02 | Sueños

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CAPÍTULO 02
Sueños

Estaba parada e inmóvil, justo en el centro de Konoha

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Estaba parada e inmóvil, justo en el centro de Konoha. Había un viento violento que parecía querer empujarla; por lo mismo, se encontraba encordecida, pero era capaz de captar extraños sonidos que eran indescriptibles para ella, mientras sus ojos recorrían todas las casas y calles que parecían desiertas. La luz de la luna entremezclada con los parpadeante destellos de las farolas era lo único que le permitía tener un poco de visión.

Observó sus pies, estaban descalzos y su cuerpo estaba cubierto por una fina ropa que dejaba colar todo el frío del viento. Incluso si no veía su cabello, sabía que debía estar bastante enredado. Comenzó a caminar, sintiendo la heladez del suelo con cada paso que daba, hasta que parecía haberse teletransportado a un lugar; parecía ser un distrito y pronto vio aquel símbolo de abanico que pudo identificar.

De forma abrupta, el viento se detuvo y fue reemplazado por horrorosos gritos que parecían desgarrar la garganta de quienes los emitían. Cerró sus ojos con fuerza y cubrió sus oídos, tratando de silenciar ese horrible coro que era acompañado de un zumbido persistente.

En un instante dejó de sentir frío; por el contrario, sintió calor. Al abrir nuevamente sus ojos, se encontró con que estaba rodeada por un espeso y fuerte fuego. Su cuerpo no se movía, pero sentía que su corazón y sangre ardían; el aire calcinante rasgaba su garganta y fosas nasales, todo era sofocante hasta que se encontró con un escenario peor.

De la oscuridad emergieron figuras tétricas, humanos deformados por el fuego que gritaban por cada parte de su cuerpo quemado. Todos tenían el cabello negro y los ojos rojos; se acercaban a ella con sus manos estiradas, como si quisieran su ayuda.

Sombras, nuevamente aquellas sombras que estaban en todos sus pesadillas aparecieron. Eran literalmente criaturas intangibles de coloración negra; su rostro, si es que así se podía llamar, parecían máscaras macabras inspiradas en animales, donde se podían distinguir dos puntos rojos brillantes que parecían ser sus ojos. Lloró, lloró mucho al verlas nuevamente y cómo estas la rodeaban, poco a poco consumiendo su cuerpo. Ya no sentía frío ni calor y únicamente veía oscuridad.

Su mente regresó a la realidad. No podía mover su cuerpo recostado en cama; su habitación, incluso si no era para nada tenebrosa, no era capaz de causarle calma. Sus ojos temblaban y un sudor frío recorría su rostro y manos. Tenía ganas de gritar y llamar a sus padres, pero sus cuerdas vocales estaban bloqueadas, quería levantarse y correr hacia su cuarto, abrazarlos y cubrirse de pies a cabeza con sus sábanas, pero estaba congelada. Únicamente podía escuchar su respiración acelerada y el eco de aquellas figuras gritando.

Su visión estaba nublada, hasta que dio con aquel dibujo colgado en su pared: el dibujo de un brillante sol en medio de una hoja blanca. Su mente de inmediato recordó a Naruto y su sonrisa brillante que había espantado los recuerdos de sus pesadillas aquel día que lo conoció.

Inefable | Narusaku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora