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—¿Entonces Jay y tú irán a una fiesta hoy? —Preguntó Jieun a Heeseung mientras intentaba alimentar al pequeño Sohee

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¿Entonces Jay y tú irán a una fiesta hoy? —Preguntó Jieun a Heeseung mientras intentaba alimentar al pequeño Sohee.

Era hora del desayuno y la gran familia estaba sentada alrededor de un pequeño comedor para seis en el que, de alguna manera, lograban comer once al mismo tiempo.

Jay amaba esto. No solo el hecho de tener una familia, sino el de ser tan unidos como para nunca darse cuenta de lo incómodo que era aquello.

Si —Respondió con felicidad mientras se apresuraba a comer. Llegaría tarde a sus clases en la universidad si tardaba demasiado—. Yunjin y Jake decidieron quedarse para hacer tontas manualidades.

Increíbles manualidades —Lo corrigió Yunjin desde el otro lado de la mesa.

Lo que digas.

Supongo que irás con Karina—Intuyó su madre.

Así es —Afirmó con una sonrisa. Jay la odiaba, sentía que algo no estaba bien con ella, pero si hacía a Heeseung feliz no le quedaba nada más que aceptarla.

¿Y con quien iras tú, Jay?

Iré con Winter. Nada especial.

Jieun suspiró. Confiaba en Heeseung, pero en Karina no tanto. El que Jay lo acompañara le daba mucha más tranquilidad.

Pensé que irías con ese chico del restaurante, Jay —Murmuró Jongsuk extrañado tras el periódico que leía.

Su corazón se detuvo y sintió las mejillas arder cuando sus ocho hermanos y Jieun se giraron a mirarlo con los ojos bien abiertos.

¿Cómo sabes... de eso? —Tartamudeó.

Estaba reunido con mi jefe en la mesa del fondo. Estoy seguro de que no me viste. Estabas demasiado ocupado mirando ese cuadro del panda... y a ese chico.

¡¿No pensabas contarme, Jay?! —Se escandalizó Heeseung.

Fue solo un almuerzo —Respondió apresuradamente—. No fue nada importante.

O si lo había sido, pero no planeaba aceptarlo.

No parecía ser solo un almuerzo, Jay —Siguió su padre. No podía verle el rostro, pero sabía que se estaba riendo de él.

¿Es guapo? —Logró preguntar Jieun.

Aunque estaba avergonzado dio gracias por la actitud de sus padres. Años antes, cuando les había confesado su preferencia sexual, el ambiente de la casa se había mantenido tenso durante bastante tiempo. Terminaron aceptándolo, por supuesto, y ahora eran incluso capaces de bromear con el sobre esto.

Se sentía agradecido porque no todos corrían con la misma suerte.

Bastante —Afirmó. No podía mentir—. Deberías ver sus ojos. Son increíbles.

EL TATUADOR DE LIBÉLULAS - JAYHOONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora