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"The Proposal"
La situación era delicada en casa de los Beaumont, mientras el conde pasaba sus penas con copas de alcohol y ocultándose de sus propias hijas, las hermanas habían decidido salir a pasear para intentar apaciguar los malos ánimos, pero Rosalie no deseaba salir, se mantenía en su habitación sin deseos de ver a nadie, a la única persona con la que realmente deseaba hablar, le había enviado una carta, pero Francesca no había respondido.
Había dedicado la mayor parte de su mañana en escribir. Escribía un montón de cosas sin parar, anécdotas, historias, sus pensamientos, sus deseos. Todo, casi como si fuesen cartas que probablemente nunca verían la luz.
Al ser la única disponible en el hogar, fue también la encargada de recibir la inesperada visita de Lady Danbury. Quién en realidad buscaba a su padre, pero al no encontrarlo se conformó con tomar un té junto a Rosalie.
—Esconderse no es lo mejor, en estos casos —Comenzó a explicar Agatha, quién inspeccionaba a la chica con cautela, había algo diferente en ella, pero no sabría deducirlo sin pistas.
—No me estoy escondiendo —mintió— Cressida Cowper puede escribir lo que quiera de mi y no será suficiente para hacerme agachar la cabeza, Lady Danbury, no me interesan los chismes —refunfuño.
Odiaba que creyeran que las razones para quedarse en casa eran por esa revista llena de mentiras, no le importaba la revista, los chismes eran como el hielo, poco a poco se derretía y acababan en el olvido. Pero por supuesto no era aceptable que hablara del asunto con su padre, mucho menos el asunto con el señor Bridgerton.
—Entonces debo suponer que se trata de otro asunto —Lady Danbury abandonó su taza en la mesita para voltear todo su cuerpo hacia Rosalie— Seguro que a su padre no le agrada verla en este estado, Lady Rosalie. —Hizo una pausa, Lady Danbury si algo la caracterizaba era el saber dónde picar para encontrar oro— mi querida amiga Violet Bridgerton también está afectada porque uno de sus hijos se comporta extrañamente aislado, es casi como si hubiera una epidemia de malos humos —Sonrió al ver la actitud de la pelinegra, que de repente fingía no interesarse en lo que la anciana hablaba, pero no era la mejor mintiendo.
—Lady Bridgerton está muy lejos de ser como mi padre, Lady Danbury —Un dejo de lástima se asomó por la mirada de Agatha, pero no tuvo tiempo para preguntar más pues por la puerta aparecían las demás hermanas con una actitud aún más lamentable que Rosalie, aunque un poco más felices de verla ahí.
Mientras las más jóvenes comentaban sobre un nuevo vestido que deseaban, Emma se encargó de hablar —Han sido todas miradas detestables, ni siquiera Lady Cavendish se ha dignado a saludar —se quejó la tercera de las hermanas —Creía que Cressida era tu amiga
—Los Cowper no son amigos de nadie —Danbury lo soltó con odio, Cressida Cowper se había metido con las dos familias más cercanas a ella.
La conversación habría continuado de no ser porqué el mayordomo había ingresado a la habitación, hablando fuerte y claro —Lord Frederik Williams, ha llegado
