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Inojin nunca olvidaría la noche en que su mundo se desmoronó. Solo tenía 7 años cuando los cazadores de vampiros irrumpieron en su hogar, cambiando su vida por completo.

...

La sala de la casa de la familia Yamanaka, se iluminaba por la suave luz de la luna que se filtraba a través de las cortinas. Ino, una bella vampira, se sentaba en un sillón blanco, muy lujoso, junto a su esposo Sai, un humano cuya serenidad contrastaba con la naturaleza inquietante de su esposa. Entre ambos, se encontraba Inojin, su hijo mitad vampiro, el cual en esos momentos mostraba emoción en su rostro.

—Entonces, Inojin, ¿cómo te fue en la escuela hoy? —Preguntó Ino con una sonrisa alentadora.

Inojin miró a su madre y a su padre con entusiasmo. —Bueno, hoy intentamos volar nuevamente. Al principio se me complicó un poco, pero finalmente lo logré. ¡Pude volar por unos minutos sin caerme! —

Ino aplaudió suavemente, sus ojos brillando de orgullo. —Estoy tan orgullosa de ti, Inojin. No es fácil ser mitad vampiro, pero estás desarrollando tus poderes mejor de lo que pensamos. —

Sai sonrió, asintiendo con la cabeza, dándole razón a su esposa. —Sabíamos que lo lograrías, hijo, siempre lo haces. —

Los 2 mayores rieron y abrazaron al más pequeño demostrándole el amor y aprecio que le tenían. De repente, un fuerte estruendo proveniente del segundo piso rompió la tranquilidad, haciendo que los tres se sobresaltaran.

El mayor frunció el ceño y se levantó rápidamente. —Iré a ver qué está pasando. —Dijo con voz firme y tranquila como siempre.

Ino e Inojin se quedaron sentados, sus corazones latiendo con rapidez mientras escuchaban los pasos del azabache subiendo las escaleras hasta dejarlo de ver. El tiempo parecía alargarse y el silencio que siguió solo aumentaba la inquietud en ambos; de pronto, un ruido de algo cayéndose resonó desde el segundo piso, seguido de un silbido sibilante, un gas empezó a esparcirse por toda la casa, invadiendo rápidamente la sala.

El pequeño rubio comenzó a toser violentamente, mientras que la mayor, siendo una vampira pura, era aún más afectada, lo que hizo que cayera al suelo, luchando por respirar.

—Huele... a ajo. —Dijo la mujer entre toses, sus palabras apenas audibles.

El sonido de pisadas resonó desde el segundo piso, y un hombre con una máscara negra y una estaca de madera en su mano derecha, apareció en lo alto de las escaleras, descendiendo lentamente.

...

Sai despertó y se levantó de golpe, lo que provocó que se mareara un poco, tenía sangre en su cabeza, pero esto no evitó que se detuviera, ascendió las escaleras rápidamente, su corazón latiendo con fuerza en su pecho; sabía que el hombre encapuchado que había invadido su hogar era un cazavampiros, y aunque él mismo no tenía poderes sobrenaturales, estaba decidido a defender a su familia.

Mientras corría, sus ojos buscaron algo que pudiera usar como arma. En el pasillo del segundo piso, vio una pesada escultura de bronce, una representación imponente de un guerrero antiguo; sin dudarlo, el azabache agarró la escultura, sintiendo su peso sólido en sus manos, luego bajó las escaleras corriendo y se dirigió hasta la sala, donde se encontraban su hijo y su esposa en el suelo tosiendo desesperadamente.

—¡No permitiré que toques a mi familia, hijo de puta! —Gritó desesperadamente, lanzándose hacia adelante con la escultura levantada.

El cazavampiros se dio la vuelta con rapidez, esquivando el primer golpe de Sai con una agilidad sobrenatural; la escultura golpeó el suelo con un estruendo, pero el Yamanaka no se detuvo, giró sobre sus talones y lanzó otro ataque, esta vez acertando un golpe en el costado del cazavampiros. El hombre encapuchado gruñó de dolor, tambaleándose hacia atrás.

Ojos plata [Shikajin] / (Mitsuboru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora