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—¿Lisa noona? —el alfa la miró aterrorizado.
De un momento a otro, vio como Jennie se había librado de los alfas que le sostenían y se acercaba a ella.
El alfa menor empezó a temblar, soltando a su prima, aunque Jennie fue más rápida y no pudo escapar.
—¡Jennie, déjalo! —pidió Lisa, siendo ignorada por la alfa.
—¡¿Cómo te atreves a tratar así a mí omega?! ¡Alfa irrespetuoso! —le gritó mientras tiraba de la camisa del joven.
—¿P-princesa Kim?
Oh, por la Luna, estaba frito.
—¡¿Acaso tu madre nunca te dijo que es muy irrespetuoso y repugnante tratar a una omega así?! —Jennie estaba conteniendo las ganas que tenía de golpearlo, no podía cometer algo de lo que después se arrepentiría.
—Y-yo...
—¡Princesa Kim! —se escuchó la voz de uno de los guardias del castillo.
—Jen, déjalo —volvió a pedir Lisa—. Es mi primo.
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—¿Ese idiota es tu primo?
—Sí, me sorprendió mucho cuando lo reconocí, no pensé que sería de ese tipo de alfa...
—Pues lo es, y debe pagar por ello.
—¿Q-qué les harás? —preguntó con algo de miedo, no sabía de qué sería capaz Jennie cuando estaba enojada.
—No podemos hacer mucho, sigue siendo menor de edad.
—Nini —le tomó la mano—. Sé que lo que hizo Seojun está mal, pero tal vez podríamos...
—Lo siento, Lili, pero él y los otros chicos eran concientes de lo que hacían y ahora deben pagar por eso.
La omega bajó la mirada, Jennie tenía razón, no podía defender a su primo cuando era obvio que lo que había hecho estaba mal.
—Acosaron a otros cuatro omegas, no podían salir de sus casas por el miedo de que esos alfas volvieran y los volvieran a tocar, mi deber como futura reina es detener esto, no puedo darme el lujo de librar de esto a alguien que se lo buscó.
—Yo... Sí, lo siento —se disculpó—. Es que siempre le tuve mucho cariño a Seojun y pues, ver que se convirtió en alguien así es muy... difícil de aceptar.
—Lo entiendo —se acercó a la omega y dejó un beso en su frente—. Me enojé bastante cuando vi sus intenciones contigo.
—Yo me asusté cuando esos dos alfas fueron hasta ti, tenía miedo de que te hicieran algo —le confesó mientras la abrazaba.
—Es porque no me habías visto en acción, mi madre siempre me obligó a exprimir mis habilidades de pelea, aunque considero que soy mucho mejor en esgrima —comentó con orgullo.
—¿Me estás dando a entender de que no tengo que preocuparme porque te ataquen o estás presumiendo tus habilidades? —cuestionó riéndose.
—Un poco de ambas.
Las dos rieron esta vez, luego se quedaron en un profundo silencio, disfrutando del calor corporal de la otra.
—Nini.
—¿Mhm?
—Te amo.
La alfa miró a la amega, esta hizo lo mismo.
—Yo también te amo, mucho más de lo que puedo decir.
Lisa se acercó y la besó, enrollando sus brazos al rededor del cuello de la castaña, mientras esta tenía sus manos en su cintura.
Luego de unos segundos se separaron, manteniendo el contacto visual.
—¿Sabes que me encanta cuando te vuelves romántica?
—Es bueno saberlo.
La tailandesa volvió a sonreír, volviendo a abrazar a su alfa.
Amaba sentirse así, protegida y amada.
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