su hija.

Como un torbellino de tonos rosados, Sakura desplegó todas sus habilidades sociales, integrándose sin esfuerzo en los pequeños círculos de niños que jugaban. Sin embargo, la monotonía de sus juegos y la simpleza de sus conversaciones no tardaron en abrumarla. Una sensación de que realmente no estaba logrando su objetivo la inundó; aquellos niños no serían sus amigos, no sentía ningún tipo de conexión con ellos, y sabía que en cuanto descubrieran su otra cara, rápidamente la dejarían sola. Desesperada, se levantó de su lugar, dispuesta a encontrar una respuesta a su problema.

Inefable | Narusaku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora