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"The french sisters"
"Sus ojos azulados se posaron sobre los de ella, y en aquel instante supo que estaban destinados el uno para el otro. La conexión fue inmediata y profunda, como si sus almas se reconocieran tras largas eras de separación. Ella le pertenecía, y nada en el mundo tenía más importancia que su amor. Le entregaría su cuerpo y su espíritu, sin importar las diferencias
Soltando un sonoro suspiro, me ví obligada a interrumpir la lectura de mi libro al escuchar aquel grito que retumbó en el salón de mi hogar, sacándome así de mis ensoñaciones.
—¡Margot! —podría jurar que aquello se había escuchado a kilómetros de nuestro hogar. Un nervioso Conde Beaumont caminaba de un lado a otro, observando obsesivamente la hora en su reloj de mano.
Se podía sentir la tensión en el hogar de la familia Beaumont. Era un gran día para ellos, dos de sus miembros serían presentadas ante la reina. "Ser presentadas ante la sociedad" era una costumbre extraña de los ingleses, pero sin duda podía ser algo emocionante también. A pesar de haber llegado hace poco a Londres, se iban adaptando con facilidad a las nuevas reglas sociales, incluso si ambas hermanas estaban algo atrasadas en edad.
El mandamás de la familia esperaba ansiosamente al pie de la escalera a su primogénita, de tan solo 23 años. La joven era conocida en su familia por ser la hermana e hija perfecta, más no la heredera perfecta. Lo sería si fuera un hombre, claro está. Su ambición por la perfección la había llevado a tardar más de lo normal, mientras que la segunda hija llevaba al menos dos horas ya lista. Margot estaba atenta al detalle y tomaría todo el tiempo a su disposición para estar perfecta frente a la reina Charlotte.
Hace ya un tiempo, una esperada carta para la familia Beaumont había llegado a su hogar en París, Francia. La querida Lady Danbury al fin había respondido todas las dudas que se habían implantado en la familia al ser anunciada su mudanza a Londres. No fue muy extensa, al menos no dijo algo que ya no sabían antes, eso sí, tenía un anexo, una revista que según ella era popular en la sociedad londinense, "Lady Whistledown". ¿Era quizás una advertencia para las muchachas?
—Rosalie —levanté la mirada cuando mi padre me llamó, me encontraba abanicándome perezosamente con la pluma que adornaría mi cabello— Nos vamos —los pasos se hicieron notar en nuestro hogar, ahí venía la mayor de las hermanas seguida por Emma, Anaís y Louise, la menor sujetaba la cola del vestido con cuidado.
La sola presencia de Margot se sentía capaz de iluminar la habitación. Su piel lucía radiante y su cabello rubio estaba tomado perfectamente, dejando a la vista unas ondas que caían ordenadamente sobre su hombro. No hacía falta hablar del espectacular vestido que llevaba, sin duda era merecedora de ser nombrada como un diamante.
