Capítulo 21

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No sabía en qué momento el tiempo había pasado tan rápido hasta que se vio a sí misma enfrente de un espejo con su vestido de boda

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No sabía en qué momento el tiempo había pasado tan rápido hasta que se vio a sí misma enfrente de un espejo con su vestido de boda.

Habían pasado tres meses desde que Jennie y ella se comprometieron, y no mentiría, planificar la boda podría ser uno de los momentos más estresantes de su vida.

Y ni se diga a la hora de escoger el vestido, estuvieron buscando casi por dos semanas uno que le gustara a la omega, esta se había frustrado tanto al no encontrar uno en el que sintiera cómoda que hasta le dijo a Jennie que ya no quería hacer la boda. Pero la alfa la abrazó y dejó varios besitos en su frente mientas me decía que tuviera un poco más de paciencia, a lo que la tailandesa no le quedó más que seguir buscando, y para su fortuna, lo encontró.

Volviendo al presente, Lisa se encontraba muy nerviosa, ahí afuera habían personas muy importantes, reyes de los reinos vecinos y varias personas de la nobleza que no conocía.

—Lisa —la nombrada volteó y vio a su madre—. Dios, aún no creo que mi bebé se esté casando.

—Mamá...

La mujer abrazó a su hija, quien le correspondió tratando de no llorar.

—Pero ya, no es hora de llorar —la arrulló mientras limpiaba las pequeñas lágrimas que se habían escapado—. Ya es hora.

La omega suspiró con nerviosismo, su mamá la acompañó hasta la puerta.

Del otro lado se encontraba una Jennie bastante nerviosa, sintiendo que el corazón se le iba a salir del pecho, hasta que las puertas se abrieron.

Vio a Lisa sosteniendo su ramo y todo rastro de nerviosismo salió de su cuerpo, ahora solo podía pensar en lo hermosa que se veía su omega.

Lisa caminó con pasos lentos, rezando para no tropezar con la falda del vestido. Mientras caminaba pudo notar a algunos de sus familiares ahí, a su mamá y su hermanita, quien la veía con su gran sonrisa. Cuando llegó al altar, por fin se atrevió a mirar a Jennie.

—Te ves preciosa...

—Creo que la espera valió la pena —ambas sonrieron antes de que el padre hablara.

Ninguna de las dos prestó mucha atención a lo que decía el padre, estaban sumergidas en su burbuja.

—Lalisa Manoban, ¿aceptas a Jennie Kim como tu esposa?

—Acepto.

—Jennie Kim, ¿aceptas a Lalisa Manoban como tu esposa?

—Acepto.

—Ahora las declaro oficialmente esposas. Princesa Kim, puede besar a la novia.

Sin esperar más se acercó hasta los labios de la omega para besarla, los gritos de felicidad de los demás llegaron a sus oídos.

—Ahora eres Lalisa Kim.

—¿Lalisa Kim o Kim Lalisa? —preguntó con diversión.

—Ambas —respondió para volver a besarla.

—Ambas —respondió para volver a besarla

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La princesa y la sirvienta | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora