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En el segundo mes, Jay conoció a los padres de Sunghoon

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En el segundo mes, Jay conoció a los padres de Sunghoon.

No fue algo planeado ni esperado. En realidad, fue como esas cosas que solo suceden por obra del destino.

El inicio del día no fue color rosa. No había terminado de desayunar cuando su familia comenzó a discutir, algo que sinceramente odiaba.

-¡No puedes irte a vivir con ese idiota, Yunjin! -Exclamó Heeseung con frustración al recibir la nueva noticia de su hermana mayor. Era el único en toda la familia que no terminaba de aceptar esa relación, y también era la razón por la cual Yunjin aún no se atrevía a presentarlo ante la familia.

-No necesito tu permiso, Hee.

-¡Mierda, Yunjin! ¡Yeonjun y tú terminaron por su culpa!

-No fue su culpa. Fue mía. Era yo quien estaba en una relación.

-¡Pero no puedes irte con él!

Jay de inmediato se metió en aquella discusión. Odiaba las peleas, y mucho más si sucedían tan temprano en la mañana.

-¿No crees que es muy pronto, Yunjin? No han estado juntos ni un año.

-Lo sé, pero quiero hacerlo. Estoy enamorada de Won, y estoy muy segura de esto.

-¡Estuviste dos años con Yeonjun y nunca pensaron en algo así! -Se desesperó Heeseung. Su odio hacia Won era casi tangible.

-¡Ya basta! -Lo detuvo Jake con furia. Con el pasar del tiempo había aceptado la nueva relación de su hermana, pues la sonrisa que solía llevar todo el tiempo impresa en el rostro era lo único que necesitaba. Era quien más la apoyaba- Won no es Yeonjun. Sé que lo quisiste mucho, todos lo quisimos y aún lo hacemos, pero si Yunjin no es feliz con él, no puedes forzarlo.

-Púdrete, Jake.

Jieun dio un golpe a la mesa. Todos callaron, pues sabían que no era seguro molestarla al estar enojada.

-¿Realmente estás seguro de querer irte con él? -Preguntó a su hija.

-Muy segura -Contestó sin titubear.

-Entonces ve. No puedo detenerte.

*****

Ese día Sunghoon no fue a dibujarlo. Le escribió varios mensajes para comprobar su estado, pero él no contestó ninguno.

Aun así, en medio de todos los tatuajes que hizo ese día, no tuvo tiempo para preocuparse demasiado y volverse paranoico.

El pintor llegó a la tienda cuando Jay terminó de guardar sus cosas. La muñeca le dolía, también la espalda, pero cuando él llegó a abrazarlo y lo besó, tal vez con demasiada efusividad, nada de eso importó.

Cuando se alejó lo notó nervioso, inquieto. Era extraño verlo así, pues sus movimientos siempre desbordaban gracia y seguridad.

-¿Está todo en orden, Sunghoon? -Preguntó con delicadeza- No te ves bien.

EL TATUADOR DE LIBÉLULAS - JAYHOONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora