I.DEBERIAS SABER LAS CONSECUENCIAS.

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CAPITULO UNO.

"DEBERIAS SABER LAS CONSECUENCIAS"

"Estoy llena de caos,

pero no merezco 

ser tratada como si fuera

un desastre natural."

Epifanías de medianoche.

Alicent Higthower, La Reina Verde. Mujer que causo la extinción de la dinastía Targaryen por su "ambición", cuando en realidad no es así.

Atormentada por todo las acciones que causo por su envidia y rencor, su mente comenzó a torturarla noche tras noche. Escuchando alaridos, quejidos de dolor, llanto interminable; la carne siendo cortada y el olor a quemado de esta.

Ese fue su castigo.

Recordando la forma en que cada uno de sus hijos sufrieron por sus estupideces y manipulación de su padre, manipulación que ella permitió cuando debió ser fuerte y negarse a las palabras de Otto.

Todo acabo, sí, es cierto. Con Rhaenyra muerta y Aegon por igual, siendo Aegon III el nuevo rey, huérfano de madre y padre... las torturas aumentaron.

Helaena siendo atravesada por los pinchos, agonizando antes de morir, Aemond muriendo contra Daemon, Daeron... su pobre niño y Aegon, el niño que le falto su calor maternal y comprensión convirtiéndose en una clase de maniático... era la peor persona existente.

El aire le comenzaba a faltar. Araño su rostro con ira, gritando y gruñendo frustrada, las lágrimas bajaban. Se aferro con una fuerza inexistente a su ropa, rompiendo en llanto.

Loca, desquiciada.

Palabras que le repitieron las damas que venían atenderla, ni siquiera lo hacían, ignorándola, matándola de hambre... pero alimentándola para impedirle morir e insultándola cuando tenían oportunidad.

Tal vez tengan razón, alucinando con sus hijos, su salud mental se iba deteriorando, pero con la poca cordura llego a una petición con Aegon, el pequeño rey.

—Esta es mi única petición...—dijo en voz baja, siendo observada por el infante.

—Puedes hacerla...

—Mantén a Jaehaera alejada de mi—pidió—. Has que mi nieta este a salvo... no la hagas sufrir, por favor.

Aegon asintió, despidiéndose de la mujer con un movimiento de su cabeza. Negándose a mirar la imagen desgastada y llorosa de la que una vez fue una Reina consorte orgullosa.

Alicent sollozo, viendo fijamente la puerta. Suspiro temblorosa, caminando directo al rincón para esconder su rostro entre las piernas.

—Perdónenme... en verdad lo siento... haría lo que fuera—susurro—...cambiaria todos mis errores.

Los gritos regresaron, cada vez más intensos acompañados de la migraña. Aturdiéndola, llevandola en un bucle de constante suplicio.

—Mis niños...

Aegon, Helaena, Aemond y Daeron... ellos merecían más, una buena madre.

Una familia.

La habitación comenzó a desaparecer, su corazón latía con lentitud. La mano fría le agarro con brusquedad sin importarle si llegaba a golpearse contra el frio suelo. Asustada, levanto la mirada encontrándose con los ojos rojos de la mujer, hermosa, inalcanzable.

EL CAMBIO GRACIAS A LOS DIOSES 《ALICENTXRHAENYRA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora