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El primer mes Sunghoon lo llevó a un prostíbulo

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El primer mes Sunghoon lo llevó a un prostíbulo. Suena mal, pero fue incluso peor.

La pintura de Jay estaba lista, así que Sunghoon necesitaba una nueva modelo en la cual enfocarse. Le pidió al tatuador que lo acompañara a buscarlo, a lo que él aceptó sin hacer ningún tipo de pregunta.

Fue así como terminó en aquel sucio auto sin conocer su destino.

Jay llevaba su típico atuendo de tatuador: Suéter de cuello alto, pantalones ajustados, tenis y una gorra. Sunghoon, en cambio, usaba un hermoso traje negro que el tatuador habría amado ver en él toda la vida.

Quiero creer que no estás intentando raptarme para huir conmigo a algún lugar desconocido —Se burló el mayor.

Sunghoon se quedó pensativo unos minutos antes de responder.

No es una mala idea —Murmuró con una sonrisa. Sus ojos se concentraban en el camino, uno que Jay nunca había visto, y parecía conocer bien cada calle del mismo—... Pero no. Hoy no voy a raptarte.

¿Entonces donde planeas llevarme?

Iremos al prostíbulo —Respondió con simpleza.

Jay se echó a reír de inmediato. Pensaba que aquella era solo otra de las extrañas bromas de su raro novio.

Veinte minutos más tarde descubriría que Sunghoon no le había mentido.

*****

Jay observó a su novio encender un cigarrillo antes de entrar al lugar. También lo sintió aferrarse firmemente a su cintura.

Tosió ante el olor.

Sunghoon fumaba cada vez menos, y por esta razón no lograba acostumbrarse al humo. Sí, se veía atractivo, pero prefería no tener aquella nube gris frente a la nariz.

No le hables a nadie. No mires a nadie. Mantente a mi lado. No aceptes bebidas o bocadillos. No hagas nada que no consideres seguro, e incluso evita aquello que inspire confianza —Le advirtió con firmeza. En sus ojos había preocupación—... Tampoco mires sus cuerpos. Te lo prohíbo. Si quieres mirar cuerpos recuerda que tienes un novio que estará profundamente encantado de que lo hagas ¿Entendido?

El tatuador asintió lentamente. Sabía que era conveniente obedecerlo.

Cuando entró al lugar, miles de eventos capturaron sus sentidos. Veía luces rojas, cuerpos demasiado juntos, besos pasionales y escenas eróticas que se refugiaban entre las sombras. Olía la lujuria, el sexo, la pasión, el alcohol y el humo de los cigarrillos que amenazaba con asfixiarlo. Escuchaba conversaciones, gritos, suplicas y gemidos que en su cabeza crearon espectáculos.

Aquello era demasiado para él.

¡Sunghoon!

El hombre que lo llamaba tenía una voz chillona, casi infantil, pero el cuerpo de un hombre de unos treinta y cinco años. Estaba usando un traje demasiado ajustado, zapatos increíblemente limpios y un maquillaje exagerado. Era alto y su rostro no mostraba más que una sonrisa falsa.

EL TATUADOR DE LIBÉLULAS - JAYHOONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora