Parte 2: Deshonra

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Los primeros informes que llegaron a las ciudades sobre la revuelta en Soledad no mencionaron lo que realmente había pasado, pero, por suerte, no fueron los únicos

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Los primeros informes que llegaron a las ciudades sobre la revuelta en Soledad no mencionaron lo que realmente había pasado, pero, por suerte, no fueron los únicos. A pesar del poder y el miedo que había ejercido el Círculo hacia los ciudadanos de Soledad, aún quedaban muchos fieles a la causa. Sin embargo, sólo las palabras de uno de ellos lograrían pasar sin ser vistas.

Según contaban sus palabras sinceras, las personas que lucharon por la libertad de Soledad habían perdido sin siquiera lograr golpear al Círculo. Pero lo que mencionaba no solo era una derrota, sino también un abandono. Cuando el ejército de la resistencia invadió la fortaleza para luego caer, muchos de los mismos habían logrado escapar. Aquellos, sin embargo, no volvieron como ellos; ahora eran algo más. 

Las descripciones sobre los nuevos Deshonrados de Soledad eran similares a la de los Anclados de todo el mundo, aunque con un factor decisivo: sus almas. 

En los días posteriores, las investigaciones del Círculo sobre el poder que habían utilizado los anarquistas para dar aquel golpe por fin tomaron una dirección. Con el conocimiento sobre el mundo de los Ecos y el de los Anclado, la respuesta no tardó en aparecer. Según los entendidos, las almas corruptas que vagaban por el mundo no sólo podían afectar a los Anclados, sino que también a aquellos humanos que hayan sido lo bastantes idiotas como para ponerse en contacto directo con estos seres. Así, los reclutados por los conspiradores, sin entender del todo en lo que se metían, vendieron sus cuerpos a cambio de un poder que no podían contener. Además, los informes forenses sobre los fallecidos demostraban claramente el impacto que había hecho aquel poder sobre sus cuerpos. Mostrando así que las almas corruptas que ahora paseaban por el mundo no afectaban solamente a los Anclados, sino que desde ahora también irían a por los humanos

Al inicio, la corrupción entraba por el primer lugar del contacto y se extendía como una enfermedad carnívora por todo el cuerpo. Cuando ésta llegaba al corazón, que sucedía aproximadamente tras 2 horas del contacto en humanos, todo rastro de la persona desaparecía, dejando el cuerpo y la mente a la corrupción. Al cabo de unos cuantos minutos, la enfermedad llegaba a la cabeza, derritiendo todo rastro de vida. 

Tras la derrota anarquista, el poder del Círculo se fortaleció al igual que las privaciones. Si antes era difícil salir de la ciudad, ahora era una tarea imposible. Tan sólo el hecho de haber podido enviar una carta a través de tal seguridad ya lo volvía una victoria, pero la oportunidad, tal vez la única que tendrían en mucho tiempo, se desperdiciaría con un simple mensaje. Por aquella razón, el mensaje contenía algo más que palabras; contenía una clave. 

La carta, que ahora se encontraba perdida en manos de un mendigo iba dirigida a "La esperanza" que creían aguardaba fuera de Soledad. Pero, a menos que ese mendigo fuera la esperanza de toda una ciudad, el verdadero dueño la estaría buscando.

Refugiado en las sombras de un callejón, Gregor permanecía oculto, no por miedo a la ratonera y a sus asesinos que lo buscaban, sino por temor de sí mismo. A pesar de haber dedicado días enteros para intentar controlar sus nuevos y sobrenaturales sentidos, cada día que pasaba estos simplemente aumentaban. Ya fuera por oír los quejidos chillantes de un infante o los gritos mudos de un adolescente, la habilidad se convertía cada vez más en una maldición. Si no fuera por la marca en su muñeca que le recordaba su unión con aquella alma que salvó, tal vez hace tiempo se hubiera rendido.

Pero, aunque tener la marca de la corrupción significaba una sentencia de muerte y la mayoría de las personas huirían tan sólo con verla, en Gregor ésta despertaba una nueva sensación. Podría tratarse de un falso sentimiento de poder que lo cegaba de su futura realidad; sin embargo, no todo lo que sentía era falso. Si lograba concentrarse, podía notar una fuerza emanando directamente de la marca en su muñeca, como una cañería de gas con una pequeña fuga. 

Sorprendiendo a Gregor mientras observaba su marca, una puerta en el callejón se abrió atacando directamente a sus retinas antes de que pudiera cubrirlas. De ella salieron dos siluetas envolviéndose la una a la otra; dos jóvenes, absortos del mundo y de la presencia de Gregor, buscaban un lugar más privado. 

La más pequeña de ellas, cargada con pasión por la otra, no podía parar de cuestionarse lo que estaba a punto de hacer. Estar engañando a su novio la hacía sentirse mejor, más encendida, pero luego, inevitablemente, sus pensamientos volvían a su hogar: la depresión de su madre, la desaparición de su padre y la de su hermano, la infidelidad de su novio con su mejor amiga, su amiga apuñalándola por la espalda, las inseguridades, el sentirse fea, tonta, poca cos...(¡Para!).

La mente de Gregor se perdía en un mar de pensamiento, pero, desafortunadamente, ya no contaba con un timón. 

La otra joven, aunque intentaba encubrirlo con las drogas, era imposible que escondiera aquello que estaba aferrado a su ser, carcomiendo su voluntad al igual que lo haría un cáncer. Sus problemas, aparte de los que llevaba marcados en la piel con cicatrices, iban reflejados transparentes en sus ojos. Víctima y victimaria de sus propias decisiones, aquella mujer tan sólo buscaba olvidar tanto sus fortalezas como sus debilidades, creyendo así poder moldear la realidad de quien era.  

Pero esto a Gregor no le importaba; él, al igual que hacía siempre que alguien se acercaba, cubría sus oídos e intentaba bloquear su mente, pretendiendo así que la situación se resolviera sin que él tuviera que actuar. Temía, independientemente de cómo lo resolviera, que luego dejara de tener el control sobre sí mismo. Sin embargo, las chicas no se detendrían, llevando a Gregor al borde de la desesperación. 

Cuanto más tiempo esperaba, la situación se volvía más irreversible. Culpar a los altos niveles de estrógeno o al mundo frío y solitario en el que vivían no importaba; Gregor sabía que debía hacer algo para detenerlas o toda su lucha hasta el momento habría sido en vano. No obstante, diferenciar el bien del mal portando la marca de la corrupción era casi imposible. Tal vez pensar en callarlas amablemente desencadenaría que nunca más hablaran. Por otro lado, también podría huir, pero quién sabe dónde terminaría. 

Su elección final no fue menos. Al inicio, su lado más humano le pidió tan solo acercarse a ellas y hablarles, mientras que el resto de él le pedía lo mismo, pero con otros fines. Si hubiera continuado en vez de detenerse, se habría perdido. En cambio, al detenerse, logró ver lo que se había estado ocultando a sí mismo todo este tiempo: se había convertido en un monstruo y solo era cuestión de tiempo hasta que se transformara. 

Al darse cuenta de la terrible realidad que llevaba sobre sus hombros, Gregor huyó estrellándose con cada obstáculo que se cruzaba por su camino, sorprendiendo incluso a ambas chicas. 

 

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La teoría de los ecosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora