black brothers (jegulus y wolfstar)

sangre black

El ambiente en Hogwarts estaba lleno de emoción y expectativa mientras se celebraba el evento anual de padres. Los estudiantes se movían por el Gran Comedor, acompañados por sus familias, mientras charlaban y reían. Para Sirius y Regulus Black, sin embargo, la llegada de sus padres significaba algo completamente diferente.

Walburga y Orión Black, con su porte altivo y su actitud desaprobadora, se abrían paso entre la multitud, atrayendo miradas tanto de respeto como de temor. Sirius, nervioso y resentido, trataba de mantenerse alejado de ellos, mientras que Regulus se esforzaba por mostrar su mejor cara.

En medio del bullicio, los Black se encontraron con los Potter, Euphemia y Fleamont, quienes estaban acompañados por su hijo James. Walburga, con una sonrisa venenosa, se dirigió a ellos con la intención de herir.

"No sé cómo soportan tener a Sirius cerca", dijo Walburga en voz alta, para que todos pudieran escuchar. "Es una desgracia para cualquier familia."

Las palabras de Walburga atravesaron a Sirius como un cuchillo. Sin poder soportarlo más, salió corriendo del Gran Comedor, con lágrimas brotando de sus ojos. Se dirigió a un rincón apartado, lejos de la multitud, donde dejó salir su dolor y su frustración.

Euphemia Potter, observando la escena con tristeza, dirigió una mirada compasiva a Regulus. Podía ver el peso de las expectativas y la presión sobre sus hombros, y sintió una punzada de lástima por el joven Black.

Aprovechando la ausencia de Sirius, Walburga se reunió con las familias pertenecientes a los Sagrados Veintiocho, un grupo elitista de familias de sangre pura. Con voz firme y llena de orgullo, anunció ante ellos:

"Regulus Black es ahora el nuevo heredero de la Casa Black. Su dedicación y lealtad a nuestras tradiciones y valores lo han hecho merecedor de este honor."

Las palabras de Walburga resonaron en el salón, y Regulus sintió una oleada de orgullo hinchar su pecho. Finalmente, estaba recibiendo el reconocimiento que siempre había anhelado. Mientras las familias asentían con aprobación, Regulus se paró más alto, sintiéndose poderoso y aceptado.

Sin embargo, lo que Walburga no sabía era que Sirius, con los ojos aún llenos de lágrimas, había escuchado todo desde su escondite cercano. El dolor de ser rechazado y reemplazado por su propio hermano se mezclaba con una furia ardiente. Sabía que su madre nunca lo aceptaría, pero escuchar cómo elevaban a Regulus en su lugar era un golpe que jamás olvidaría.

Con el corazón roto y el alma herida, Sirius se juró a sí mismo que encontraría una manera de proteger a Regulus, incluso si su hermano menor no lo quería. Porque, a pesar de todo, seguía siendo su hermano, y Sirius no permitiría que la oscuridad de su familia lo consumiera por completo.

El evento de padres en Hogwarts continuaba, pero para Sirius Black, el día se había vuelto sombrío. Aún afectado por las crueles palabras de su madre y la humillación pública, buscó refugio en un rincón apartado del castillo. Mientras intentaba contener sus lágrimas, escuchó pasos acercándose.

Euphemia Potter, con su característico aire de calidez y compasión, encontró a Sirius sentado en el suelo, abatido. Se arrodilló junto a él, colocando una mano suave en su hombro.

"Sirius, querido, ¿estás bien?" preguntó con voz suave.

Sirius levantó la mirada, sus ojos llenos de dolor. "No, señora Potter. No lo estoy."

Euphemia asintió, entendiendo el peso de sus palabras. Se sentó junto a él, creando un espacio seguro para que Sirius pudiera desahogarse. "Lo siento mucho por lo que pasó ahí adentro. Nadie debería ser tratado así, y mucho menos por su propia familia."

Sirius respiró profundamente, tratando de calmarse. "Gracias, señora Potter. Es solo que... me duele tanto que mi propia madre me odie de esta manera. Y que Regulus... que él sea ahora el favorito."

Euphemia tomó las manos de Sirius entre las suyas. "Sirius, quiero que sepas que Fleamont y yo te consideramos como a un hijo. Y si alguna vez decides que ya no puedes soportar más vivir con los Black, nuestras puertas siempre estarán abiertas para ti. Puedes venir a vivir con nosotros, ser parte de nuestra familia."

Sirius sintió una mezcla de esperanza y desesperación al escuchar las palabras de Euphemia. La oferta de los Potter era tentadora, un escape de la opresión y el odio de su hogar. Pero había una razón que lo mantenía atado a su familia.

"Gracias, señora Potter. De verdad, gracias. Pero... no puedo dejar a Regulus. Él está atrapado en esa casa horrible, con esos valores retorcidos. Si me voy, no habrá nadie que lo proteja, nadie que lo ayude a ver que hay otra manera."

Euphemia miró a Sirius con una mezcla de admiración y tristeza. "Eres muy valiente, Sirius. Y tu amor por tu hermano es algo increíblemente noble. Pero también debes cuidar de ti mismo. No puedes salvar a Regulus si te destruyes en el proceso."

Sirius asintió, sabiendo que Euphemia tenía razón, pero sintiendo el peso de su responsabilidad hacia su hermano menor. "Lo sé, pero... aún no estoy listo para rendirme con él. Aún tengo esperanza de que puedo salvarlo, de que puedo mostrarle que hay otro camino."

Euphemia apretó suavemente las manos de Sirius, ofreciendo su apoyo incondicional. "Entonces, mientras luchas por él, recuerda que siempre tienes un lugar con nosotros. No estás solo, Sirius. Siempre estaremos aquí para ti."

Con una nueva determinación en su corazón, Sirius se levantó, agradeciendo a Euphemia por su bondad y comprensión. Sabía que la batalla por el alma de su hermano sería difícil, pero también sabía que tenía aliados en los Potter. Y eso le daba la fuerza para seguir adelante, para enfrentar lo que sea que viniera, y para luchar por el hermano que aún amaba.

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El rumor se propagó por Hogwarts como un incendio forestal descontrolado: Sirius Black había sido despojado de su título como heredero de la Casa Black. Para algunos, fue una confirmación de lo que ya creían sobre él; para otros, fue una fuente de chismes y murmullos en los pasillos.

Lucius Malfoy, acompañado de sus amigos Severus Snape, Evan Rosier, Barty Crouch Jr., Avery y Regulus Black, aprovechó la oportunidad para burlarse de Sirius. Con risas maliciosas y comentarios hirientes, se acercaron al joven Black en el Gran Comedor, donde él estaba solo y vulnerable.

"¿Qué pasa, Black? ¿Te quedaste sin la corona de heredero?" se mofó Lucius, con una sonrisa de superioridad en su rostro.

Sirius apretó los puños, conteniendo su ira mientras soportaba las burlas de sus compañeros de Slytherin. Sabía que no podía darles el gusto de verlo perder el control, pero eso no hacía que fuera más fácil soportar sus palabras hirientes.

James Potter, quien había estado observando la escena con creciente indignación, finalmente no pudo contenerse más. Se levantó de su asiento y se acercó al grupo de Slytherins con determinación en sus ojos.

"¡Dejen de molestar a Sirius!" exclamó James, su voz resonando en el Gran Comedor. "No es su culpa lo que le haya sucedido. No tienen derecho a tratarlo así."

Lucius y sus amigos se detuvieron por un momento, sorprendidos por la intervención de James. Sin embargo, pronto recuperaron su compostura y se volvieron hacia él con desdén.

"¿Y tú quién te crees que eres para decirnos qué hacer, Potter?" respondió Lucius con arrogancia.

James mantuvo su postura firme, decidido a defender a su amigo. "Solo estoy diciendo la verdad. No importa lo que haya pasado, Sirius sigue siendo una persona y merece respeto."

Regulus Black, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, finalmente habló, su voz fría y cortante. "No te metas, Potter. Esto es entre la desgracia y nosotros."

James se quedó momentáneamente sin palabras, sorprendido por la actitud de Regulus hacia su propio hermano. Sin embargo, se negó a retroceder.

"Lo siento, Regulus, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras insultan a un amigo", dijo James con determinación.

La tensión en el aire era palpable mientras los dos grupos se enfrentaban, cada uno aferrándose a sus convicciones. Pero mientras los Slytherins se regodeaban en su crueldad, James y Sirius se mantenían unidos, firmes en su apoyo mutuo en medio de la adversidad.