Parte 2: La pequeña princesa Kuchiki

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Parte 2: La pequeña princesa Kuchiki.

Mayuri no pudo explicar adecuadamente el comportamiento de Rukia, por lo que Byakuya asumió que ella era como una niña pequeña y no se equivocó. La situación era que ella recordaba algunas cosas, pero se comportaba como una niña pequeña.

Rukia sabía quién era él, sabía quién era Renji y conocía a las personas de la mansión, incluso había ido corriendo por un conejo de peluche que tenía en su habitación y lo abrazó como lo haría una niña pequeña.

— ¡Nii-sama, mira a Chappy!

Rukia le mostraba el conejo de peluche cómo si fuera la cosa más increíble del mundo, y de nuevo, Byakuya no se pudo resistir a la idea de consentirla. Lo admitía, era un hombre demasiado débil ante mini Rukia.

— Aquí hay un amigo para Chappy.

De algún lugar escondido entre sus mangas, Byakuya sacó un peluche del embajador de las algas y se lo entregó a Rukia, quien recibió el regalo con una enorme sonrisa en su pequeña carita.

— ¡Es increíble! ¡Gracias nii-sama!

Rukia lo abrazó por las piernas como lo haría un niño pequeño realmente emocionado, para después irse a jugar con sus peluches a una esquina de esa habitación, ajena al resto del mundo.

Byakuya no sabía cuánto tiempo estaría Rukia en ese estado, Mayuri no supo explicar lo que pasaría y dijo que cuando tuviera tiempo lo investigaría, pero que lo más probable fuera que ella regresara a la normalidad en algún momento.

Lo peor que podría pasar sería que Rukia se quedara así y que de nuevo empezara a crecer, como una segunda infancia.

Mientras Byakuya contemplaba a Rukia jugar y pensaba en esa posibilidad, ordenó a sus sirvientes buscar la ropa de mejor calidad para una niña pequeña, así como los mejores juguetes que el dinero podía comprar.

Byakuya aún recordaba lo que su amada Hisana le había contado de su vida en el Rukongai, y él pretendía consentir a Rukia todo lo que pudiera en esa segunda infancia. Ella merecía tener buenos recuerdos de una buena infancia.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Rukia estaba en su habitación, abrazada a Chappy y al Señor Alga que su hermano le había regalado, pero el sonido del viento entre los tallos de bambú le asustaba demasiado. La habitación era enorme y su cama también, y estaba oscuro.

Rukia sintió sus pequeños ojitos llenarse de lágrimas por estar asustada y sin pensarlo mucho, tomó a su conejo de peluche y se fue caminando descalza por los pasillos de esa enorme mansión hasta que llegó a la puerta de Byakuya.

Desde afuera se podía ver qué había una vela encendida y Rukia se puso de rodillas frente a la puerta para pedir permiso, como le habían enseñado por la tarde.

— Nii-sama, ¿Puedo dormir aquí? Chappy está asustado.

La pequeña voz de Rukia sonó temerosa y el sonido del viento la hizo abrazar a su conejo de peluche con fuerza, conteniendo las lágrimas hasta que Byakuya abrió la puerta.

— Rukia.

Byakuya estaba desconcertado al ver a la pequeña niña de rodillas frente a su puerta. Si de por sí Rukia era bajita, de rodillas lo era más.

— Chappy está asustado.

Volvió a decir Rukia y Byakuya la tomó en brazos para llevarla dentro de la habitación y acostarla en sobre su futón para que ella pudiera dormir. Realmente se veía pequeña entre todas aquellas sabanas y almohadas.

— Solo por esta noche. Descansa.

— ¡Sí, nii-sama!

Rukia pasó de asustada a feliz en segundos, y se acomodó en la cama para dormir protegida por su hermano y Chappy.

── ∗⋅✧⋅∗ ──

Esa promesa de "solo una vez" se fue al traste a la noche siguiente. Rukia apareció en su puerta, con su pijama, cargando una manta de conejitos que él mismo le había regalado y abrazando a ese conejo blanco que parecía estar unido a ella.

Byakuya simplemente no podía negarle nada a la pequeña Rukia. Ella era adorable y se había ganado los corazones de los miembros más jóvenes del Clan. Incluso las doncellas iban tras ella, jugando y tratando de que no se lastimara.

La amenaza dada por Byakuya de que si algo le pasaba a Rukia, el responsable sería ejecutado, era algo que todos temían. Además, desde muchas décadas atrás no había un niño pequeño en la mansión y todo mundo estaba feliz con Rukia chiquita.

Su risa calentaba el corazón de Byakuya y de muchos más, y no dejaba de imaginar que así se vería una pequeña suya con su amada Hisana.

Todas las tardes, cuando él regresaba del escuadrón, Rukia corría hacía él y le abrazaba las piernas como bienvenida, luego él la sostenía en brazos y ella le empezaba a contar lo que había hecho todos los días.

La doncella que cuidaba a Rukia había intentado que Rukia saludara como era debido a Byakuya, pero él la regañó y le permitió a Rukia hacer lo que ella quisiera, causando conmoción en todos los miembros de la mansión.

— Hoy ayudé en la cocina. Chappy también ayudó. Te hicimos bolas de arroz, nii-sama.

Ante ese comentario, Byakuya volteó a ver a la doncella con ese tipo de mirada que exigía una explicación a por qué la princesa de la familia, que era una pequeña niña, había estado metida en la cocina como un sirviente más.

La doncella se arrodillo de inmediato antes de dar sus explicaciones.

— Byakuya-sama, Rukia-sama insistió y no pudimos detenerla. No la obligamos, lo juro.

— Nii-sama, las hicimos para ti.

Byakuya le dedicó una mirada a la doncella que prometía dolor si lo que decía no era cierto, y luego miró a Rukia, quién lo miraba con los ojitos brillantes y expectantes.

— Está bien, las comeré.

Rukia se emocionó más por esa respuesta.

Para la cena, Byakuya pudo ver lo que Rukia había hecho con el arroz y se emocionó demasiado, aunque su rostro no lo reflejaba del todo. Las bolas de arroz eran una representación de ellos dos y Byakuya solo lo pudo saber porque Rukia se lo explicó como explica las cosas una niña pequeña.

— Este eres tú, Nii-sama, y está soy yo.

Rukia señaló un par de bolas de arroz que tenían ojitos y boca hechos con vegetales.

— Y estos son Chappy y el Señor Alga.

Rukia señaló a otras dos bolas de arroz con ojitos de vegetales.

— Están muy bien hechos, felicidades Rukia.

Era una pequeña mentira piadosa pero Byakuya no tuvo el corazón de decir la verdad. Los pequeños ojos de Rukia, completamente iluminados por la emoción, se lo impidieron.

Byakuya llegó a la conclusión de que era realmente débil ante Rukia.

Todo lo que ella desee || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora